Rodrigo Chaves, presidente electo de Costa Rica: de la ‘revolución’ a la moderación realista



El presidente electo de Costa Rica, Rodrigo Chaves, junto al excandidato José María Figueres, el pasado 5 de abril.MAYELA LOPEZ (REUTERS)

“Primero que todo quiero agradecerle al señor expresidente la enorme amabilidad y el gesto caballeroso de haber venido a mi casa”, dijo el martes el presidente electo de Costa Rica, Rodrigo Chaves.”Muchísimas gracias, don José María, me parece que usted como mi invitado de honor debería empezar [a hablar]”, agregó. Lo hizo juntando las manos en modo sacerdotal después de la reunión que difícilmente se hubiera previsto horas antes, cuando lo señalaba como símbolo de todo lo malo de la política que prometía erradicar con la “revolución” popular que se impuso el domingo en las urnas.

Rodrigo Chaves mostró 48 horas después el lado conciliador que por norma adopta el presidente electo en la estable democracia centroamericana, en una cultura reacia al conflicto. Tanta cordialidad no dejaba de ser llamativa, tratándose del hombre que hizo de la dinamita uno de sus principales recursos de campaña. Figueres también lo atacó con especial dureza, pero los focos son para el ganador del balotaje del domingo, que desde su mensaje triunfal quiso neutralizar la pólvora que esparció en la contienda.

“Asumo el sagrado compromiso de hacer un Gobierno democrático, de diálogo, respetuoso de la Constitución, de la ley y de los valores costarricenses”, decía minutos de saberse ganador del balotaje, en un discurso en el que habló del “milagro costarricense”. La frase alude al modelo de bienestar que mencionaba el caudillo y estadista del siglo XX José Figueres Ferrer, padre del expresidente José María Figueres, contendor de la hostil campaña electoral que derivó en el triunfo de Rodrigo Chaves.

Hubo acusaciones personales, insinuaciones de trampa electoral, encendidas críticas a la prensa y filtraciones de contenidos privados. “Una campaña que distó mucho de las tradiciones republicanas del país”, dijo el informe preliminar de la Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Pero todo cambió desde la noche del domingo. “Ya la celebración pasó, ahora la bandera que debe ondear en nuestros corazones es la azul, blanco y rojo”, reiteró el lunes en su primera rueda de prensa, tras reconocer que, si bien ganó con un 53% de los votos, la abstención fue del 43%. Siete de cada 10 costarricenses no votaron por él en el balotaje y muchos de quienes sí lo apoyaron lo hicieron motivados por el deseo de bloquear a Figueres. En la primera vuelta, Chaves sumó los votos de poco más del 8% del censo nacional; tras obtener el boleto al balotaje su principal fortaleza fue no ser Figueres.

Pero las condicionamientos para Chaves no acaban ahí. La elección de la Asamblea Legislativa unicameral que loa acompañará quedó dividida en seis bloques. El oficialista Partido Progreso Social Democrático (PPSD) posee solo 10 escaños, detrás del Partido Liberación Nacional (PLN), el de Figueres, con 19. Las otras cuatro bancadas pueden recordar también otros ataques que les dedicó Chaves a sus candidatos o la advertencia de que podría echar mano a referendos populares para aprobar las iniciativas que objeten los diputados. El grupo oficialista es, además, una suma de políticos que hasta hace un año no se conocían entre sí ni con Chaves.

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Chaves deberá con este lastre armar equipo de Gobierno para sustituir en el poder a Carlos Alvarado el 8 de mayo. No dio pistas en la campaña. Ahora mantiene un correo electrónico donde las personas interesadas pueden enviar su currículo para que lo analice una comisión y llegue a una entrevista posterior con el presidente electo. El PPSD no tiene cuadros propios y la promesa -aplaudida- era no acudir a los tres partidos que han gobernado en las últimas décadas. Pero la realidad es cruda y en esta semana Chaves bajó la barda: ahora sí ve posible incorporar altos jerarcas de las últimas administraciones. Cuando un periodista le preguntó si no estaba incumpliendo la promesa, Chaves pensó dos segundos la respuesta y simplemente dijo: “no”.

La realidad prima sobre las promesas, explica Daniel Zovatto, observador del proceso electoral en Costa Rica y director regional para América Latina y el Caribe en el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA, con sede en Estocolmo). “Rodrigo Chaves enfrenta grandes desafíos en materia de gobernabilidad frente a presión por las demandas populares que atendió electoralmente con su discurso antisistema, antipartido y antiélites, pero ahora necesita gobernar democráticamente y tratar de dar esas respuestas de manera eficaz. Si no, el desgaste que tendrá será muy alto, como lo sufren Pedro Castillo en Perú, Guillermo Lasso en Ecuador e incluso Gabriel Boric en Chile”, comentó en San José.

Zovatto coincide con lo que manifiestan algunas voces críticas en redes sociales: hubo un Rodrigo Chaves candidato y hay otro Rodrigo Chaves en su fase de presidente electo. “La pregunta es cuál Rodrigo Chaves se verá al asumir la Presidencia”, añade el analista internacional, antes de advertir que el Ejecutivo en Costa Rica está condicionado por un marco legal, con sujeciones a instituciones de control y, en última instancia, sin un Ejército con el cual ejercer la fuerza.

Chaves, sin embargo, tiene garantizado el cargo completo de cuatro años, pues el país carece del recurso de revocatoria de mandato, aunque otra de los condicionantes serán posibles causas judiciales que, por presuntos delitos en financiamiento electoral, comprometan al tesorero del PPSD, Steffen Brunner, elegido como vicepresidente en la fórmula liderada por Chaves. En caso de que avancen las investigaciones penales, el mantenimiento o retiro de la inmunidad quedará en manos de esa Asamblea Legislativa donde el 82% de los legisladores son opositores.

En el terreno queda una mayoría popular que evitó apoyar a Chaves y grupos activistas feministas que lo repudian por sus antecedentes de conductas sexuales inapropiadas en el Banco Mundial. Hay también sectores preocupados por los mensajes populistas y mordientes que proyectó en campaña, tanto como entusiastas votantes del PPSD que desean ver cumplida la promesa de “barrer” la política tradicional. Este viernes, cuando Chaves cambió su foto de perfil por una con los colores de la bandera nacional, varios de sus seguidores reaccionaron con la imagen de una escoba.

“Chaves deberá encontrar un balance para negociar con los límites de democracia sin defraudar a sus votantes propios y a quienes le dieron un voto prestado, como ocurre en las segundas rondas. Está necesitado de moderar el tono y, al mismo tiempo, cumplir sus promesas pronto, en un complejo contexto económico y social”, añade Zovatto, en referencia a la subida de la inflación en marzo hasta el 5,8% interanual, la cifra más alta en la última década.

Pese a la recuperación económica pos pandemia, en los sondeos la población señala como principales problemas el costo de la vida y la crisis de empleo por encima de la corrupción. Los combustibles alcanzaron en marzo precios récord por el contexto internacional y la aplicación de un impuesto que Rodrigo Chaves, ministro de Hacienda en el primer semestre del 2000, se opone a reducir.

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