Rusia ha proseguido este lunes su ofensiva en el este y el sur de Ucrania, las dos regiones en las que concentra sus ataques tras su retirada del noreste del país. Además de los bombardeos registrados en Severodonetsk, en Lugansk, y los ataques en Donetsk —las dos provincias de la región oriental de Donbás—, Moscú ha destruido en las últimas 24 horas infraestructuras claves como el aeropuerto en Dnipró, en el centro de Ucrania. Esta urbe, que marca la frontera entre el oeste y el este del país, es vital para el transporte de los suministros y refuerzos para la resistencia del Ejército de Kiev. Según el Estado Mayor ucranio, Moscú está concentrando “un grupo ofensivo de tropas” en esa región con el objetivo de aislar a las tropas ucranias desplegadas en Donbás.
La provincia de la que es capital Dnipró, Dnipropetrovsk, sufrió el domingo la jornada más intensa de ataques con cohetes rusos, según informó el Gobierno regional. Más de 10 misiles fueron dirigidos a Dnipropetrovsk y provocaron la muerte de un miembro de los servicios de emergencias. El Gobierno regional ha afirmado en un comunicado que las fuerzas armadas ucranias repelieron el domingo un intento por parte de la infantería rusa de tomar un municipio de la provincia de Jersón fronterizo con Dnipropetrovsk, al sur.
Los servicios de inteligencia de Estados Unidos han informado de que Rusia podría estar ya preparando un asalto a Dnipró desde el Este, según publicó The New York Times, una vez tomado por completo Donetsk. La caída de esta provincia depende ahora de la resistencia que ofrezcan el núcleo formado por Sloviansk y Kramatorsk. En ambos municipios, colindantes, se ha reducido drásticamente la presencia de población civil ante la inminente ofensiva de las tropas invasoras. El ataque con un misil el pasado viernes en la estación de ferrocarriles de Kramatorsk, que dejó casi 60 muertos, aceleró la huida de los civiles.
Columnas de humo
Desde la carretera que conectaba Dnipró con Donetsk se podían ver el domingo hasta tres columnas de humo provocadas por los misiles rusos. En una de estas localizaciones, a unos 50 kilómetros de Dnipró, según fuentes consultadas por EL PAÍS, fue objetivo ruso una base militar. El Ministerio de Defensa ruso aseguró que sus misiles habían anulado una base militar de la región utilizada como centro de formación de voluntarios extranjeros. La semana pasada, a las afueras de Odesa, otro cuartel con tropas extranjeras fue atacado con misiles rusos procedentes del mar Negro.
Según el Ministerio de Defensa ruso, un bombardeo ha acabado, también en Dnipró, con varias lanzaderas de un armamento vital para Ucrania: la defensa antiaérea. Moscú asegura haber destruido cuatro sistemas de misiles antiaéreos S-300 “suministrados por un país europeo” a Ucrania, supuestamente ocultos en un hangar a las afueras de la ciudad. Kiev no ha confirmado por ahora ese ataque, mientras que Eslovaquia, que la semana pasada anunció haber donado esos mismos sistemas de defensa a Ucrania, ha negado que los S-300 supuestamente destruidos fueran los suyos. El gobernador de la región de Dnipropetrovsk, Valentin Reznichenko, sí confirmó el domingo que el aeródromo de la ciudad y otras infraestructuras cercanas han quedado reducidas a escombros por los bombardeos.
Pese a la creciente presión rusa, en Dnipró se mantiene una activa vida urbana y laboral. Los habitantes que continúan en el principal puerto fluvial del río Dniéper aprovechaban las buenas temperaturas de este lunes para pasear en los parques e incluso hacer compras en los centros comerciales que progresivamente han vuelto a abrir sus puertas. El trasiego está acompañado por el reiterado sonido de las sirenas de aviso de posible ataque aéreo. Desde el inicio de la guerra, decenas de miles de vecinos de Dnipró han ido abandonando la región para trasladarse a provincias del Oeste o a países de la Unión Europea. Su alcalde, Boris Filatov, pidió el pasado jueves a mujeres y niños que evacuarán la ciudad.
En su parte de guerra de este lunes, el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania ha pronosticado que “es probable” que las fuerzas rusas sigan atacando instalaciones de transporte, como fue el caso del aeropuerto de Dnipró, para “interrumpir el suministro de mercancías”. El aeropuerto ya había sido objeto de varios bombardeos rusos. Con el ataque del domingo, Kiev ha perdido una infraestructura que podía ser clave en la conexión logística entre el Oeste y el Este de Ucrania. Pese a ello, el transporte aéreo no opera en el país por el riesgo de ser blanco fácil de los misiles y de la fuerza aérea rusa. Las unidades aéreas ucranias son muy inferiores en número y poder a las rusas. Sus cazas y sus helicópteros esquivan concentrarse, sobre todo en reconocidos centros aeronáuticos, para evitar bombardeos. El movimiento de estas aeronaves se produce siempre a baja altura, para sortear los radares enemigos.
Una nueva ofensiva rusa
En Severodonetsk, una ciudad situada en Lugansk, la provincia septentrional de Donbás, el fuego de artillería y misiles contra zonas residenciales y áreas destinadas a la evacuación de civiles tampoco han cesado, según denuncia el Gobierno ucranio Kiev ha asegurado que, durante las últimas 24 horas, sus fuerzas han repelido al menos cuatro ataques rusos en esa provincia y en la vecina Donetsk. “Si por la mañana ardían las casas en la parte nueva de la ciudad, durante el día el Ejército ruso abrió fuego por toda Severodonetsk. Se rompieron muchas de las ventanas que todavía quedaban en pie. Dos edificios de viviendas y también una clínica privada resultaron gravemente dañados. Las infraestructuras sociales y críticas quedaron destruidas casi por completo”, precisa el último parte de guerra del Estado Mayor de Ucrania.
Más al sur, en Mariupol, el ejército ruso continúa tratando de romper la resistencia ucrania en los dos bastiones aún en manos locales: el puerto marítimo de la ciudad y la planta siderúrgica de Azovstal. El control total de esta urbe a orillas del mar de Azov permitiría a los rusos establecer el tan ansiado corredor terrestre entre Donbás y la península ucrania de Crimea, que Moscú se anexionó ilegalmente en 2014, y que ahora sirve de base de operaciones para la ofensiva del Kremlin en el sur de Ucrania. Las autoridades ucranias temen que el asedio ruso a Mariupol, que ya dura más de un mes, haya dejado tras de sí miles de muertos. La ocupación de Mariupol también permitiría que las fuerzas militares rusas dominen el mar de Azov y refuercen el frente en el mar Negro, frente a Mikolaiv y a las puertas de Odesa.
Kiev y Moscú han acordado poner en marcha este lunes nueve corredores humanitarios para evacuar civiles de Mariupol y otras ciudades asediadas del este de Ucrania, cinco de ellas en Donbás. Esas vías de escape permitieron la evacuación de 2.824 personas el domingo. De ellas, 2.622 salieron en autobuses o vehículos propios desde Mariupol y Berdiansk, también en el sureste del país, ha informado la vice primer ministra ucrania, Irina Vereshchuk.
El tiempo apremia y esta evacuación a cuentagotas de civiles amenaza con no ser suficiente para poner a salvo a la población de los núcleos urbanos más castigados por la invasión rusa. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, en una intervención por videoconferencia en el parlamento de Corea del Sur, ha advertido de que Rusia prepara decenas de miles de soldados para una nueva ofensiva. “Necesitamos más ayuda si queremos sobrevivir a esta guerra. Es un enemigo muy grande y ellos tienen muchísimo más armamento que nosotros”, ha dicho. El alto representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, ha corroborado las palabras del jefe del Gobierno ucranio. Borrell ha afirmado que la concentración de tropas rusas en el este de Ucrania augura la intención de Rusia de redoblar su ofensiva contra el este de Ucrania. “Las tropas rusas están concentrándose en el Este para lanzar un ataque contra Donbás”, ha alertado.
Ucrania aparece ahora como un país partido en dos. En la mitad occidental y en el norte del país, ya no hay combates, si bien las sirenas continúan sonando en lugares como Lviv o Kiev. Allí, la retirada de las tropas del Kremlin permite descubrir el alcance de los posibles crímenes de guerra cometidos. Ucrania ha anunciado que se han descubierto ya más de 1.200 cuerpos solo en la región de la capital. Mientras tanto, en el este del país, los habitantes que no han huido, por no tener medios o por voluntad propia, esperan atemorizados el ataque final ruso.
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