El Milan de Arrigo Sacchi, heredado por Fabio Capello, ha legado a la historia del fútbol mundial una serie de grandes futbolistas que no dudaron después en convertirse entrenadores. Conocidos como los hijos de Sacchi, pocos compañeros de profesión pueden presumir de haber tenido dos catedráticos de tal magnitud. Roberto Donadoni (Cisano Bergamasco, Italia; 57 años) es uno de ellos. Centrocampista de calidad, buen regate, visión de juego, ganó todo lo que se puede ganar con su equipo de toda la vida, tres Champions incluidas, y en la selección italiana se quedó a tres penaltis de la gloria en el Mundial de Estados Unidos 94 donde Italia perdió la final ante Brasil en la tanda definitiva.
Nacido en la provincia de Bérgamo, formado en el Atalanta (96 partidos, cinco goles) y rival directo de los clubes españoles y de la selección durante su gran época en el Milan, Donadoni se presenta como un buen interlocutor en la víspera del partido de vuelta de la Champions. El pasado lo vivió como protagonista. El presente como entrenador-espectador.
Pregunta. En diciembre ha finalizado su última experiencia como entrenador en China. ¿Los equipos de Donadoni piensan como jugaba Donadoni?
Respuesta. Para un entrenador es fundamental comprender qué jugadores tiene, tanto en el material humano como técnico. Entonces sabes si puedes modelar el equipo a tus ideas futbolísticas. Como técnico he cambiado muchas veces dependiendo de los jugadores que tenía. Es importante tener la capacidad de adaptarse. Cuando tengo jugadores que lo pueden hacer, apuesto por un fútbol propositivo, de ataque, de tener el balón y el control de juego. Es lo que me gusta. Me preocupo esencialmente de mi equipo, de tener una filosofía de juego y de que los jugadores comprendan lo que queremos hacer. De esta forma debemos preocuparnos menos del rival.
P. Usted nació en la provincia de Bérgamo. ¿El Atalanta era su equipo de la infancia o era de uno de los grandes de Italia?
R. Siempre fui milanista, pero no olvido que es mi ciudad, que jugué, crecí allí y siempre he estado muy ligado al Atalanta. De chaval mi sueño era vestir la camiseta del Milan y cuando tuve la oportunidad de fichar acepté sin pensarlo, pero nunca olvido que el Atalanta me dio la posibilidad de convertirme en un jugador de nivel.
P. ¿Quedó muy defraudado, o molesto, con el Atalanta-Real Madrid de la ida?
R. Fue un partido condicionado por la expulsión. El Atalanta tuvo que jugar 10 contra 11 y esos 11 eran del Real Madrid. El árbitro se apresuró en la expulsión, estuvo demasiado veloz en sacar la tarjeta roja, cuando era como mucho una amarilla. Eso le dio un punto totalmente diferente al partido. Estoy seguro de que en Madrid no será fácil, pero once contra once el Atalanta podrá jugar sus cartas.
P. ¿Como entrenador piensa como su colega Gasperini, que dijo tras el partido que decisiones como la que tomó el árbitro, pueden significar el suicidio del fútbol? ¿Estuvo un poco exagerado?
R. Dicho de esa forma suena un poco exagerado, pero son situaciones que en competiciones importantes cambian todo. Un árbitro en esta competición debe valorar bien sus decisiones para que no ocurra lo que pasó, que se jugó un partido distinto del que se esperaba y puede incidir directamente en una clasificación.
P. ¿Qué siente un entrenador que ha trabajado una, dos semanas, en la preparación de un partido tan trascendental como este y a los 15 minutos tiene que jugar a algo totalmente distinto?
R. Un entrenador tiene que ser bravo para gestionar estas situaciones que estropean el trabajo que has hecho. Son momentos particulares donde debe prevalecer el equilibrio, la fuerza de voluntad, y hay que buscar cómo superar el momento. Si este tipo de problemas te afectan, corres el riesgo de crearte coartadas y no discernir las posibilidades que te quedan. Estos sucesos te obligan a pasar página y poner todo tu conocimiento para el próximo partido. Es la única forma de superar un error como ese.
P. ¿Le gusta el VAR?
R. Sí, es un beneficio para el fútbol, aunque haya momentos que pueda crear dificultades.
P. ¿Hace 10 o 15 años usted se podía imaginar un Atalanta que jugara la Champions y plantara batalla a los grandes clubes de Europa? ¿Es un milagro?
R. Difícil pensarlo, la verdad, pero no lo considero un milagro. Cuando sucede lo que está sucediendo no me gusta hablar de milagros. Los milagros suceden cada mucho tiempo. Cuando un equipo tiene esta continuidad no se puede hablar de ello. Solo de trabajo. Con el actual presidente, Percassi, el club está dando enormes pasos hacia delante en todos los sentidos desde hace años. Programación, ideas, capacidad de hacer negocio… Y todo esto junto, con un gran entrenador, hace posible que una ciudad como Bérgamo pueda competir con el Real Madrid o el PSG. Es el fruto del trabajo de unas personas con una capacidad óptima.
P. Gasperini, desde la distancia, parece un entrenador particular. Con mucho carácter, ideas futbolísticas fijas, un modelo claro…
R. Es un entrenador que, sobre todo, lleva adelante su filosofía de juego. Entre las capacidades de un entrenador debe existir también la de saber cambiar, pero depende de muchos factores. Él sabe convencer a sus jugadores de lo que quiere, les hace creer que esa es la filosofía buena y consigue los resultados que está obteniendo. Solo hay que felicitarle.
P. ¿Puede el Atalanta ganar en Madrid?
R. Sí, puede hacerlo. Debe jugar con toda su energía y capacidad. No tener miedo. Cuando se juega contra un equipo como el Madrid hay que tener la capacidad de no conceder, de no regalar nada. Si concede, correrá riesgos, pero al mismo tiempo seguro que tendrá que hacerlo en los últimos 20-30 minutos. En los primeros 60 debe hacer su partido, como siempre hace.
P. ¿Le desilusionó el Madrid en Bérgamo?
R. Afrontar al Atalanta no es fácil, pero, claro, cuando juegas 11 contra 10 durante tantos minutos, de un equipo como el Real Madrid cabe esperar un poco más, cualquier cosa mejor, más ocasiones de gol, pero no las tuvo, por eso el Atalanta debe comprender que está a la altura del Real Madrid.
P. Como jugador se enfrentó a Zidane. Usted en el Milan y él en la Juve. ¿Han tenido contacto después de esa época?
R. Solo en el campo. No hemos tenido oportunidad nunca de hablar de fútbol.
P. A lo largo de su carrera futbolística se ha pasado la vida jugando contra los equipos españoles y contra la selección. ¿Qué recuerda de aquellos partidos, del 5-0 en San Siro al Real Madrid o el 4-0 al Barcelona en la final de la Copa de Europa de Atenas?
R. Son recuerdos que tengo muy vivos. Cuando te enfrentas a un equipo como el Real Madrid con esos grandes jugadores y eres capaz de ganar 5-0 no lo olvidas nunca… Lo importante era jugar contra ellos. El estímulo era máximo. Cuando juegas contra otros jugadores más débiles, todo es más fácil, pero cuando te enfrentas a jugadores de ese nivel y ganas, muestras tu verdadera capacidad.
P. Se dice que, en la final de Atenas, Johan Cruyff no valoró antes del partido en su justa medida al Milan…
R. No sé lo que el gran Cruyff dijo e hizo antes del partido. Lo que sentíamos nosotros, lo que se decía, era que el Barcelona pensaba que iba a vencer fácilmente al Milan. Y cuando tú vas a jugar contra los grandes equipos y les das ese tipo de estímulos puede resultar muy peligroso, que fue lo que después sucedió.
P. Aunque estuviera en un grande de Europa como el Milan, ¿nunca, en esos años, tuvo la oportunidad o el deseo de jugar en España, en el Real o el Barça?
R. Hubo una oportunidad. Cuando finalicé en el Milan y me fui a jugar a los Estados Unidos. A los pocos meses de estar allí me llamó Capello, que era entrenador del Real Madrid, y me preguntó si quería ir a jugar allí. Me dijo que necesitaba un jugador con mis características. Pero no sé cómo el Milan se enteró y me dijo que si volvía en Europa debía volver a casa. No tenía ninguna obligación de volver, pero lo hice por una cuestión en la que mandó el corazón. Hubiera estado muy bien jugar en el Real Madrid. Ahora, cuando hablo de ello, me arrepiento un poco porque hubiera sido una gran oportunidad.
P. ¿Cómo era el Milan de Sacchi? ¿Cómo ha contribuido a la historia del fútbol?
R. Con su filosofía de juego, el modo de trabajar, el modo de interpretar la profesión. Sacchi fue un gran innovador. Dedicó todo su tiempo a la profesión y nos dio a los jugadores la posibilidad de ser un gran equipo e inculcó en muchos de nosotros la ilusión de ser entrenadores en un futuro. En los siguientes años, con Capello, aún sacábamos fruto al trabajo que habíamos hecho con Arrigo, unido a la aportación que Fabio supo dar. Dio valor a su herencia. Como entrenadores eran distintos. También de carácter. Sacchi no había sido nunca jugador y no había estado dentro de un vestuario, mientras que Capello, sí. Esta era su ventaja.
P. Solo le faltó ganar un Mundial. ¿Le ha dado muchas vueltas a aquella final contra Brasil?
R. En el 90 perdimos en semifinales y en el 94 en la final. No, no he pensado tanto en aquel partido. Siempre he intentado olvidarme de esas situaciones. Siempre lo importante es el día después. La vida se debe afrontar así. Mirar hacia delante. Lo sucedido no podemos cambiarlo.
P. ¿Considera que el fútbol está cambiando de tendencia?
R. Sí. Hoy el aspecto físico es un componente importante. Los equipos marcan la gran diferencia cuando tienen jugadores de gran capacidad física y a la vez una gran capacidad técnica. La idea general es tener jugadores con una gran capacidad atlética. Pero a mí me sigue gustando ver jugadores técnicos.
P. Ahora parece que lo que en España se llama juego de toque está un poco en desuso.
R. No es cuestión de ser antiguo o estar en desuso. Todos los equipos estudian y comprenden el fútbol que hay que hacer y buscan los antídotos para los otros. Puede ser que ahora el tiki-taka sea menos bello de ver o dé menos resultados. Un entrenador debe llevar adelante su filosofía de juego, su mentalidad, pero la que tienes dos o tres años no puedes pensar que funcione siempre. En cualquier tipo de juego, de táctica, de mentalidad, tienes que poner alguna variante.
P. ¿Antes de retirarse espera ser el entrenador del Milan?
R. Me gustaría. Han existido dos o tres momentos en los que pensé que podía haberlo sido, pero no se dio. Estaba en China, el Mila me llamó porque cambió de entrenador, pero estaba comprometido con el club chino y por una cuestión ética no podía irme de la noche a la mañana. Veremos el futuro qué nos depara.
Los Italia-España y el susto de Belgrado
Sentado en el banquillo de Italia en aquellos cuartos de final de la Eurocopa 2008, Roberto Donadoni fue testigo directo del comienzo de la etapa dorada de La Roja. “Jugar contra Italia no era fácil para nadie. En aquellos años míos de jugador, éramos muy fuertes. Es verdad que España no llegaba a las rondas finales, pero siempre estaba cerca. Cuando fui seleccionador, perdimos contra España. Ese partido cambió la historia del fútbol español. Si en esos penaltis hubiéramos ganado, claramente no hubieran ganado ese Europeo y quizás, después, no hubieran ganado el Mundial y el segundo Europeo. Esa victoria le dio a España una gran convicción y un estímulo para comenzar a ganar. Ese día no hubiera apostado por que España fuera después a ganar todo lo que ganó, pero sí vi un equipo con un gran potencial”.
En 1988, Donadoni vivió un momento trágico en un Estrella Roja-Milán. En un choque con un jugador yugoslavo perdió el conocimiento y el médico de la selección rival le tuvo que romper la mandíbula para que no se ahogara. En su memoria no queda nada de aquel incidente. “No es algo que se me haya podido venir a la memoria después porque no me acuerdo de cómo sucedió. Sé que el doctor me salvó la vida, que me desperté en el hospital y que ese año ganamos la Copa de Europa. Fue un incidente sin más. No puedo pensar que un futbolista pueda entrar en un campo de fútbol para hacer mal a un compañero”.
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