Hay tormenta en el Camp Nou y al Barça, despojado del liderato, le aguardan los dos equipos más bravos desde que se reanudó LaLiga. El domingo le espera el Villarreal y este martes recibe al Atlético (22.00, Movistar LaLiga). Ambos suman 13 puntos sobre 15 mientras que los azulgrana han descontado cuatro por sus empates en Sevilla y Vigo, suficientes para perder la cabeza en favor del Madrid. La clasificación ha abierto las heridas barcelonistas nunca cicatrizadas desde Berlín 2015. La tensión del vestuario es tan manifiesta, distanciados como están los jugadores de los técnicos, como la inoperatividad de la directiva, centrada en el cierre del ejercicio económico en plena competición con operaciones discutibles como el trueque de Arthur por Pjanic: el brasileño ha sido traspasado a la Juve por 72 millones, más 10 de variables, y el bosnio recalará en el Barça por 60 millones, más cinco variables, y un contrato hasta 2024 con una cláusula de 400 millones.
Arthur queda, en cualquier caso, a disposición del Barça hasta final de temporada y ya ha sido convocado ante el Atlético. No le sobran futbolistas en un momento en que ya no se trata solo de vencer para no claudicar en LaLiga, sino también para sobrevivir antes de que vuelva la Copa de Europa. “La situación se puede cambiar inmediatamente si conseguimos una victoria holgada”, admitió Quique Setién, discutido por unos futbolistas retratados por las imágenes del partido con el Celta, cuando desatendieron las indicaciones del segundo entrenador, Eder Sarabia. No eran ni muchos ni pocos los que no prestaban atención; alcanza con saber que el más huidizo fue Leo Messi. Hubo reproches en el vestuario. A los jugadores, que aspiran a tener un colaboracionista que les ayude a ganar, les disgusta la terapia de choque de Sarabia y la filosofía de Setién porque solo les vale para estar a dos puntos del Madrid.
Una idea común
Aunque el capitán se desmarca y Luis Suárez le señala, Setién se defiende para relativizar el contencioso: “Yo tampoco era un jugador fácil. Son cuestiones puntuales a las que no doy importancia. Cada uno tiene su manera de ver las cosas y es normal que haya diferencias”, argumentó. “Hay que tratar de convencer a todos de que se impone defender una idea común, ceder y sacrificar una parte de nosotros mismos por el bien del equipo”. Y, para desmentir el deterioro de sus relaciones con el plantel, remató: “En absoluto me siento menos fuerte que al inicio y así seguiré hasta el último día. La relación que tenemos es buena”.
Setién necesita refuerzos y la recuperación de Sergi Roberto y Busquets, ausentes el sábado, le puede venir bien después de refrescar al equipo con Riqui Puig y Ansu Fati. La duda está en saber qué hará con Griezmann, hoy suplente y antes figura de un Atlético en racha —12 partidos sin perder— y que ha amargado la reciente historia del Barça. Los rojiblancos eliminaron a los azulgrana de la Champions en 2014 y 2016, cantarón el alirón en el Camp Nou en 2014 y provocaron la destitución de Valverde en la Supercopa 2020.
También es cierto que Simeone nunca le ha ganado al Barça en LaLiga y las ausencias de Koke y Savic no le favorecen a pesar del buen momento de Marcos Llorente. Los azulgrana, por lo demás, solo han cedido un empate con el Madrid en un Camp Nou cuyas gradas estarán decoradas con camisetas personalizadas de los socios y aficionados. La hinchada lleva jornadas en ascuas a la espera del gol 700 de Messi —suma 699—, como si fuera la llave de paso para recuperar la senda de la victoria, mantener las opciones de revalidar el título y aspirar a disputar la Champions, tres condiciones para que escampe la tormenta y Setién pueda cumplir un contrato que acaba en 2021.
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