Con el fin de reivindicar a la historia de México y a los que murieron en la Masacre del Templo Mayor, el Gobierno de Ciudad de México decidió cambiar el nombre a la Plaza el Árbol de la Noche Triste por la Plaza de la Noche Victoriosa, señaló la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum.
Al hacer uso de la palabra, la mandataria capitalina criticó que durante mucho tiempo se ha hecho ver que la Conquista de México había sido casi romántica, y que había habido sencillamente un encuentro de dos mundos, aunque aclaró que en realidad así no fue la historia.
“¿Por qué cambiar el nombre de la plaza?, ¿por qué colocar mosaicos en los muros de la ciudad? Lo hacemos porque partimos de la convicción de que una sociedad necesita saber de dónde viene para saber a dónde va; ¿cómo podríamos resolver algunos de los grandes problemas actuales si no sabemos dónde comenzaron?”, manifestó..
“Cuando hablamos de la “Noche Triste”, pensamos en Cortés y los españoles que invadieron estas tierras. Cuando decimos “Noche Victoriosa”, reivindicamos a hombres y mujeres que fueron acribillados en la Masacre del Templo Mayor, pero también reivindicamos a los antiguos pobladores”.
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La mandataria capitalina sostuvo que recuperar las voces de los indígenas es fundamental porque la historia comúnmente solo se escribe desde una visión, y porque, dijo, también es justo y necesario traer al debate público las voces de las mujeres, de los pueblos indígenas, de los afrodescendientes.
“Buscamos esclarecer los hechos violentos del pasado para dignificar también la voz de víctimas; saber qué pasó, quién fue responsable, darle su lugar al presente de quienes padecieron esa violencia, pero no solo eso, sino también de la historia de nuestras tierras. Desde nuestra visión, es indispensable una política de memoria sobre la invasión de 1521, pues en ese momento histórico se originó uno de los fenómenos que aún lástima nuestra sociedad: el racismo”, indicó.
Por su parte, Beatriz Gutiérrez Müller, presidenta honoraria del Consejo de Coordinación de Memoria Histórica, precisó que el nombre de la “Noche Triste”, es el nombre que dio el conquistador, a la que, aseguró, fue una jornada de victoria para los antiguos mexicanos.
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“Quienes revisan la historia, saben que lo más común es que la cuenten los vencedores; los ojos de la victoria son gloriosos y cuando queda por escrito o se transmite de boca en boca, se escribe la leyenda”, apuntó.
“La leyenda de la “Noche Triste”, que ahora se llama “Noche Victoriosa”, contada por los pocos españoles que escribieron sobre ella, si es leída exactamente al revés de cómo fue narrada, es el día en que –pese al coraje de conquistador–, su potencia bélica, su organización militar y su supuesta pericia–, los mexicanos defendieron con el mayor honor la toma de la Ciudad de Tenochtitlan”.
“Cientos y miles de hombres y mujeres resguardaron sus templos, los que están en el primer cuadro de la ciudad, y en canoas y a pie circunnavegaron los ríos que navegaban el núcleo de la ciudad, disparando sus flechas y gritando como guerreros, retumbando los tambores y los caracoles. Estos gritos y sonidos combativos y ensordecedores, fueron –desde la llegada de Hernán Cortés, en 1519–, a lo largo de todo su recorrido para llegar al centro de la civilización Azteca, una estrategia militar poco conocida, pero muy efectiva”, agregó.
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Müller instó a que en el marco de la conmemoración de la caída de Ciudad de México, en 1521, se descolonice la historia.
“En la medida de lo posible, es un imperativo ético ver un acontecimiento a la luz de los tiempos en que ocurrieron y no conformarse con una sola narrativa o mirada. La llamada “Noche Triste”, ya lo vemos, fue en verdad una Noche Victoriosa. Para descolonizar la historia es imprescindible despojarnos de viejas versiones, estudiar más y llamar a las cosas por su nombre”, expuso.
“A una colonización procedió una invasión, una cruel conquista; en este revisar los hechos del pasado que, en este caso, definieron no solo el curso de una ciudad, sino de un continente, hay que dejar de contar la versión oficial y la versión del conquistador, por ejemplo, el canibalismo, las calamidades que tenían los cuerpos, sus deformidades y ser una raza inferior”.
“En 1520 y 1521 los mexicanos pelearon como los más fuertes combatientes y, como en toda guerra, a pesar de victorias, el laurel se lo llevaron fuera del continente. Invito a todos a descolonizar la historia, volverla a contar, reinterpretarla, comprender cómo ocurrieron los hechos y no dejar estos, ya narrados, ya estipulados, ya congelados, como si nada más pudiese agregarse.”, agregó.
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