Rusia sufre otro revés militar con la explosión del buque insignia de su flota en el mar Negro

Rusia sufre otro revés militar con la explosión del buque insignia de su flota en el mar Negro


El crucero lanzamisiles Mosvká (Moscú), buque insignia de la Flota del Mar Negro, solía ser noticia en la prensa rusa con el apodo “Asesino de portaviones”. Un simple cambio de curso para dirigirse al Mediterráneo ya era motivo para escribir unas líneas sobre el barco, que en 2015 cumplió la importante misión de proteger a la aviación rusa en Latakia, Siria, tras el derribo de un avión por Turquía. Ahora tenía asignada otra tarea clave: apoyar a sus tropas en la invasión de Ucrania. Por ello, su inutilización —Rusia asegura que por un incendio y Ucrania que se trata de un ataque de las tropas de Kiev— supone un nuevo revés para la armada rusa, que ya perdió hace un mes a su jefe adjunto de la Flota del Mar Negro, y el ejército se queda desprotegido sin un importante escudo antiaéreo en su frente sur.

“Como resultado de un incendio, la munición explotó. El barco resultó gravemente dañado y la tripulación fue evacuada por completo”, reconoció a través de un comunicado el Ministerio de Defensa ruso en la noche del miércoles, nada más ocurrir el suceso. Poco antes, el gobernador de la región ucrania de Odesa, Maksim Marchenko, anunciaba que el navío había sido atacado con misiles “Neptún” (Neptuno). Moscú ha ofrecido este jueves algún detalle más. “El crucero conserva su flotabilidad, se están tomando medidas para remolcarlo a puerto”, ha agregado el Kremlin sin confirmar el motivo de sus daños, que, según Moscú, aún debe ser aclarado.

El Moskvá forma parte de la serie de cruceros lanzamisiles 1164 Atlant, conocidos por la OTAN como clase Slava. El navío, botado en 1979, “combina su velocidad y alcance con una alta maniobrabilidad, y es capaz de operar en áreas remotas de los océanos”, según los expertos consultados por la agencia de noticias rusa Interfax. Además, sus armas convierten a estos navíos en erizos contra cualquier amenaza: su arsenal incluye 16 misiles supersónicos antibuque P-1000 Vulkán, cuyo radio de acción alcanza los 800 kilómetros; sistemas de defensa antiaérea S-300, equivalentes a los Patriot estadounidendes, y baterías antisubmarinos.

Este navío tuvo el honor de probar por primera vez el misil supersónico hace casi un año, el 30 de abril de 2021. El crucero disparó el cohete “al otro extremo del mar Negro” y un dron captó la destrucción del objetivo 100 segundos más tarde, según la cobertura que hizo entonces la cadena oficial del Ministerio de Defensa, Zvezdá. “Estos misiles son el motivo por el que llaman a nuestro crucero asesino de portaviones”, decía el canal durante el lanzamiento.

Orgullo de la marina rusa

La Flota del Mar Negro es el orgullo de la marina rusa. La zarina Catalina II, Catalina la Grande, ordenó al almirante Grigori Potémkin su creación tras la conquista de Crimea a finales del siglo XVIII, estableciéndose entonces la estratégica base de Sebastopol, que en 2014 volvió a manos rusas tras la anexión no reconocida internacionalmente de la península de Crimea. Sus gestas contra las armadas turca y napoléonica han quedado reflejadas en los cuadros de uno de los pintores románticos rusos más importantes, Iván Aivazovski, y mucho tiempo después, la revuelta del acorazado Potémkin tras la derrota en la guerra ruso-japonesa de 1905 encendería la mecha de un siglo revolucionario.

Antes de la guerra de Ucrania, su papel más importante fue la protección de la aviación rusa en Siria. En noviembre de 2015, al inicio de la campaña en el país mediterráneo, un caza turco derribó un Su-24 ruso en la frontera con Siria y uno de sus ocupantes murió tiroteado en zona rebelde. A raíz de aquel suceso, Moscú envió el crucero Moskvá para que hiciera de paraguas protector en Latakia. “Cualquier blanco que represente un peligro potencial para nosotros será destruido”, advirtió entonces el viceministro de Defensa, Serguéi Rudskói.

Siete años después, el crucero ha liderado las operaciones marítimas rusas contra Ucrania, incluido el bombardeo en tierra con sus misiles. Al principio de la ofensiva también participó en la toma de la isla de las Serpientes, episodio que cobró notoriedad por la difusión de unos audios donde los guardias fronterizos ucranios contestaban a la orden de rendirse de forma abrupta antes de ser apresados. “Navío de guerra ruso: que te jodan”, respondió el militar Román Gríbov, quien fue galardonado por el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, tras su reciente puesta en libertad.

Los destrozos del Moskvá suponen el tercer duro revés que sufre la Flota de Mar Negro en apenas dos meses. El pasado 24 de marzo fue destruido en el puerto de Berdiansk el buque de transporte anfibio Sarátov, capaz de desembarcar decenas de carros de combate y cientos de soldados.

Y a principios de marzo, el jefe adjunto de la flota, el capitán de primer rango Andréi Palii, falleció en combate. Le había sido encomendado a este alto mando abrir un corredor humanitario en la ciudad portuaria de Mariupol, y según la versión de Kiev, fue abatido por un francotirador. Nacido ocho años antes de la botadura del Moskvá, durante su amplia carrera Palii también ejerció un rol clave en Siria como jefe adjunto de las fuerzas armadas rusas en aquel país. Su muerte, como la destrucción sufrida por su buque insignia, ha ensombrecido el mensaje del Kremlin de una campaña extremadamente prudente para evitar pérdidas innecesarias: las explosiones del Moskvá han dejado en segundo plano apenas un día después la rendición de cientos de militares ucranios en la ciudad asediada de Mariupol.

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