A veces, con las vacaciones, uno pierde el hilo. ¿De qué estábamos hablando? Al principio de una nueva temporada, lo suyo es hacer un breve resumen de lo acontecido hasta ahora en este siglo XXI. Recapitulemos.
En 2001, Al Qaeda perpetra una serie de atroces atentados en Estados Unidos. El presidente George W. Bush invade Afganistán, donde residen los dirigentes de Al Qaeda, y lanza una operación mundial para secuestrar y torturar terroristas. Luego en la Casa Blanca inventan una fabulosa patraña sobre armas de destrucción masiva para justificar una invasión de Irak. Los nuevos dirigentes populistas de hoy lo tienen muy difícil para superar aquella trola, plasmada fotográficamente en la reunión de las Azores que congregó a cuatro políticos (el mismo Bush, el británico Tony Blair, el español José María Aznar y el portugués José Manuel Durão Barroso), de los cuales tres parecían sentir una especial querencia por la cámara. El que procuró mantenerse fuera de plano demostró ser hábil: a diferencia de los tres famosos farsantes de la foto, Durão Barroso se salvó de la quema y al poco logró ser presidente de la Comisión Europea. Duró diez años en el cargo.
En 2008 estalló la Gran Recesión. El epicentro de la crisis planetaria fueron los bancos de inversión de Estados Unidos. En una reunión del G20, los líderes mundiales prometieron reformar a fondo el sistema financiero. Lo que hicieron fue reflotarlo a cargo del contribuyente. Como eso implicó mucho gasto y la crisis hizo un destrozo en los presupuestos nacionales, se aplicaron programas de ajuste sobre el mismo contribuyente. Es decir, que el contribuyente pagó dos veces y la banca, ninguna. Será casualidad, pero el tipo que presidía la Unión Europea durante todo el desarrollo de la Gran Recesión, el amigo Durão Barroso, es ahora presidente de Goldman Sachs International, filial del gigantesco banco de inversiones.
Respecto a lo de antes, las invasiones de Afganistán e Irak, ya conocen el resultado. Dos grandes éxitos. Pero hubo más. Barack Obama estrenó su presidencia con un gran discurso en El Cairo en el que alentó a las poblaciones árabes a seguir un camino de libertad. Con Irak todavía en llamas, comenzaron a registrarse movimientos populares contra los dictadores de países como Egipto, Libia y Siria. Obama, el británico David Cameron (el genio que convocó el referéndum sobre el Brexit) y el francés Nicolas Sarkozy bombardearon Libia y acabaron con Muamar el Gadafi. Luego se despreocuparon de las revueltas árabes.
No hace falta hablar sobre cómo están hoy Egipto y Libia. Especialmente interesante resulta el caso de Siria, donde se concentraron los efectos más perversos de la invasión de Irak (el Estado Islámico) y del aliento de Obama a las revueltas. La guerra de Siria marcó con sus horrores a una generación de europeos. Washington, París y Londres se propusieron acabar con el régimen de Bachar el Asad. Con la guerra en sus coletazos finales, Bachar el Asad sigue ahí, el país está en ruinas, se ha generado un flujo de migración hacia Europa (en muchos casos, a través del vacío de Libia) y el gran vencedor en la guerra ha sido Rusia.
A grandes rasgos, así va el culebrón. Seguro que esta temporada salen mejor las cosas.
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