Remiro I, el invisible

En las largas noches de invierno durante su estancia en la Residencia de Derio, seguro que Álex
Remiro visualizó de muchas maneras su estreno en San Mamés: con 50.000 personas reventando el ambiente, miles de bufandas rojiblancas ondeando, realizando paradas ‘arconadianas’, sacando manos imposibles y celebrando una sufrida victoria. Habría pocas personas más satisfechas que el de Cascante tras el triunfo de la Real en Bilbao, pero la realidad se pareció bien poco a sus ensoñaciones. A sus 25 años, por fin pudo estrenarse en el coliseo bilbaíno en Primera -ya había jugado con el Bilbao Athletic- y sí, lo hizo como siempre soñó: ganando pero con la Real. Le falló todo lo demás: ni hubo bufandas, ni gritos, ni siquiera gente, ni le permitieron lucirse porque no tuvo que intervenir. Ganó sí, pero de forma plácida y luciendo cerca del corazón el escudo del balón coronado de la Real, el equipo que verdaderamente confió en él.

Viéndose a sí mismo, frío por no tener que participar, disfrutando de la superioridad de sus colegas, titular indiscutible y siendo el guardián del tercer clasificado de la Liga, seguro que se ratificó en que la decisión que tomó hace más de dos años, la de cambiar la Real por el Athletic, fue la correcta. Y eso que tuvo que pasar las de Caín en su último año en el equipo rojiblanco, donde estuvo una década, por no querer renovar.

A Remiro no le chutaron entre los tres palos, por lo que se convirtió en uno de los escasos espectadores del partido -junto a los suplentes, técnicos y demás empleados presentes-. Su única acción de mérito se produjo en el minuto 17, cuando tapó, muy intuitivo, un pase de la muerte de Berenguer, que había pisado línea de fondo.

También estuvo entonado en un centro de Yuri a 11 minutos del final, en el que tuvo que colocar el cuerpo para evitar el remate de Morcillo. Un gran susto para la parroquia txuri urdin que se quedó en nada porque la jugada quedó invalidada por fuera de juego.

20 pases de 23 en largo

Es habitual ver a Remiro lucir su preciso golpeo para saltar la primera línea de presión del oponente buscando a los laterales pegados a línea de cal. Pero no lo es tanto verle recurrir a los balones largos a campo enemigo buscando las peinadas de Merino e Isak. Fue la manera que tuvo la Real de protegerse y evitar las pérdidas en zonas peligrosas. En total tocó 26 veces el balón y realizó 23 pases a sus compañeros, 20 de ellos en largo, con un porcentaje de acierto del 40%.

En el teatro de sus sueños, contra el equipo en el que aspiró a jugar durante 10 años, Remiro dejó su portería a cero por octava vez en 17 partidos ligueros, que ha disputado íntegros.


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