Rusia volvió a atacar este martes en múltiples ciudades de Ucrania con el objetivo de destruir su red energética. 28 misiles de crucero, además de 13 drones, fueron disparados contra centrales y estaciones eléctricas en Lviv (en el oeste del país), Vinnitsia (centro) y en Dnipró (este). Zaporiyia fue atacada de nuevo, como es habitual cada día en las últimas semanas, por cohetes que causaron 5 muertos civiles, según las autoridades locales.
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Dmitro Kuleba, ministro de Exteriores de Ucrania, tildó estos bombardeos de crímenes de guerra “destinados a hacer insoportables las condiciones [de vida] de la población”. El frío ya ha llegado y el suministro de electricidad y gas son fundamentales para la supervivencia en invierno.
Dos drones suicidas destruyeron parcialmente una central térmica en Vinnitsia. Dos subestaciones eléctricas fueron destruidas en Lviv, cerca de la frontera con Polonia. Otras dos fueron atacadas el lunes, dejando a la práctica totalidad de la ciudad a oscuras durante la mayor parte del día. En Vinnitsia también quedó interrumpido el suministro eléctrico en varios de sus distritos periféricos tras recibir el golpe de una docena de misiles. Lo mismo sucedió en Járkov, cerca de la frontera con Rusia, el lunes, en la ola de bombardeos más extensa de Rusia desde el inicio de la guerra.
El lunes fueron disparados contra Ucrania más de 80 misiles. Cerca de la mitad fueron interceptados. Las amenazas aéreas llegaron desde el este, en territorio ruso, desde el sur, por parte de la flota rusa del mar Negro, y desde Bielorrusia, desde donde despegaron drones kamikaze. El presidente ruso, Vladímir Putin, justificó los bombardeos como una respuesta al sabotaje el pasado sábado del puente del estrecho de Kerch, en Crimea, una vía clave para el suministro de material de guerra en los territorios ocupados por Rusia.
Amenaza desde Bielorrusia
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El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, propuso este martes en una reunión telemática del G-7 —el grupo que reúne a los líderes de Estados Unidos, Alemania, el Reino Unido, Francia, Japón, Italia y Canadá, además de la Unión Europa— que una misión de observadores internacionales sea estacionada en la frontera entre Ucrania y Bielorrusia para monitorizar la escalada militar del principal país aliado de Rusia. Los Gobiernos de ambos países acordaron el lunes crear una fuerza militar conjunta. El presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, argumentó que Kiev preparaba ataques contra su territorio. “Rusia está intentando directamente meter a Bielorrusia en esta guerra, inventándose la provocación de que supuestamente preparamos un ataque contra este país. Hasta ahora los ha involucrado indirectamente”, señaló Zelenski. “Ahora quiere involucrarlos directamente”, añadió.
Zelenski reiteró este martes ante los líderes del G-7 que Ucrania necesita más sistemas de defensa aérea para garantizar la seguridad de sus ciudades. El centro de Kiev recibió el impacto de siete misiles el lunes, rompiendo la progresiva recuperación de la actividad de la población que la capital había iniciado.
Alemania confirmó que ya ha facilitado a las Fuerzas Armadas ucranias una batería antiaérea IRIS-T SLM, una de las más avanzadas del mundo, y que en los próximos meses entregará cuatro más —su precio por unidad es de 140 millones de euros—. Un informe del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores publicado el 4 de octubre recomendaba una mejor coordinación en la entrega de armamento a Ucrania para que sea más eficiente y reducir los costes en la integración del bloque europeo del este en el sistema armamentístico occidental.
La jornada del martes se vivió con temor en Kiev. Durante la mayor parte del día estuvieron activas las alarmas de riesgo de ataque aéreo y el trasiego urbano fue mínimo comparado con la semana pasada. Fuentes de la Comisión Europea y de Naciones Unidas en Kiev habían informado que el martes se esperaba una nueva ola de bombardeos. Dos funcionarios de la ONU con experiencia en Siria daban por hecho que los ataques se recrudecerían durante octubre, con el reciente nombramiento del general Serguéi Surovikin como jefe de la operación militar rusa en Ucrania. Surovikin dirigió las tropas rusas en Siria y bajo su mando tuvieron especial relevancia los bombardeos indiscriminados contra ciudades como Alepo.
Estos mismos altos rangos de la ONU apuntaban, con la condición de mantener su identidad anónima, que a diferencia de Siria, donde los aviones de combate rusos tenían amplio margen de acción, en Ucrania limitan mucho sus vuelos porque los sistemas antiaéreos ucranios han probado ser enormemente efectivos. Los bombarderos rusos disparan sus misiles desde territorio ruso, a una distancia que da más margen a las baterías antiaéreas ucranias para interceptarlos.
Las Fuerzas Armadas ucranias respondieron con el bombardeo de una subestación eléctrica en Belgorod, en territorio ruso, a 25 kilómetros de la frontera norte con Ucrania. El Gobierno local indicó que 2.000 personas se han quedado sin suministro eléctrico en la ciudad. Infraestructuras de Belgorod ya han recibido en los meses anteriores otros ataques por parte de Kiev.
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