La Guardia Civil se ha incautado en Bétera (Valencia) de la mayor colección de animales protegidos disecados de España y una de las mayores halladas en Europa, que incluye rinocerontes, osos polares y hasta elefantes. La operación, denominada Valcites, ha descubierto en una gran finca los ejemplares, además de otros objetos. Su propietario, que no está detenido, se encuentra investigado por presuntos delitos contra la protección de la flora y la fauna silvestre y por contrabando.
El instituto armado no ha facilitado su identidad pero el investigado, un empresario valenciano —hijo del industrial fallecido Francisco Ros Casares, según Levante-EMV—, deberá prestar declaración ante el Juzgado de Instrucción 2 de Llíria. Los investigadores consideran que las piezas pueden tener un valor cercano a los 30 millones de euros —aunque es un cálculo conservador—. La investigación sigue abierta, según ha confirmado este domingo el teniente jefe del Equipo de Protección de la Naturaleza de la Comandancia de la Guardia Civil (Seprona) de Valencia y responsable de la operación, Carlos Domínguez.
Las pesquisas se iniciaron en noviembre del año pasado, cuando el Seprona tuvo conocimiento de una posible colección privada de especímenes situada en el término municipal de Bétera, una localidad de alrededor de 23.000 habitantes situada a unos 20 kilómetros de la capital valenciana.
Los agentes desplegaron el pasado miércoles, 6 de abril, la operación ante los indicios racionales de delito y pidieron al propietario acceso voluntario para el registro a su finca, con un chalé de tres plantas y dos naves en su interior. El dueño se negó y finalmente pudieron acceder con un mandamiento judicial y lo que se encontraron fueron 1.090 ejemplares disecados, de los que 405 pertenecían a especies protegidas Cites (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres). Entre ellos especies con diversos niveles de protección, que incluyen algunas como el guepardo, leopardo, león, lince, oso polar, pantera de las nieves, rinoceronte blanco… También hay ejemplares de animales extintos, como el oryx dammah (un tipo de herbívoro africano similar a la gacela), o en grave riesgo de extinción, como el adax (otro herbívoro africano) o el tigre de Bengala.
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Además, el investigado tenía numerosas piezas procedentes de estos animales, entre ellas casi 200 grandes colmillos de marfil de elefantes de más de dos metros, 20 patas de elefante, pieles de leopardo y guepardo. En total, más de 70 especies distintas procedentes de los cinco continentes. Según los cálculos del Seprona, los animales y las piezas halladas tendrían un valor aproximado de unos 30 millones de euros.
Los agentes han contado con la colaboración del Instituto de Medicina Legal, que, mediante un sistema de ondas, especifica qué tipo de especies son y data el marfil encontrado. “Pensábamos que la colección sería grande pero cuando accedimos a la nave superó con creces nuestras expectativas. Fue una escena dantesca”, explica el jefe del Seprona en Valencia. En el registro se encontraron también taburetes realizados con patas de elefante, un sofá con piel de cocodrilo y otras piezas de mobiliario.
En la siguiente fase de la operación, los agentes procederán al análisis de toda la documentación aportada por el autor para justificar la tenencia de las piezas reseñadas. De momento, no ha aportado ningún certificado de estos animales, ha confirmado Domínguez. Mientras, las diligencias han sido entregadas en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 2 de Llíria, que continuará con las investigaciones. “Lo duro de la operación empieza ahora”, ha asegurado Domínguez.
En la operación han colaborado los inspectores y técnicos facultativos de la Unidad Técnica de la Jefatura del Servicio de Protección de la Naturaleza y miembros del Instituto Legal y Ciencias Forenses, que gracias al sistema integrado de gestión y control de la calidad y del medio ambiente han conseguido identificar a las especies protegidas. También se ha contado con la colaboración de Europol, enmarcada dentro de las actuaciones Empact, de las cuales el Cuerpo de la Guardia Civil es colíder.
La intención es que, dado su buen estado de conservación, las piezas naturalizadas acaben en un museo de ciencias naturales. Los ejemplares permanecen en la nave original, que ha sido precintada por la jueza del caso. Según Domínguez, las dos ilegalidades imputables sumarían de uno a dos años de cárcel por un delito continuado contra la fauna, y de uno a cinco años por contrabando.
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