Río de Janeiro y otras ciudades de Brasil suspenden el Carnaval callejero por la amenaza de ómicron



Participantes en el Carnaval callejero de Río en 2020, días antes de que se detectara en Brasil el primer caso de la covid.MARCELO CARNAVAL (REUTERS)

Brasileños y turistas se van a quedar por segundo año consecutivo en más de un siglo sin un Carnaval como aquellos de antes de la pandemia. El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, anunció este martes a última hora la suspensión de los actos del Carnaval callejero, es decir, los conciertos de artistas que desde autobuses con la música a todo volumen reúnen multitudes de cientos de miles de personas. La decisión, explicó, obedece al aumento de los contagios por la variante ómicron. En la misma comparecencia, recalcó que se mantiene el desfile de las escuelas de samba a finales de febrero.

Paes está muy interesado en calibrar bien el mensaje porque el Carnaval es uno de los motores económicos de la ciudad, el gran atractivo para los turistas locales y extranjeros. De ahí su empeño en distinguir los festejos callejeros anulados del desfile de samba que se televisa a todos el mundo y se celebra en el sambódromo. Brasil es uno de los países más vacunados de Sudamérica.

Este miércoles se han conocido por fin las normas para la inmunización de los niños tras semanas de bronca política, con trabas del presidente y un Ministerio de Salud que ha arrastrado los pies. Las inyecciones a los que tienen entre 5 y 11 años comenzará el día 14, todos recibirán Pfizer y finalmente no requerirá receta médica como pedía Bolsonaro, que ya anunciado que su hija, Laura, de 11 años, no será vacunada. La madre de la niña aprovechó un viaje oficial a Nueva York para inmunizarse allí.

El Carnaval de 2021 entró en la historia porque no se celebró. El coronavirus impidió la celebración de una fiesta que en la capital carioca había sobrevivido a otras epidemias, a todo tipo de calamidades y a la dictadura. Los de 1892 y 1912 fueron suspendidos, pero se celebraron meses después.

Otras ciudades conocidas por sus espectaculares y multitudinarias fiestas de Carnaval como Salvador de Bahía, Olinda o Recife también han anunciado que suspenden los actos oficiales ante el avance de la nueva variante del coronavirus. São Paulo, que desde hace años apuesta con éxito por los eventos carnavalescos callejeros para rivalizar y complementarse con Río, tiene previsto tomar una decisión este jueves en función de los datos epidemiológicos. Las autoridades de esta ciudad de 12 millones de habitantes sopesan adaptar la fiesta al coronavirus y celebrarla en un recinto cerrado al aire libre, el circuito de Fórmula 1 de Interlagos.

La llegada de ómicron ya deslució las celebraciones de Nochevieja en las ciudades costeras. Río tuvo lanzamiento de fuegos artificiales en la playa de Copacabana, pero nada de conciertos.

Los positivos de covid han aumentado en capital carioca del 1% a mediados de diciembre al 13% esta semana. Un incremento en línea con lo que sucede en el resto de Brasil y en Europa. Las fiestas masivas al aire libre amenazaban con convertirse en auténticos nidos de contagios. “El Carnaval callejero, por su propia naturaleza y por el aspecto democrático que tiene, genera la imposibilidad de ejercer cualquier tipo de inspección, explicó el alcalde Paes. Más de 500 blocos (comparsas) se habían inscrito para los festejos de este año. Este ha ofrecido a las comparsas una alternativa, fiestas más reducidas y de aforo limitado en tres puntos de la ciudad pero no han aceptado.

Precisamente eso, la posibilidad de controlar a los asistentes, es lo que salva la fiesta en el sambódromo, el evento que con permiso de la covid es una de las postales cariocas en todo el planeta. “En Sapucaí (nombre oficial del sambódromo) tendremos Carnaval porque allí es más fácil hacer un control de entrada”, dijo el regidor. La idea sería exigir la cartilla de vacunación y en un momento dado también test negativo para entrar en el recinto diseñado por Oscar Niemeyer, que se ubica en el centro.

El desfile carnavalesco de las escuelas de samba es en sí mismo un sector económico de Río. Entre costureras, zapateros, diseñadores, músicos o compositores genera miles de empleos vitales en estos tiempos de inflación y altas tasas de desempleo. Cada una de las escuelas que desfilan a lo largo de varias noches en un concurso que el país sigue con atención por televisión llega a movilizar hasta 5.000 sambistas que interpretan una historia mientras avanzan a lo largo del medio kilómetro al ritmo de la música.

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