El cambio de cromos es propio del baloncesto europeo, donde cada año las plantillas de equipos en España poco tienen que ver con las del anterior. Pero esto es fútbol. Si Olabe tuviera que trabajar cada verano para cambiar 10 piezas, o 14, la incertidumbre que rodearía a la Real sería mayúscula, y con razón, además de que hablar de ‘proyecto’ sería inviable.
Pues con esa situación deberá lidiar la Real de Garbiñe Etxeberria este verano salvo que convenza, mediante aumentos de salario y/o promesas deportivas, a gran parte de las 14 jugadoras que finalizan su vínculo con la entidad donostiarra este junio.
Los crueles ciclos
La historia se repite. La del verano de 2021. Por aquel entonces la Real había formado un gran equipo que había crecido tras la regeneración post campeonato de Copa de 2019. Ya estaba Natalia Arroyo al mando, pero todo indica que algo sucedió en aquel vestuario. Sea lo que fuere, la realidad es que 10 futbolistas abandonaron la Real. Y no precisamente jugadoras de relleno. Nahikari, jugadora franquicia y capitana, Latorre, Maitane, Baños, Mendoza, Lucía, Palacios, Quiñones, Itxaso y Lareo. Ocho titulares de las cuales varias están en grandes equipos actualmente.
La Real se repuso pero fue contra todo pronóstico, puesto que rehacer un equipo en la élite sin el poder del dinero no es nada fácil. Llegaron varias apuestas que funcionaron y ayudaron a clasificarse a la Champions como subcampeonas de Liga, pero podrían marcharse dos veranos después. 19 jugadoras repitieron este curso, pero el rendimiento no ha sido ideal, al contrario de cuando hubo revolución, un año atrás. También hubo ‘milagro’ en el año de la Copa. Se marcharon siete futbolistas y el equipo terminó levantando el primer título de la sección. Desde entonces y hasta la revolución pocos cambios cada veranos. No siempre sale cara al tirar una moneda, pero puede que sea la única esperanza del proyecto ahora mismo.