Aunque no como España, sino más bien como Hispania, la primera unificación política de la Península Ibérica fue bajo el control del Imperio Romano. Aquello sucedió a finales del siglo III a.C., es decir, que han pasado más de 2000 años. Desde entonces, el país actual ha pasado por infinidad de divisiones político administrativas hasta su configuración actual. Por eso nos preguntamos cuál es la historia y evolución de los reinos de España.
Antaño, hace unos 2300 años, la península era una provincia romana llamada Hispania, separada a la altura de los Pirineos de la Galia, la provincia vecina.
Aquellos rasgos romanos perdurarían con la llegada de los visigodos, consolidando la península como estado independiente con capital en Toledo.
Sin embargo, los rasgos actuales nacen tras la conquista de los musulmanes en los tiempos de la Alta Edad Media y la formación de los primeros reinos cristianos en el norte de la península.
Poco a poco, los reinos cristianos recuperan terreno a los musulmanes y se confirman diversos condados, ducados y reinos en territorios como León, Asturias, Galicia, Cataluña, Aragón o Castilla.
Historia y evolución de los reinos de España
Así llegamos hasta el siglo XII, cuando ya observamos una configuración más parecida a la actual. En ese siglo, la península está conformada por el Reinos de Portugal, el Reino de Castilla y el de León que se unirían en esas fechas, el Reino de Navarra y el de Aragón, que igualmente se asocia con Cataluña.
La unidad del territorio llegaría bajo el reinado de los Reyes Católicos a finales del siglo XV, con la anexión de Canarias, Navarra y Granada. No obstante, la división administrativa de los reinos permanecía separada, con las Coronas de Castilla y de Aragón y los diversos distritos de este último, como Cataluña, Mallorca o Valencia.
Llegada la Edad Moderna, España todavía no tiene entidad como tal, sino como ente territorial bajo el control de un rey y una religión. Es el momento de los intentos de unificación por parte de los Habsburgo, sin éxito.
Así pues, permanecen los estados, con la Corona de Castilla más centralizada y la de Aragón con carácter federal. Y así permanece hasta la llegada de Felipe V, con la dinastía Borbón que, a comienzos del siglo XVIII, firma los decretos de Nueva Planta para castellanizar el territorio español y centralizar el estado para fortalecer la autoridad del rey.
Desde 1718, desparecen instituciones como las Cortes aragonesas y se reestructura el territorio al estilo castellano, más centralizado, creando una especie de protoprovincias a la cabeza de las cuales había un funcionario que representaba al rey.
No obstante, pese al nuevo centralismo, ciertas subdivisiones y derechos históricos permanecieron. Aun así, persiste una lucha entre el antiguo régimen y el estado liberal que centraliza Napoleón al invadir el país y poner a la cabeza a su hermano José Bonaparte.
A pesar de los intentos napoleónicos de organizar el estado, finalmente Bonaparte es expulsado, vuelve Fernando VII y se establece lo que se conoce como una de las épocas más convulsas de la historia del país, con una Guerra Civil, las guerras carlistas, dos repúblicas, diversos golpes de estado y una larga dictadura que concluye con el estado democrático junto con las divisiones territoriales actuales.
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