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Respiración asistida para Tubos Reunidos

Tubos Reunidos sufrió pérdidas por valor de 59 millones de euros en los tres primeros trimestres de 2020.

El rastro que va dejando la pandemia en el mundo empresarial es preocupante. Sobre todo se hace sentir en sectores ya de por sí delicados, muy cíclicos, a los que la parada de actividad en el mundo les ha agrandado sus problemas. Es el caso de la centenaria compañía Tubos Reunidos (1892), que el pasado 7 de enero pedía a la Administración 115 millones en préstamos participativos acogiéndose al Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas, creado por el Gobierno el pasado julio y que gestiona la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). Una petición que todavía está en estudio. En mayo del pasado año, Tubos Reunidos ya se benefició de otros 15 millones de euros a través de las líneas de avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO).

No es un caso único. La firma turística Globalia con la aerolínea Air Europa al frente, la siderúrgica Celsa, Duro Felguera o Navieras Armas también han presentado su plan de viabilidad para recibir préstamos de la SEPI. Estas conforman el grueso de dinero pedido junto a muchas empresas de menor tamaño para un fondo que parte con 10.000 millones de euros para prestar y con el tope temporal de marzo, aunque es probable que se aplace, al menos, hasta septiembre de este año, según apuntan fuentes de la Administración.

En la presentación de resultados del tercer trimestre de 2020, Tubos Reunidos achacaba su crisis a la caída del 50% en sus pedidos durante la covid-19 que, además, le obligó a cerrar factorías para evitar contagios entre sus trabajadores. Una circunstancia que precipitaba sus pérdidas hasta los 59,3 millones de euros, más del doble de las registradas en igual periodo del año anterior.

Pero las malas cifras de esta multinacional vasca especializada en la fabricación de tubos sin soldadura vienen de más lejos. Las caídas del precio del petróleo, industria a la que suministra buena parte de sus productos, y los aranceles impuestos por Donald Trump al acero, fomentado por sus tensiones comerciales con China, han hecho mella en sus cuentas. Desde el año 2014, Tubos Reunidos no consigue ganar dinero y, lógicamente, ese fue el último ejercicio en el que pudo repartir dividendo. Y el mercado ha castigado el valor con dureza. La firma siderúrgica capitalizaba en Bolsa 131 millones de euros hace cinco años y ahora vale 41 millones, aunque su precio más bajo lo registró en 2018 con 25 millones. Cifras que, como ocurre con otras cotizadas, contrastan con su elevada deuda, que en 2019 cerró en 235 millones de euros.

Son tres las principales actividades de Tubos Reunidos, de acuerdo con los distintos negocios. El llamado upstream, donde la compañía suministra tubos para perforaciones de petróleo y gas. Un sector que ha sufrido mucho con la paralización económica y con la caída del precio del crudo, que hace desaparecer la rentabilidad en nuevos proyectos. Según la empresa, en mayo de 2020 se alcanzó su punto histórico más bajo de actividad. El midstream o industrial se refiere a productos para el transporte y la comercialización de crudo o gas natural. Por último, el downstream, donde sus productos se emplean para la generación de energía eléctrica, petroquímica y refino y que, según la compañía, después de un buen año de pedidos en 2019, en 2020 se paralizó, aunque no han sufrido cancelaciones.

La producción de Tubos Reunidos se concentra en tres instalaciones. Una en Amurrio (Álava), otra en Valle de Trápaga (Bizkaia) y la tercera localizada en Beasley (Estados Unidos), tras adquirir en 2016 los activos de Rotary Drilling Tools. Para ello cuenta con un acuerdo de fabricación con la japonesa Marubeni-Itochu Steel. La multinacional está presente en 100 países a través de una red de 10 oficinas comerciales propias y 25 agentes comerciales en Europa, Norteamérica, Oriente Próximo, África, Extremo Oriente, Latino­américa y Oceanía.

La siderúrgica da empleo a más de 1.300 trabajadores. La caída de pedidos ha obligado a realizar expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) que hasta junio de 2021 pueden afectar a un máximo del 66% de la plantilla de la factoría de Álava y al 44% de la ubicada en Bizkaia, aunque, como apuntan fuentes cercanas a la empresa, la situación es cambiante de acuerdo a la marcha de la actividad. Los principales accionistas son el BBVA, que tiene el 14,8% del capital, seguido por Acción Concertada con un 10,22%, sociedad que reúne a socios históricos de la compañía.

Plan estratégico

Tubos Reunidos debe convencer al Consejo Gestor del Fondo sobre la viabilidad de la compañía. En principio, ha tenido que echar el freno a su plan estratégico 2021-2024, acosado por la caída de su cifra de negocios que en los primeros nueve meses del año pasado alcanzó los 190 millones de euros, un retroceso del 10%. El objetivo tanto del pasado ejercicio como del actual es reforzar la liquidez. Algo que la empresa ha bautizado como “focus on cash”, donde se suman a los apoyos públicos el acuerdo de refinanciación alcanzado en diciembre de 2019 con sus acreedores y cuyo principal logro fue la ampliación en 12 meses de la devolución del principal de su deuda. Para este año, a las medidas financieras que buscan reforzar la liquidez, se suma la contención de gastos con reducciones salariales y los ERTE vigentes hasta junio.

Pero la parte más atractiva corresponde a los planes de futuro de la siderúrgica para el periodo 2022-2024, el bautizado como “focus on value”. La compañía, sin abandonar sus productos ligados a las energías fósiles, ve una oportunidad en el avance de energías renovables como la nuclear, eólica, geotérmica, hidrógeno verde, biomasa, termosolar…, que, según describen, impulsará la demanda de tuberías de mayor valor añadido y, por tanto, con mayores márgenes. En esta misma línea, en Tubos Reunidos quieren reducir su exposición a Estados Unidos, que ha supuesto un 25% de las ventas hasta septiembre del pasado año frente al 39% de 2019. Según datos de la compañía, se ha producido un crecimiento en ventas del 53% en Oriente Próximo y África y del 10% en Europa (sin contar con España). A los nuevos mercados asiáticos de mayor actividad irá enfocada su actividad comercial en este periodo. También esperan un mejor comportamiento con la llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos, tanto por una rebaja o desaparición de aranceles como por un posible fin de las sanciones y embargos económicos a países como Irán.


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