Esta madrugada Rosalía (Sant Esteve de Ses Rovires, 28 años) ha estrenado el segundo adelanto de su nuevo álbum, Motomami, que verá la luz el 18 de marzo. El primer sencillo del disco fue aquella bachata casi convencional presentada a finales de 2021, menos digital y disonante de lo deseado, titulada La fama y en la que, una vez más, como viene siendo habitual desde que se dejara atrás El mal querer, la catalana compartía protagonismo con otro artista, en este caso The Weeknd. Pero Saoko, papi, Saoko es otra cosa.
En el tema, Rosalía vuela sola y se posa sobre lo que le da la gana. El tema es lo más experimental que ha grabado nunca, lo más raro desde A palé. Y tal vez lo mejor. En los apenas dos minutos que dura, Saoko explota sobre un ritmo clásico del reguetón, pero saturado y distorsionado, con un órgano roto que zumba, un interludio con un piano de jazz y un final abrumador que es una explosión de ruido enternecedora. Por la canción asoma lo latino, pero también la desquiciada experimentación de Arca y aquel Kanye West que en 2013 lanzó Yeezus y decidió que iba a hacer algo rarísimo, industrial y psicótico que iba a vender tantos discos como las producciones de pop más convencional. Casi lo logra. Rosalía ha recogido esa idea, incluso los guiños a Nine Inch Nails que contenía aquel opus de West, y los ha cosido al reguetón. El resultado es bárbaro.
Saoco es un término africano que se popularizó en algunos territorios latinoamericanos que significa ritmo, alegría, movimiento. También es el título de un tema de Daddy Yankee y Wisin lanzado en 2004 y al que la catalana rinde homenaje en la letra de este tema, que debiera ser menos polémica que aquellos cuatro versos de Hentai que nos cantó Rosalía desde un telesilla y que provocaron la indignación de muchos, sorprendentemente, no tanto por lo procaz —aquello de arrodillarse, como una se arrodilla ante Dios, para hacer una felación, se pasó por alto— como por la mezcla de idiomas, la jerga zennial, la constatación de que el mundo no va a parar de moverse y la indignación porque sigue haciéndolo cuando algunos ya decidieron pararse. Saoko ronda más el tema de la reafirmación personal, de la mariposa que se transforma. Para solaz de quienes echaban de menos referencias homéricas en la producción lírica de Rosalía, aquí nos regala un par de menciones a Troya. Y para quienes sufrían por verla alejarse de la tradición hispánica, también hay guiños al refranero español. Esto convive con homenajes a Kim Kardashian y Vivienne Westwood y con un acento que, cuando habla es el suyo, cuando canta se confirma como algo transatlántico. Eso también es suyo.
En el vídeo del tema estrenado este viernes a las seis de la mañana, Rosalía y un grupo de chicas se hacen un Fast & Furious en motocicleta. Sincopado, nervioso y lleno de imágenes memorables, el clip arranca con un plano desde el interior del depósito de gasolina de una moto y la catalana llenándolo con la manguera. Lo que no te contamina, te hace más fuerte.
Es muy probable que, tras esta canción, algunos den a la catalana por perdida. Pero no fue culpa de ella si alguien pensó en algún momento que estábamos ante la nueva Niña Pastori. Es lo que tiene ser joven en un mundo lleno de gente mayor que cree que lo es. Es lo que tiene que, cuando no te entiendan, te echen la culpa a ti por no explicarte. Es lo que tiene que tengas que explicar las cosas a gente a la que tampoco le estabas diciendo nada. Rosalía se ha marchado. Y es muy probable que de aquí a unos años vuelva, coja una guitarrita y se arranque por bulerías. Podemos sentarnos a esperarla, con una especie de síndrome del nido vacío porque la niña nos ha salido revoltosa, o podemos seguirla y disfrutar del viaje con ella.
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