En Anfield se rememoran siempre frases que acuñó en su día una de sus leyendas, el extécnico escocés Bill Shankly. Pasados los años, como en los 60 y 70, sigue manteniéndose como legado al que recurrir cuando llegan los malos tiempos: “Si no puedes apoyarnos cuando perdemos o empatamos, no nos apoyes cuando ganemos”, les decía a su afición. Y así lo ha pedido también ahora su entrenador, el alemán Jürgen Klopp, porque hay una espesa niebla alrededor del club del Mersey, tras encadenar muchos malos resultados, que dificulta ver el rumbo claro. El destino ha querido que, justo en ese peor momento, llegara el ‘derby’ de Merseyside, el partido frente al denostado rival de la ciudad, el Everton, al que Shankly odiaba. Se presenta además con nuevo entrenador, Sean Dyche, y moral recobrada, tras ganar al Arsenal.
El Liverpool siempre echa mano de su brillante pasado. Allí están sus referencias y, como hiciera Bill Shankly en su momento, cuando supo aglutinar a todos los estamentos del club, Klopp quiere que en esta temporada decepcionante, de obligada transición, no haya fracturas.
Golpeados por una negra racha de lesiones, los ‘reds’ fueron eliminados de la FACup por su ‘bestia negra’ de esta temporada, el Brighton&Hove Albion, y el domingo en la Premier fueron goleados por el Wolverhampton de Julen Lopetegui (3-0). Desde el cambio de año, el Liverpool ha sumado un punto, y anotado solo un gol. Klopp lucha con la mayor crisis de su etapa en Anfield, adonde llegó en el 2015, pero en el orgullo ‘red’, que en cada partido entona el ‘you never walk alone,’ nadie olvida que hace tres años ganaron la Champions.
Lesiones y desconcierto
La figura de Shankly fue siempre referencial y recordada por ser el manager que levantó al Liverpool desde la segunda división inglesa y lo llevó a lo más alto, además de marcar un estilo e identidad para los años posteriores. En eso está ahora Klopp, recientemente alabado por sus 1.000 partidos como entrenador, que han coincidido con un desconcierto inusual ante las muchas lesiones en la plantilla y la falta de respuestas de los jugadores más indiscutibles. El Liverpool necesita reavivar la llama del optimismo, ya que si se mira la clasificación actual da cierto pánico en Anfield. Los ‘reds’ son décimos, con 29 puntos, tan cerca de la zona de descenso como de los cuatro primeros.
Los propietarios del club, la sociedad estadounidense Fenway Sports Group (FSG) y su máximo dirigente, Mike Gordon, siguen apoyando a Klopp y, pese a que tienen al club puesto en venta, buscando nuevos inversores, trata de mantener la conexión con las raíces. Y es comprensible que así sea. Pase lo que pase desde ahora y hasta el final de la temporada, Klopp va a liderar la reconstrucción de la plantilla durante el próximo verano. La gran mayoría de los seguidores ‘reds’ han aceptado la transición y siguen, casi todos, detrás del técnico alemán, un entrenador que ha sido la figura más transformadora en la historia del Liverpool desde Shankly. Como hiciera el mítico manager escocés, Klopp también supo llevar al club a lo más alto, con la Champions del 2019 y la Premier 2019-20, y con ello se ha ganado esa lealtad. Pero la sombría situación actual le incomoda mucho al alemán y se le ve muy nervioso.
En el manual de Klopp hay una frase que repite a menudo. “Siempre hay una solución para cada problema en el fútbol”, defiende. Es la vez que más le está costando hacer reaccionar al equipo, mientras ansía el regreso cuanto antes del defensa holandés Van Dijk, para que devuelva la firmeza al equipo, o de los atacantes Firmino y Diego Jota, que pueden ayudar a marcar los goles que no logra este año Salah. Al Liverpool actual le están faltando líderes en el campo y jugadores de calidad en la medular que den un paso adelante. Y está muy cerca la eliminatoria de octavos de final de la Champions League frente al Real Madrid.
Ahora el gran consuelo del Liverpool es contemplar la peor situación del Everton, su enconado adversario, que vive momentos aún más difíciles, ya que pelea este año por escapar del descenso. El reciente cambio de entrenador, con la destitución de Frank Lampard y la llegada del inglés Sean Dyche, les ha venido bien a los ‘toffees’. Ha tenido un impacto inmediato, con el inesperado triunfo frente al Arsenal. Pero siguen sufriendo. Cuando llegaban esos partidos de máxima rivalidad, y como motivación, Bill Shankly siempre echaba mano de su ironía hacia el detestado rival de la ciudad : “Cuando me aburro miro abajo en la clasificación a ver cómo va el Everton”. Por cómo están unos y otros, el ‘derby’ de Merseyside del lunes promete, más que nunca, respirar aquella mística de los grandes duelos de siempre.