Revisionismos

El escritor Andrés Trapiello se asoma al balcón de su casa en el centro de Madrid.
El escritor Andrés Trapiello se asoma al balcón de su casa en el centro de Madrid.Jaime Villanueva

Las leyes generales se adoptan a las peculiaridades de cada sitio, y en España lo que sucede como tragedia se repite como sainete. Tenía algo paradójico que Andrés Trapiello, que ha investigado una tercera España que quedó engullida por la propaganda y la violencia en la Guerra Civil, viviera un eco de ese sectarismo.

El escritor ha sido galardonado con una de las medallas que concede el Ayuntamiento de Madrid. Aunque el PSOE votó a favor, la responsable de cultura, Mar Espinar, manifestó su oposición y acusó al autor de “revisionista”. Más tarde, en una desasosegante conversación con Carlos Alsina, Pepu Hernández, portavoz del PSOE en el consistorio, defendió el rechazo y no supo explicar las razones.

La idea del revisionismo se utilizaba en el marxismo para señalar una orientación incorrecta, a veces aliada con la burguesía. Conserva el matiz peyorativo: designa una especie de herejía. En la acusación la ignorancia se complementaba con el sectarismo. Andrés Trapiello merece la distinción porque es autor de obras valiosas sobre la ciudad, de libros muy distintos y admirables, y de uno de los proyectos más singulares de las letras contemporáneas ―el Salón de pasos perdidos―. Sobre la Guerra Civil ha escrito libros de referencia como Las armas y las letras (1994, 2019). Mostró el papel de los intelectuales, rescató libros y autores olvidados, reivindicó obras como Celia en la revolución. Como recordaba José Luis Melero, Trapiello ha defendido a muchas figuras de la República y el exilio, como Juan Ramón Jiménez, Chaves Nogales o Clara Campoamor. Un mérito añadido es que es una tarea hecha en solitario.

En esa obra pero también en muchas otras, como Sólo hechos y Ayer no más, o en el inolvidable artículo La batalla de Teruel, que publicó en este periódico, Trapiello, partidario de la legalidad republicana, ha mostrado también la complejidad y la dimensión humana de la contienda. Y luego Trapiello, como intelectual independiente, expresa sus opiniones políticas, a veces críticas con el Gobierno: eso forma parte de la discusión necesaria en una democracia liberal.

La política ―no las ideas o las medidas, sino el posicionamiento dogmático y narcisista― tiene la tentación de colonizarlo todo, y eso es malo para la política y para lo demás. El ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, hizo bien al corregir a sus compañeros de partido, que seguro que disfrutarían y aprenderían leyendo a Trapiello. @gascondaniel




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