El pasado miércoles la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pronunció el discurso anual sobre el estado de la Union. En su conjunto, la alocución cartografía la metamorfosis de la UE en la actual legislatura, tan profunda —en lo ya acontecido y en los planes que hay por delante— que tiene rasgos de auténtica revolución pacífica.
Crisis extraordinarias como la pandemia y la guerra de Ucrania se han abatido sobre el bloque, que busca respuestas igual de extraordinarias. Desde la inaudita emisión de deuda común para financiar planes de ayuda tras la catástrofe de la covid —gran parte de los cuales a fondo perdido— hasta la puesta en marcha de una política sanitaria común con la compra conjunta de vacunas, la creación de fondos para financiar el armamento de Ucrania o la completa reorganización de la política energética, los Veintisiete emprenden un enorme ejercicio transformador a mucha mayor velocidad de lo que ocurrió tras la crisis de 2008.
Mucho se ha hecho, mucho queda por hacer; algunos son éxitos indiscutibles, otros son pasos cuestionables. En cualquier caso, el movimiento es titánico y el bloque avanza a buen ritmo en su integración. A continuación, una mirada a ese panorama a través del discurso de Von der Leyen ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo y algunos comentarios para contextualizarlo.
Discurso sobre el estado de la Unión de 2022
“UNA UNIÓN QUE SE MANTIENE FUERTE Y UNIDA” (14 de septiembre de 2022)
Señora presidenta:
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Señorías:
Conciudadanas y conciudadanos europeos:
Por vez primera desde su creación, este Parlamento celebra el debate sobre el estado de nuestra Unión mientras la guerra asola territorio europeo.
Todos recordamos aquella aciaga mañana de finales de febrero.
En todos los rincones de nuestra Unión, amanecimos sobrecogidos ante los sucesos que estábamos presenciando. Estremecidos ante el resurgir del implacable y cruel rostro del mal. Atormentados por el sonido de las sirenas y la cruda brutalidad de la guerra.
Pero, desde ese mismo momento, todo un continente se alzó en un movimiento solidario.
[…]
Hace quince años, cuando estalló la crisis financiera, tardamos años en encontrar soluciones duraderas.
La quiebra de Lehman Brothers en 2008 es el símbolo del estallido de una crisis global que golpeó con especial dureza a muchos países de la UE debido también a la lentitud y la orientación muy cuestionable de las decisiones en la Zona Euro. El BCE dirigido por Trichet decidió unas muy polémicas subidas de tipo de interés. El discurso del “whatever it takes” de Mario Draghi llegó solo en 2012; el inicio del programa de “quantitative easing” del BCE, en 2015.
Una década más tarde, cuando nos golpeó una pandemia mundial, reaccionamos en solo unas semanas.
Antes de la reacción a la que se refiere Von der Leyen, hubo algunos compases de desconcierto tras el estallido en Italia de los primeros brotes pandémicos evidentes, con gestos de carácter egoísta. China y Rusia se apresuraron a tratar de aprovechar esa desorientación, suministrando ayudas. Pero es cierto que pronto la UE cambiaría de rumbo y empezaría un impresionante programa de respuestas conjuntas.
Pero este año, en cuanto el ejército ruso cruzó la frontera de Ucrania, nuestra respuesta fue unánime, resuelta e inmediata.
En efecto, el Consejo Europeo se reunió el mismo día de la invasión, impulsando el primer paquete de sanciones como represalia por la agresión rusa, que sería seguido pronto por otras series de medidas.
Es algo de lo que tenemos que sentirnos orgullosos.
Hemos conseguido que vuelva a aflorar la fuerza interior de Europa.
Una fuerza que nos hará mucha falta. Los meses que se avecinan no serán fáciles. Ni para las familias que tienen dificultades para llegar a fin de mes, ni para las empresas que han de tomar decisiones críticas sobre su futuro.
Seamos claros: hay mucho en juego. No solo para Ucrania, sino para toda Europa y para el resto del mundo.
Nos van a poner a prueba. Nos van a poner a prueba quienes desean explotar cualquier tipo de división en nuestro seno.
Es cierto que la UE ha logrado un notable nivel de unidad en estas circunstancias, pero ello no impide que las grietas sean evidentes. La Hungría de Orbán representa un freno a la acción común, como se vio en la negociación sobre el veto al crudo ruso. La probable próxima llegada al poder de una coalición de derecha radical en Italia con claro historial filoruso provoca inquietud acerca de si la tercera economía de la UE se convertirá en un obstáculo a la acción común frente a Moscú.
No se trata solo de una guerra declarada por Rusia a Ucrania.
Es una guerra contra nuestra energía, contra nuestra economía, contra nuestros valores y contra nuestro futuro.
Es la guerra de la autocracia contra la democracia.
La presidenta de la Comisión toca una tecla retórica que evoca la idea de una confrontación geopolítica que va más allá de la invasión rusa en Ucrania. La sintonía entre Moscú y Pekín, plasmada en una ambiciosa declaración conjunta en febrero, es una dinámica muy presente en los cálculos de Bruselas, que afronta con creciente desconfianza el auge de China.
Y hoy comparezco aquí con la convicción de que, gracias a nuestro valor y a nuestra solidaridad, Putin fracasará y Europa vencerá.
[…]
Desde el primer día, Europa ha estado al lado de Ucrania. Con armas. Con fondos. Con su hospitalidad hacia los refugiados. Y con las sanciones más severas de la historia.
El sector financiero de Rusia está en estado crítico. Hemos excluido a tres cuartas partes del sector bancario ruso de los mercados internacionales.
Sin duda las sanciones han propinado un duro golpe al sector financiero ruso. Sin embargo, cabe notar que el rublo tiene hoy una mejor cotización frente al dólar que antes de la invasión, y que no ha habido un colapso del sistema financiero ruso.
Casi un millar de empresas internacionales han abandonado el país.
La producción de automóviles se ha reducido en tres cuartas partes en comparación con el año pasado. La falta de piezas de recambio está obligando a Aeroflot a aparcar sus aviones. Ante la falta de semiconductores, el ejército ruso está extrayendo chips de los lavavajillas y los refrigeradores para reparar el material militar. La industria rusa está en ruinas.
Y es el Kremlin quien está destruyendo la economía de ese país.
De nuevo, no cabe duda de que el conjunto de la economía rusa está sufriendo considerablemente y de que la responsabilidad recae en la guerra ilegal lanzada por el Kremlin, pero no se produjo un colapso del tamaño que generalmente se pronosticó al principio de la guerra. Sin tener en cuenta ciertos datos oficiales rusos de dudosa calidad, el propio FMI ha ido reduciendo su previsión de caída del PIB ruso este año, y es un hecho el que el Banco Central ruso ha podido reducir los tipos de interés ante la estabilización del rublo y la mejora de la inflación.
Tal es el precio del rastro de muerte y destrucción de Putin.
Quiero dejarlo muy claro: no vamos a levantar las sanciones.
El Kremlin juega a la carta de la paciencia. El efecto de las sanciones se nota ya en cosas concretas, pero en una Administración que en realidad no rinde cuentas con elecciones realmente libres de su gestión, como sí lo hacen las europeas, el Gobierno ruso sabe que aún puede tirar más de la cuerda y recortar de otras partidas aunque afecte directamente al bolsillo y bienestar de la ciudadanía rusa. El Ministerio de Finanzas ruso ya ha aplicado un nuevo recorte a los presupuestos (ya agujereados) del resto de carteras rusas.
Es el momento de mantenernos firmes y no de hacer política de apaciguamiento.
Lo mismo puede decirse de nuestra ayuda financiera a Ucrania.
Hasta la fecha, el Equipo Europa ha aportado más de 19 000 millones de euros en asistencia financiera.
Una cifra parecida a los aproximadamente 16.000 millones de dólares desembolsados en concepto de ayuda militar a Kiev por parte de la Administración de Biden.
Y eso, sin contar nuestra ayuda militar.
La UE ha dado un paso de relativo peso económico pero de enorme importancia política al acordar paquetes de ayuda militar por un valor ya de 2.500 millones de euros. En este sector, sin embargo, tienen un peso decisivo los Estados. Tras EEUU, de lejos el principal, destacan Reino Unido y Polonia. Muchos países miembros de la UE son muy tibios en este apartado.
El nuestro es un apoyo a largo plazo.
[…]
Señorías:
Una de las enseñanzas de esta guerra es que teníamos que haber escuchado a quienes conocían a Putin.
Con estas palabras, Von der Leyen reconoce que se ha actuado tarde. No solo en la ligera condena por la anexión ilegal en 2014 de la península ucrania de Crimea y el impulso ruso a la guerra en Donbás, con su manejo y apoyo militar, económico, y político a los separatistas prorrusos a través de los que ha manejado esta zona en la que ya antes de la invasión total entregó miles de pasaportes rusos. También es un reconocimiento a que la vulnerabilidad debido a la dependencia energética de Rusia se pudo prever antes y atajar.
A Anna Politkovskaya y a todos los periodistas rusos que expusieron sus crímenes y pagaron por ello el precio más alto.
El esfuerzo represivo para acallar voces críticas sigue en Rusia. El Tribunal Supremo ruso ha revocado la licencia de la web del periódico crítico `Novaya Gazeta’, cuya versión en papel fue ya suspendida a principios de este mes. Más de 16.000 personas han sido detenidas por protestar contra la guerra, según la organización OVD-Info.
A nuestros amigos en Ucrania, Moldavia y Georgia y a la oposición en Bielorrusia.
A las voces que se alzaban dentro de nuestra propia Unión, en Polonia, en los países bálticos, en toda Europa Central y Oriental.
Durante años estuvieron diciéndonos que Putin no pararía.
Y se prepararon para ello.
Nuestros amigos bálticos han hecho grandes esfuerzos para poner fin a su dependencia respecto de Rusia. Han invertido en energías renovables, en terminales de GNL y en interconectores.
Al contrario de Alemania, país de procedencia de la presidenta de la Comisión, que, cuando empezó la guerra, ni siquiera disponía de una planta regasificadora.
Se trata de inversiones muy costosas, pero la dependencia respecto de los combustibles sólidos rusos sale mucho más cara.
Tenemos que salir de esta dependencia en toda Europa.
Con tal fin, hemos decidido adoptar un sistema de almacenamiento conjunto. Hemos llegado al 84%, por lo que hemos rebasado nuestro objetivo.
Pero, por desgracia, eso no bastará.
Hemos diversificado nuestras fuentes de abastecimiento, sustituyendo a Rusia por proveedores más fiables: los Estados Unidos, Noruega, Argelia y otros.
El año pasado, el 40% de nuestras importaciones de gas procedieron de Rusia. En estos momentos, la cifra se ha reducido al 9% de gas de gasoducto.
Con todo, Rusia sigue manipulando activamente nuestro mercado de la energía. Prefieren quemar el gas a suministrarlo. El mercado ha dejado de funcionar.
Además, la crisis climática está pesando gravemente sobre nuestras facturas. Las olas de calor han disparado la demanda de electricidad. Las sequías han parado centrales hidroeléctricas y nucleares.
Como consecuencia, los precios del gas se han multiplicado por diez con respecto a los anteriores a la pandemia.
Llegar a fin de mes se está convirtiendo en una fuente de ansiedad para millones de empresas y hogares.
[…]
Millones de europeos necesitan ayuda.
Los Estados miembros de la UE han invertido ya miles de millones de euros en asistencia a los hogares vulnerables.
Pero sabemos que no será suficiente.
Mensaje a aquellos que ya notan en sus bolsillos el peso de la inflación, los aumentos del precio de la energía, que está por las nubes. Bruselas teme, como los Veintisiete, un invierno de la ira y el descontento en el que puede empezar a flaquear la unidad y en un clima en el que la propaganda autocrática suele aprovechar.
Por ello, proponemos limitar los ingresos de las empresas que producen electricidad a bajo coste.
Estas empresas están obteniendo unos ingresos con los que no contaban, con los que ni siquiera soñaban.
En nuestra economía social de mercado, los beneficios son positivos.
Pero en los tiempos en los que vivimos no puede ser que algunos obtengan unos beneficios extraordinarios y sin precedentes gracias a la guerra y a costa de los consumidores.
Que una conservadora como Von der Leyen defienda nuevos gravámenes habría chirriado hace un año, pero la presidenta de la Comisión hace ahora pedagogía no solo hacia el liberalismo y las reticencias de algunos países a apoyar el plan de Bruselas sino también a la ciudadanía a quien quiere hacer ver que no serán los únicos en ajustarse el cinturón.
En estos momentos, los beneficios deben compartirse y canalizarse hacia quienes más los necesitan.
Nuestra propuesta recaudará más de 140.000 millones de euros que permitirán a los Estados miembros amortiguar el golpe de manera directa.
Y debido a que estamos inmersos en una crisis de combustibles fósiles, la industria de los combustibles fósiles también tiene una obligación especial.
Las grandes empresas de petróleo, gas y carbón también están obteniendo enormes beneficios. Y por eso tienen que pagar una parte equitativa: tienen que aportar una contribución contra la crisis.
Todas estas son medidas de emergencia y temporales en las que estamos trabajando, incluido el debate sobre la limitación de precios.
[…]
Todo ello constituye un primer paso. Pero, al tiempo que nos enfrentamos a esta crisis inmediata, también debemos mirar hacia el futuro.
La configuración actual del mercado de la electricidad, basada en el orden de mérito, ha dejado de ser justa para los consumidores.
Estos deberían aprovechar los beneficios de las energías renovables de bajo coste.
Por lo tanto, tenemos que desligar la influencia dominante del gas sobre el precio de la electricidad. Para ello, llevaremos a cabo una reforma profunda e integral del mercado de la electricidad.
Las medidas de intervención del mercado parecen haber llegado para quedarse y Bruselas no solo apuesta ahora por recaudar más de las energéticas, muchas de las cuales están logrando unos extraordinarios beneficios inesperados, sino por un enfoque más a largo plazo con un nuevo mecanismo de mercado en el que el gas ya no marque tanto la pauta. Esta cuestión suscitó en principio muchas reticencias, pero finalmente la reforma está lanzada.
[…]
MANTENER EL RUMBO Y PREPARARSE PARA EL FUTURO
[…]
Señorías,
Los últimos años han demostrado todo lo que puede lograr Europa cuando está unida.
La integración de la UE avanza y se afianza en las grandes crisis. En esta época, lo está haciendo con una posición de reacción -más defensiva y mucho menos previsora-. Aun así, varios de los pasos dados como respuesta de emergencia son realmente trascendentales.
Tras una pandemia sin precedentes, nuestra producción económica superó los niveles anteriores a la crisis en un tiempo récord.
Pasamos de no tener vacunas a garantizar más de 4.000 millones de dosis para los europeos y para el mundo.
Y, en un tiempo récord, creamos el instrumento SURE para que los trabajadores pudieran mantener sus puestos de trabajo aunque sus empresas se hubieran quedado sin actividad.
Nos encontrábamos en la recesión más profunda desde la Segunda Guerra Mundial y logramos la recuperación más rápida desde el boom de la posguerra.
Y ello fue posible porque todos nos reunimos en torno a un plan de recuperación común.
NextGenerationEU ha supuesto un impulso para la confianza de nuestra economía.
El programa representa una auténtica revolución copernicana para la UE. Se fundamenta en la emisión de deuda común, antaño una línea roja infranqueable para Alemania y otros países, y representa una reacción anticíclica inversa con respecto a las políticas de austeridad implementadas en la crisis anterior.
Y su travesía no ha hecho más que empezar.
Hasta la fecha, se han desembolsado 100.000 millones de euros a los Estados miembros. Esto significa que hay 700.000 millones de euros que aún no han aterrizado en nuestra economía.
A fin de mantener el empleo y el crecimiento, NextGenerationEU garantizará un flujo de inversión constante.
Significará un alivio para nuestra economía pero, sobre todo, significará una renovación.
NextGenerationEU está financiando nuevas turbinas eólicas y parques solares, trenes de alta velocidad y renovaciones que ahorrarán energía.
Diseñamos NextGenerationEU hace casi dos años y, sin embargo, a fecha de hoy, sigue siendo exactamente lo que Europa necesita.
Por lo tanto, ciñámonos al plan.
Llevemos el dinero al terreno.
Señorías,
El futuro de nuestros hijos necesita tanto que invirtamos en sostenibilidad como que lo hagamos de manera sostenible.
Tenemos que financiar la transición hacia una economía digital y con cero emisiones netas.
Y, a pesar de ello, también tenemos que reconocer una nueva realidad caracterizada por una mayor deuda pública.
Necesitamos unas normas presupuestarias que permitan la inversión estratégica y que salvaguarden, al mismo tiempo, la sostenibilidad presupuestaria.
Unas normas adecuadas para los retos de esta década.
En octubre presentaremos nuevas ideas para nuestra gobernanza económica.
Se trata de la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Zona Euro, asunto que yace sobre la mesa desde hace tiempo y que es objeto de una complicadísima negociación. De momento, el Gobierno alemán sigue emitiendo señales bastante rígidas al respecto.
Pero permítanme compartir con ustedes algunos principios básicos.
Los Estados miembros deben tener más flexibilidad en sus sendas de reducción de la deuda.
La modificación de la norma que requiere la reducción de la deuda en exceso a un ritmo de 1/20 al año es de las pocas cosas sobre la que hay un amplio acuerdo, incluido por parte del ministro de Finanzas alemán, el liberal Lindner. Pero se trata de una cuestión que ni de lejos resuelve el meollo del asunto.
Sin embargo, debe existir una mayor responsabilidad en cuanto al cumplimiento de lo que se haya acordado.
Deben establecerse normas más sencillas que todos puedan seguir.
Para abrir el espacio a la inversión estratégica y otorgar a los mercados financieros la confianza que necesitan.
Tracemos el curso juntos hacia el futuro una vez más.
Con mayor libertad para invertir. Con un mayor control de los avances.
Con una mayor implicación por parte de los Estados miembros. Y con mejores resultados para los ciudadanos.
Volvamos a descubrir el espíritu de Maastricht: la estabilidad y el crecimiento solo pueden ir de la mano.
En definitiva, Von der Leyen elude completamente mojarse en esta cuestión. Sin duda, el discurso del estado de la Unión no es una circunstancia para adentrarse en complejos detalles, pero lo indefinido del mensaje da una medida de la dificultad de la negociación.
[…]
Señorías:
Paso a mi tercer punto relativo a nuestra clase media y nuestra industria.
Independientemente de si hablamos de chips a medida para la realidad virtual o de células de almacenamiento para instalaciones solares, el acceso a las materias primas es decisivo para el éxito de nuestra transformación hacia una economía sostenible y digital.
El litio y las tierras raras pronto serán más importantes que el petróleo y el gas.
Solo nuestra demanda de tierras raras se multiplicará por cinco de aquí a 2030.
Y eso es una buena señal.
Muestra el ritmo al que avanza nuestro Pacto Verde Europeo.
El único problema es que actualmente un solo país controla casi todo el mercado.
La presidenta evita explicitarlo, pero se refiere a China. En las últimas décadas, Pekín ha logrado construir una posición dominante en muchas materias primas estratégica, a menudo por la vía de ser el principal centro de procesamiento.
Debemos evitar caer de nuevo en una situación de dependencia, como en el caso del petróleo y del gas.
Aquí entra en juego nuestra política comercial.
Es esta una de las principales competencias de la UE. Sin embargo, su potencial se está viendo afectado por el considerable rechazo en las sociedades occidentales al libre comercio y a la globalización. Varios de los últimos intentos de sellar nuevos pactos comerciales han sufrido recorridos de ratificación con incidentes.
Las nuevas asociaciones nos ayudan no solo a fortalecer nuestra economía, sino también a promover nuestros intereses y valores a escala mundial.
Con socios afines podemos también garantizar unos estándares laborales y medioambientales más allá de nuestras fronteras.
Ante todo, debemos renovar nuestras relaciones con estos socios y con las principales regiones en crecimiento.
Por eso presentaré para su ratificación los acuerdos con Chile, México y Nueva Zelanda.
Y estamos impulsando las negociaciones con socios importantes como Australia y la India.
Sin embargo, asegurar los suministros no es más que el primer paso.
El procesamiento de estos metales es igual de esencial.
En la actualidad, China controla la industria transformadora mundial. Casi el 90% de las tierras raras y el 60% del litio se procesan en China.
Von der Leyen menciona estos dos ejemplos, pero China es dominante en muchos más casos. La Comisión elabora de forma periódica una evaluación de las materias primas de interés estratégico prioritario. En la de 2020 incluyó 30, y China es el actor principal en 19 de ellas, bien por su papel extractivo o de refinamiento.
Definiremos proyectos estratégicos a lo largo de toda la cadena de suministro, desde la extracción hasta el refinado, desde la transformación hasta el reciclado. Y crearemos reservas estratégicas allí donde el suministro esté en peligro.
Por eso, hoy anuncio una Ley Europea de Materias Primas Fundamentales.
Sabemos que este enfoque puede funcionar.
Hace cinco años, Europa puso en marcha la Alianza de Baterías. Pronto, dos tercios de las baterías que necesitamos se producirán en Europa.
El año pasado anuncié la Ley Europea de Chips. Y la primera gigafábrica de chips entrará en funcionamiento en los próximos meses.
Ahora tenemos que reproducir este éxito.
Esta es también la razón por la que aumentaremos nuestra participación financiera en proyectos importantes de interés común europeo.
Y para el futuro, impulsaré la creación de un nuevo Fondo para la Soberanía Europea.
Hagamos todo lo necesario para que la industria del futuro sea «made in Europe».
DEFENSA DE NUESTRA DEMOCRACIA
Señorías:
[…]
Desde el final de la II Guerra Mundial, hemos trabajado para hacer realidad la promesa de la democracia y del Estado de Derecho.
Las naciones del mundo han creado conjuntamente un sistema internacional que promueve la paz y la seguridad, la justicia y el progreso económico.
Hoy, eso es lo que está precisamente en el punto de mira de los misiles rusos.
Lo que hemos visto en las calles de Bucha, en los campos de cereales calcinados, y ahora a las puertas de la mayor central nuclear de Ucrania, no es solo una vulneración de las normas internacionales.
Es un intento deliberado de desecharlas.
Este hito en la política mundial requiere un replanteamiento de nuestra agenda de política exterior.
Es el momento de invertir en el poder de las democracias.
Esta labor comienza con el núcleo de nuestros socios afines: nuestros amigos de cada una de las naciones democráticas de este mundo.
Vemos el mundo con los mismos ojos. Y debemos movilizar nuestra fuerza colectiva para configurar el acervo mundial.
Debemos esforzarnos por ampliar este núcleo de democracias. La manera más inmediata de hacerlo es estrechar nuestros lazos y reforzar las democracias de nuestro continente.
Ninguna mención al auge de las extremas derechas, a un paso del Gobierno en países como Suecia o Italia, con el empuje o visto bueno de su grupo, el de los populares europeos.
Esta labor comienza con los países que ya están en la senda que conduce hacia nuestra Unión.
Debemos estar a su lado en cada uno de los pasos del camino.
Porque la senda que lleva a conseguir democracias sólidas y la senda que conduce hacia nuestra Unión son exactamente la misma.
Así que quiero que los ciudadanos de los Balcanes Occidentales, de Ucrania, de Moldavia y de Georgia sepan lo siguiente:
Formáis parte de nuestra familia, vuestro futuro está en nuestra Unión, y nuestra Unión no está completa sin vosotros.
La Comisión aboga firmemente por impulsar el proceso de ampliación. En ese eje, cuenta con el respaldo del Gobierno alemán, también favorable, como ha subrayado de manera muy explícita el canciller Scholz en un discurso seminal pronunciado en Praga. Sin embargo, el camino está sembrado de dificultades, entre ellas el profundo recelo de Francia.
También hemos visto que es necesario tender puentes a los países de Europa, más allá del proceso de adhesión.
Por eso apoyo el llamamiento en favor de una comunidad política europea, y presentaremos nuestras ideas al Consejo Europeo.
La comunidad política europea es una idea lanzada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, para forjar un foro de interacción sistemático entre países democráticos europeos más allá de la UE. Ha recibido también el respaldo de Berlín. Los partidarios de la ampliación temen, sin embargo, que esta iniciativa paralela contribuya a restar fuelle a la integración completa en la UE.
Pero nuestro futuro también depende de nuestra capacidad para establecer lazos más allá del núcleo de nuestros socios democráticos.
Los países, tanto los más cercanos como los más lejanos, comparten el interés de trabajar con nosotros en los grandes retos de este siglo, como el cambio climático y la digitalización.
Esta es la idea principal que subyace a la estrategia Global Gateway, el plan de inversiones que anuncié aquí mismo hace un año.
Se trata de un intento de respuesta europea a la Iniciativa de la Franja y la Ruta china, un enorme proyecto inversor lanzado por Pekín hace una década y que ha dado pasos consistentes con gran músculo financiero y evitando toda clase de cuestionamientos en materia de derechos humanos. La UE pretende movilizar unos 300.000 millones de euros en este, haciendo hincapié en valores de Estado de derecho y transparencia. EEUU también desarrolla un programa similar, y el G7 ha tratado de dar un impulso político conjunto a estas iniciativas en la cumbre de Elmau a principios del verano.
Ya está dando resultados sobre el terreno.
Estamos construyendo con nuestros socios africanos dos fábricas en Ruanda y Senegal para producir vacunas de ARNm.
Se fabricarán en África, para África, con tecnología de categoría mundial.
Y ahora estamos reproduciendo este modelo en toda América Latina en el marco de una estrategia de colaboración más amplia.
Esto requiere inversiones a escala mundial.
Para conseguirlo, colaboraremos con nuestros amigos de los Estados Unidos y con otros socios del G7.
En este sentido, el presidente Biden y yo convocaremos una reunión de dirigentes para revisar y anunciar proyectos concretos.
Señorías:
Esto forma parte de nuestra labor de fortalecimiento de nuestras democracias.
Pero no debemos perder de vista hasta qué punto los autócratas extranjeros tienen a nuestros países en el punto de mira.
Algunas entidades extranjeras están financiando instituciones que menoscaban nuestros valores.
Su desinformación se está propagando desde internet hasta nuestras universidades.
Bruselas pone el foco cada vez más en los agentes de influencia de países autocráticos como Rusia, Irán o China, que con distintos mecanismos tratan de colocar su mensaje en la opinión púbica europea y golpear los cimientos de la democrática, sembrando la desconfianza en las instituciones. Agentes de influencia que no solo son medios de comunicación que distribuyen propaganda, o cuentas en as redes sociales, sino también personas que difunden la narrativa en otros canales, como universidades, centros analíticos o pseudo laboratorios de ideas.
Este año, la Universidad de Ámsterdam cerró un centro de investigación supuestamente independiente, financiado en realidad por entidades chinas. Este centro publicaba supuestas investigaciones sobre derechos humanos, desechando como «rumores» las pruebas de la existencia de campos de trabajo forzoso para uigures.
Estas mentiras son tóxicas para nuestras democracias.
No nos olvidemos: hemos aprobado legislación para controlar la inversión extranjera directa en nuestras empresas por cuestiones de seguridad.
Si lo hacemos por nuestra economía, ¿no deberíamos hacer lo mismo por nuestros valores?
Tenemos que protegernos mejor de las injerencias malintencionadas.
Esta es la razón por la que presentaremos un paquete de defensa de la democracia.
Esta iniciativa sacará a la luz la influencia extranjera encubierta y la financiación turbia.
No permitiremos que ningún caballo de Troya de ninguna autocracia ataque nuestras democracias desde dentro.
Durante más de setenta años, nuestro continente ha avanzado hacia la democracia. Pero los beneficios de nuestro largo viaje no están garantizados.
Muchos de nosotros hemos dado por sentada la democracia durante demasiado tiempo. Sobre todo aquellos que, como yo, nunca han experimentado lo que significa vivir bajo el yugo de un régimen autoritario.
Hoy todos somos conscientes de que debemos luchar por nuestras democracias. Todos los días.
Debemos protegerlas tanto de las amenazas externas a las que se enfrentan como de los vicios que las corroen desde dentro.
La protección del Estado de Derecho es el deber y la misión más noble de mi Comisión.
Por lo tanto, permítanme asegurarles esto: seguiremos insistiendo en la independencia judicial.
Y también protegeremos nuestro presupuesto a través del mecanismo de condicionalidad.
En una conversación mantenida con y otros medios españoles esta semana, el comisario de Justicia, Didier Reynders, consideraba que la presión presupuestaria se está demostrando ya un instrumento eficaz, aunque invitaba a esperar antes de emitir un juicio sobre sus resultados. Reynders señala que se nota una mayor reactividad a las indicaciones de Bruselas, que reciben respuestas, pero queda por comprobar la fase de aprobación e implementación.
Pero hoy me gustaría centrarme en la corrupción, en todas sus vertientes. La de los agentes extranjeros que intentan influir en nuestro sistema político. La de las empresas turbias o las fundaciones que abusan del dinero público.
Si queremos resultar creíbles cuando pedimos a los países candidatos que refuercen sus democracias, también debemos erradicar la corrupción en casa.
Da un toque a Hungría, con problemas sistémicos de corrupción y a la que la Comisión ha amenazado con suspender fondos de cohesión si no los resuelve.
Por ello, durante el próximo año, la Comisión presentará medidas para actualizar nuestro marco legislativo de lucha contra la corrupción.
Reforzaremos las normas aplicables a delitos tales como el enriquecimiento ilícito, el tráfico de influencias y el abuso de poder, más allá de los delitos más clásicos, como el de soborno.
Y también propondremos incluir la corrupción en nuestro régimen de sanciones en materia de derechos humanos, nuestra nueva herramienta para proteger nuestros valores en el extranjero.
La corrupción erosiona la confianza en nuestras instituciones. Por lo tanto, debemos luchar con toda la fuerza de la ley.
[…]
Señorías:
Las instituciones democráticas deben ganarse constantemente la confianza de los ciudadanos.
Debemos estar a la altura de los nuevos retos que la Historia nos sigue planteando.
Como lo hicieron los europeos cuando millones de ucranianos llamaron a su puerta.
Esta es la mejor cara de Europa.
Una Unión de determinación y solidaridad.
Sin embargo, esa determinación y ese afán de solidaridad siguen faltando en nuestro debate sobre la migración.
Nuestras acciones en favor de los refugiados ucranianos no deben ser una excepción. Pueden ser nuestro modelo para el futuro.
Pese a las palabras de Von der Leyen, miles de migrantes se siguen enfrentando cada día a la discriminación y a un trato administrativo distinto al de los refugiados ucranios. Y eso no tiene visos de cambiar. La presidenta de Comisión no ha tenido ni una palabra para la medida danesa de deportar migrantes a Ruanda.
Necesitamos procedimientos justos y rápidos, un sistema a prueba de crisis y que pueda desplegarse rápidamente, y un mecanismo permanente y jurídicamente vinculante que garantice la solidaridad.
Al mismo tiempo, necesitamos un control efectivo de nuestras fronteras exteriores, sin menoscabo del respeto de los derechos fundamentales.
Quiero una Europa que gestione la migración con dignidad y respeto.
Quiero una Europa en la que todos los Estados miembros asuman la responsabilidad de los retos que compartimos.
Y quiero una Europa que muestre su solidaridad con todos los Estados miembros.
Hemos avanzado en el Pacto y ya disponemos de la hoja de ruta. Lo que necesitamos ahora es la voluntad política necesaria.
[…]
CONCLUSIÓN
Señorías:
Se dice que la luz es más brillante en la oscuridad.
Y así fue indudablemente para las mujeres y los niños que huyeron de las bombas rusas.
Huyeron de un país en guerra con el corazón lleno de tristeza por lo que dejaban atrás, y de temor por lo que acaso les esperaba.
Pero fueron recibidos con los brazos abiertos. Por muchos ciudadanos, como Magdalena y Agnieszka. Dos mujeres jóvenes y altruistas de Polonia.
Tan pronto como oyeron hablar de trenes llenos de refugiados, estas dos mujeres corrieron a la Estación Central de Varsovia.
Y empezaron a organizarse.
Instalaron una tienda para ayudar al mayor número posible de personas.
Se pusieron en contacto con las cadenas alimentarias de los supermercados y con las autoridades locales para organizar el traslado en autobuses a centros de acogida.
En cuestión de días, reunieron a 3 000 voluntarios para acoger a los refugiados a través de un servicio de asistencia activo las 24 horas del día.
Señorías:
Magdalena y Agnieszka están hoy aquí con nosotros.
Dediquémosles un fuerte aplauso. A ellas y a todos y cada uno de los europeos que abrieron sus corazones y sus hogares.
Su historia se refiere a todo lo que nuestra Unión defiende y se esfuerza en lograr.
Es una historia de corazón, carácter y solidaridad.
Una historia que demuestra lo que los europeos podemos conseguir cuando nos unimos en torno a una misión común.
Este es el espíritu de Europa.
Con un discurso algo más vibrante y beligerante que los que suele dar, sobre todo al principio, que toca todos los palos, Von der Leyen inicia también su campaña a la reelección como jefa del Ejecutivo comunitario cuando ya ha cumplido el ecuador de su mandato.
Una Unión que se mantiene fuerte y unida.
Una Unión cuyo éxito nace de su unidad.
Larga vida a Europa.
Vídeo: EPV
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