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Risi, los gusanitos de toda la vida entran en la madurez

Risi posee 15 marcas, entre ellas gusanitosGetty Images/iStockphoto

Acaba de cumplir medio siglo de vida produciendo y vendiendo gusanitos, patatas fritas y aperitivos variados. Cinco décadas en las que las ventas le han sonreído a imagen del logo de la empresa, que representa al famoso niño de la gran sonrisa. Una evolución en positivo que no ha estado exenta de algún altibajo, como la suspensión de pagos que registró en los años noventa o la bajada de la facturación prevista para 2020 derivada de la crisis sanitaria, según reconocen fuentes de la empresa.

Risi es la heredera de Chips Ibérica, una fábrica madrileña de patatas fritas que en 1970 adquirió la familia Gómez Cuétara, famosa por las galletas que llevan su apellido. “Risi es una empresa familiar, capitaneada desde hace 15 años por la segunda generación, con mi hermana Marta en la presidencia y yo como consejero delegado. Un cambio siempre difícil, pero que hemos encauzado bien”, afirma Juan Gómez Cuétara, consejero delegado de Risi.

Crecimiento

Los Gómez Cuétara han visto crecer a Risi poco a poco y de forma orgánica, aunque también han abierto la mano a algunas adquisiciones, unas fallidas y otras no. En 2015 apostaron por la empresa Fiesta, un emblema de la producción de caramelos durante décadas en España, que, tras caer en concurso de acreedores, se presentaba como una buena oportunidad. Pero la compra se truncó. “Fue un proceso de subasta, una empresa colombiana hizo una apuesta mejor que la nuestra y se la quedó. Eso fue todo”. Unas compras que, por el contrario, sí tuvieron un mejor final tras quedarse con la sección de galletas y caramelos de la marca Virginias, con sede en Reus (Tarragona), en diciembre de 2018 por dos millones de euros. Una adquisición que hizo volver al sector de las galletas a los que fueran dueños de Cuétara, hasta que vendieron la empresa al grupo SOS Arana.

“Solo nos quedamos con las marcas y las fórmulas. La parte de turrones y las instalaciones de Virginias pasaron a manos de la empresa Acrimont. Este era un negocio muy distinto, del que no teníamos el conocimiento necesario y decidimos no comprar”, sostiene el consejero delegado. Tras esta adquisición, la producción de galletas se llevó a la factoría de Marchena (Sevilla), donde invirtieron seis millones de euros para adecuarla. “Cuando acabamos la reestructuración en 2019, teníamos un plan para renovar el porfolio de producto y hacer cosas nuevas, pero se nos vino encima la crisis sanitaria. El plan tendrá que esperar hasta 2021”, añade.

La firma, con más de 300 empleados repartidos entre la sede principal de Daganzo, la de Loeches (ambas en Madrid) y la de Marchena, en Sevilla, comercializa 15 marcas entre galletas y aperitivos. Marcas como Gusanitos, Risketos y Palomitas son la terna que agrupa el grueso de la facturación, alrededor de un 60% sobre un total que el pasado año alcanzó 44,6 millones de euros, lo que supuso un crecimiento del 12% respecto a 2018, con un beneficio de 4,58 millones.

“En 2020, la facturación va a estar más cerca de la de 2018 y los beneficios se van a resentir. Ahora las previsiones cambian cada 15 días”, sostiene Gómez Cuétara. Aun así, las cifras sitúan a Risi en el quinto puesto en el ranking de facturación de empresas de este sector, pero en el segundo como marca de lo que la empresa madrileña llama snacks puro. “Hay compañías que venden más porque producen marca blanca para grandes de la distribución, que nosotros no hacemos, y porque además incorporan otros productos, como pipas o frutos secos, que tampoco tenemos”, apunta.

La situación actual de pandemia también ha pasado factura a Risi, tanto en las previsiones con Virginias, que les ha supuesto un 3% de las ventas frente al 7% esperado, como en los puntos de venta, aquí de forma dual. Por un lado, la venta en el canal de impulso (bares, cafeterías, institutos, colegios…), que concentra el 65% de sus ventas y que estuvo cerrado durante la pandemia, les ha dejado tocados, con una caída del 25%. Mientras, en el canal de distribución (tiendas, supermercados…) que suma el 30% de sus ventas, su caja ha aumentado entre un 30% y un 35%. También el canal de conveniencia (gasolineras, aviones, estaciones de tren…), que supone el 5% restante de sus ingresos, ha visto desplomarse las ventas este año un 70%.

Canal impulso

Pese a la buena marcha de las ventas en el sector de la distribución, el directivo de Risi sigue apostando por el canal de impulso. “Estamos haciendo promociones especiales, hemos aumentado la red de ventas e incluso hemos refrescado todo el producto. Retiramos el que había antes del confinamiento y hemos servido producto nuevo. Hay que sembrar para salir reforzados en el futuro”.

La exportación no es un punto fuerte de la empresa. Apenas aporta un 6% de los ingresos, y es que el producto, como explica el directivo, “viaja mal, ocupa mucho y deja poco margen de beneficio. Llenar un contenedor de gusanitos es caro y el coste logístico es muy alto”. Marruecos es ahora su principal y casi único destino. En breve estarán en Francia y es probable que en Portugal abran mercado. La exportación “no va a ser una prioridad en aperitivos, pero sí lo será en galletas cuando renovemos la gama”, sostiene Gómez Cuétara.

En lo que sí están empeñados es en invertir en tres direcciones. Una en sostenibilidad, donde han gastado 800.000 euros en una planta fotovoltaica. Un segundo objetivo es la producción, en la que han invertido unos 700.000 euros en una línea en Loeches que dobla la capacidad de producción de patatas fritas. Y la tercera tiene como fin implantar un nuevo sistema de gestión integral, “con el que esperamos transformar la empresa”, concluye el directivo.


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