Kelly Lambert, profesora de neurociencia conductual en la Universidad de Richmond, en Virginia, lideró un retador proyecto que logró enseñarles a varias ratas de laboratorio a conducir un pequeño vehículo adaptado para ese fin.
Para el experimiento, primero publicado en New Scientist, construyeron un pequeño automóvil con un contenedor de plástico transparente sobre ruedas, con un piso de aluminio y tres barras de cobre que funcionaban como un volante.
Cuando una rata se paraba en el piso de aluminio y agarraba las barras de cobre con sus patas, completaron un circuito eléctrico que impulsó el automóvil hacia adelante.
Al tocar la barra izquierda, centro o derecha, el automóvil se dirigió en diferentes direcciones, indicó la publicación científica.
“Esta investigación ha sido una experiencia maravillosa. Mis estudiantes han estado muy interesados en usar algunos de nuestros viejos principios de comportamiento para entrenar a las ratas, y estamos interesados en cómo pueden usar el automóvil como una herramienta para navegar por el medio ambiente. Ha sido una buena oportunidad de aprendizaje”, dijo Lambert sobre su estudio.
“La rata es un modelo apropiado cuyo cerebro es parecido al humano en muchos sentidos, ya que tiene las mismas áreas y neuroquímicos que el cerebro humano, solo que más pequeño, por supuesto. Aunque los humanos son más complejos que las ratas, buscamos “verdades universales” sobre cómo los cerebros interactúan con los entornos para mantener una salud mental óptima”, explicó.
Ella comentó que su laboratorio se enfocan en la neuroplasticidad, o la capacidad del cerebro para cambiar a lo largo del tiempo de manera saludable. Además, investigan el impacto negativo del estrés crónico y cómo compromete la salud mental. “Queremos identificar estrategias de afrontamiento saludables para minimizar el impacto negativo del estrés crónico”, dijo Lambert.
“Este estudio encontró que las ratas alojadas en un entorno complejo y enriquecido (es decir, un entorno con objetos interesantes con los que interactuar) aprendieron la tarea de conducir, pero las ratas alojadas en jaulas de laboratorio estándar tuvieron problemas para aprender la tarea (es decir, fallaron su examen de manejo ) Eso significa que el entorno complejo condujo a una mayor flexibilidad conductual y neuroplasticidad”, detalló.
De hecho, como se explica en New Scientist “las ratas han dominado el arte de conducir un automóvil pequeño, lo que sugiere que sus cerebros son más flexibles de lo que pensábamos. El hallazgo podría usarse para comprender cómo aprender nuevas habilidades oara alivia el estrés y cómo las condiciones neurológicas y psiquiátricas afectan las capacidades mentales”.
La investigoda explica que cuando “medimos las hormonas asociadas con el estrés (corticosterona) y la resiliencia (DHEA) en sus heces, descubrimos que, independientemente del alojamiento, el entrenamiento en sí mismo cambió las hormonas en una trayectoria saludable (es decir, relaciones DHEA / CORT más altas); por lo tanto, descubrimos que el entrenamiento para conducir llevó a perfiles de hormona del estrés más resistentes”.