Desde que Antena 3 emitió su último capítulo en julio de 2006, Aquí no hay quien viva ha tenido muchas vidas, primero en la TDT y después en internet: sus episodios están disponibles, no de forma oficial ni del todo legal, en portales como YouTube (el primer episodio de la quinta temporada, Érase una extradición, se ha convertido, con cinco millones y medio de visualizaciones, en el cuarto vídeo más visto en dicha web este año) e incluso se pueden escuchar en formato podcast en la plataforma iVoox. Y aun así, en los últimos meses desde su llegada al catálogo de Netflix, la serie ha estado entrando y saliendo en el top 10 de Netflix, acercándose a fenómenos actuales como El juego del calamar y La casa de papel. Por cómo se ha instalado en nuestro imaginario y permanece en los hábitos de consumo de tantísimos espectadores, se podría decir que Aquí no hay quien viva es lo más parecido a Los Simpson que se ha creado en nuestro país.
Como la propia serie, la historia de cómo se hizo es un vodevil lleno de personajes reconocibles, situaciones rocambolescas, amor, traición y un ritmo endiablado. Durante más de tres años, decenas de personas se mudaron a esa comunidad sita en la madrileña calle Desengaño, número 21, y durante esos años no tuvieron vida más allá de aquella comunidad. Así se hizo historia de la televisión.
Alberto Caballero (creador y guionista): En 1997, estaba escribiendo para Antena 3 guiones de sketches para Mari Carmen y Doña Rogelia en un programa horrible a petición de mi tío [José Luis Moreno], porque los guiones estaban un poco flojos. Nos pegamos un verano increíble en la Marbella de la era Gil como alcalde. Nos alojamos en el Hotel Andalucía Plaza, que estaba intervenido por el Ayuntamiento. Estuvimos todo el verano a cuerpo de rey, los técnicos de Antena 3 pidieron la extra de Navidad como adelanto para gastársela allí. Al programa iban de invitados toda la crème de la crème de la Marbella magnífica de aquella época: Espartaco Santoni, Gunilla von Bismarck… Espartaco nos invitaba a todos los garitos. No me gasté un duro en salir en todo el verano. Pero conocí a Iñaki Ariztimuño y empezamos a hablar de ideas de series, porque ya había habido fenómenos como Farmacia de Guardia o Médico de Familia.
Iñaki Ariztimuño (creador y realizador): Había estado dos años en cada una de esas dos series y cinco en Periodistas como realizador. Pero lo que me pasaba es que cuando iba a grabar me parecía más interesante lo que pasaba en mi vecindario. Inconscientemente se fue apoderando de mí esta idea de ver a mis vecinos como si fuesen actores. Se lo conté a Daniel Écija, mi jefe en Globomedia. Le pareció interesante pero no me siguió. Alberto Caballero sí y le pareció muy buena idea, y nos pusimos a perfilar el proyecto.
Alberto Caballero: Queríamos hacer una serie con ritmo de sitcom americana, de estas de 22-24 minutos, pero aquí en España te pedían capítulos de 50. Entonces, en vez de un rellano y dos pisos como Friends, Seinfeld o Frasier, pensamos en un edificio del centro de Madrid en el que pudiera estar representado todo el mundo. Iñaki era realizador, tenía imágenes visuales. Yo hice la biblia con el edificio, los personajes y sus características, y escribí la primera versión del piloto.
Dani Deorador (guionista): Esa versión se presentó en su momento a TVE, pero no la quiso sacar adelante.
Alberto Caballero: Nosotros seguimos trabajando, desarrollando otros formatos, y en el año 2002 mi tío me dijo: “Oye, que Antena 3 quiere hacer una serie, ¿cuál hacemos?”. Y le dije: “Pues esta, que por lo menos ya tenemos escrito un piloto”.
Tedy Villalba (Responsable de ficción de Antena 3): Nos llegó el proyecto en 2003, en el año que Telefónica vendió a Planeta su parte y por tanto fue Planeta quien tomó el control y la propiedad de Antena 3. Nos pareció realmente interesante porque era una especie de 13, Rue del Percebe, como la denominábamos al principio de manera interna.
Alberto Caballero: Eso me fastidió. ¡Ibáñez es uno de mis ídolos!
Alberto Caballero: El nuevo equipo de Antena 3 tampoco tenía mucha fe en el proyecto. Luego todo el mundo se apuntó el tanto, pero no tenían ninguna fe en el proyecto. Ninguna.
Iñaki Ariztimuño: Mi papel cuando empezamos era el de realizador, con la idea de poder dirigir y una vez que todo se estabilizase y arrancásemos, pasarme al equipo de guion con Alberto. Pero eso nunca pasó, porque él no quiso y no me dejó. Yo no tenía nada firmado con él, era todo de palabra, y él era el sobrino de José Luis, tenía más poder y hacía y deshacía.
Alberto Caballero: Creé el equipo de guionistas compuesto por Dani Deorador, el guionista con el que he trabajado siempre y es mi colega, mi hermana, Laura Caballero, y otro par de chicos, David Fernández y David Abajo, que los traía Iñaki y también estuvieron en la formación del meollo. Mi tío no estaba involucrado en nada creativo, la verdad es que nos dejó en paz completamente.
Dani Deorador: Hicimos un trabajo de mejora del primer borrador de Alberto, y a partir del segundo capítulo ya trabajamos juntos.
Alberto Caballero: Queríamos hacer una serie coral en la que el protagonista fuera el edificio. Y ese fue uno de los problemas que tuvimos a la hora de vender el formato. Porque cuando Antena 3 se interesó por él, en aquella época ya se habían estrenado Cuéntame y Los Serrano, centradas en familias. La cadena, en un primer momento, quiso que los Cuesta fueran los protagonistas de la historia. Dijimos: “¿Y qué hacemos con los otros 14 personajes?”.
Iñaki Ariztimuño: Alberto propuso poner una pareja homosexual. A mí me daba más miedo.
Alberto Caballero: Les contamos que no se definían por ser gais, lo que queríamos contar era precisamente una pareja normal y corriente que estaba formada por dos hombres. No era Tío Willy, una comedia con el gay paródico, un poco loca… Lo que queríamos era mostrar lo que estábamos viviendo en aquella época a nuestro alrededor, que realmente era una cosa de lo más normal del mundo y que quizá había llegado el momento de enseñarlo.
Tedy Villalba: Javier Bardají, el director general de la cadena por aquel momento, fue uno de los que más confió en la serie. Para él representaba su llegada a Antena 3. En el primer capítulo era todo muy sorprendente, ese mundo tan loco y la apuesta que hizo Alberto en cuanto a ritmo, en cuanto a lenguaje, en cuanto a interpretación, dirección… la manera de montarlo. Era un salto cualitativo muy importante en el mundo de la ficción. La primera vez que lo vimos nos quedamos impactados
“Hay que subirse a este barco”
Elena Arnao (directora de casting): Las cadenas siempre se han metido mucho en los repartos. Te dicen: “Este me gusta”, o “Pon a este que es más famoso”. Lo que pasó con esta serie es que Antena 3 no daba un duro por ella, era un compromiso que tenían con José Luis Moreno y tenían que darle una serie. Pusimos gente desconocida y la cadena no nos dijo ni pío porque pensaban que era una serie que iba a morir. Nos dejaron hacer el reparto que nosotros queríamos.
Laura Caballero: Empezamos con el casting del niño, Josemi, y el primero que vino fue Eduardo García, con una camiseta de Metallica que le llegaba por las rodillas y un papel escrito por la madre explicando los transbordos que tenía que hacer en el metro, porque los dos padres trabajaban y no podía ser y el niño quería venir. Fue mi primer casting de Aquí no hay quien viva.
Elena Arnao: La idea es que fueran caras poco conocidas excepto la pareja joven, que eran un poco protagonistas y queríamos que tuvieran un poco de nombre. Barajamos varias opciones y elegimos a María Adánez y Daniel Guzmán, sin prueba.
María Adánez (Lucía): Cuando mi representante me dijo que estaban Emma Penella, Luis Merlo, Malena Alterio, Gemma Cuervo y Mariví Bilbao, dije: “Hay que subirse a este barco”. Además, con Dani ya había hecho la serie de El Fary, Menudo es mi padre, que él hacía del hijo de El Fary y yo hacía de su pareja. Y también habíamos hecho dos películas juntos.
Alberto Caballero: Al principio pensábamos en un portero muy estándar, un poco calvo, barrigón, con las llaves colgando.
Fernando Tejero (Emilio): Cuando me leí el guion, dije: “Yo hago la serie si soy el portero”. Me pareció el más interesante, era como el tronco del árbol que era ese edificio.
Alberto Caballero: Pero pensando en qué tipo de relación podían tener el portero y el presidente de la comunidad, llegamos a la conclusión de que era más original que no le odiase; que no fuera la típica relación empleado-jefe, sino que le tuviera mucha admiración. Y ahí fue cuando empezamos a pensar en un portero que fuera más joven, que íbamos a echarle huevos. José Luis Gil era una apuesta nuestra, le conocíamos de un trío cómico que estuvo durante bastante tiempo actuando en los programas de mi tío, Entretrés, y nosotros sabíamos que tenía un potencial tremendo. Había hecho una serie como de un árbitro o algo así, pero la gente no lo conocía.
Elena Arnao: Paloma (la mujer del presidente de la comunidad) tenía que ser una tía que tuviera aspecto popular, de barrio, la típica maruja que está siempre atenta de la casa, de la ropa, de cotillear a los vecinos… Y que tuviera comedia. No había muchas opciones. Estaba también Beatriz Carvajal, pero luego hizo otro personaje.
Alberto Caballero: Miramos bastantes opciones, y el personaje no lo teníamos muy claro. Sí queríamos que fuera una Hillary Clinton, un poder en la sombra. Y cuando vimos a Loles León, con ese carácter tan potente, era un buen contraste para ese marido.
Elena Arnao: A ella tampoco se le hizo prueba.
Laura Caballero: Cuando un personaje encuentra un actor y un actor encuentra un personaje, cuando se dan la mano, pasa una cosa mágica. De repente la ves ahí y ya no es Loles León, es Paloma Cuesta. Ella le dio el último empujón para que fuera la Paloma Cuesta que fue, inimitable.
Alberto Caballero: Luis Merlo, al principio, tenía cierto miedo de que el personaje fuera un poco caricatura.
Laura Caballero: Al principio nos dijo que no.
Luis Merlo (Mauri): Fue José Luis Moreno quien me llamó. Y al leer el texto, y ver que el personaje se salía de lo que habíamos visto hasta entonces con los personajes homosexuales, me interesó muchísimo.
Elena Arnao: A Luis Merlo había que buscarle alguna pareja y querían que fuera un guaperas. Di dos o tres nombres de actores guapetes y les convencí de que fuera Adrià Collado. No había hecho comedia, pero lo hizo bien. Lo cogieron por guapo, pero se conjugó muy bien con Merlo. Pensaban que no iba a tener mucha importancia, que Merlo iba a llevar la voz cantante, pero Collado lo hizo tan bien que le fueron dando más protagonismo.
Laura Caballero: Tejero fue el que nos habló de la existencia de Malena Alterio. Ellos tenían ya química en la vida real.
Fernando Tejero: Malena estaba entonces haciendo episódicos en El comisario. Siempre ha sido muy insegura en temas de trabajo y decía: “Yo no puedo dejar esto, no sea que luego la serie no funcione…”.
Malena Alterio: No podía compaginar las dos cosas y fue una decisión complicada.
Fernando Tejero: Y yo decía: “Pero bueno, esto es un fijo, la serie está muy bien, eres una de las protas”. Total, que hizo la prueba con tan pocas ganas que Laura me llamó y me dijo: “Oye, Malena ha hecho una prueba pésima”.
Alberto Caballero: Queríamos que el personaje de Alicia (Laura Pamplona) se creyera que estaba mucho más buena de lo que estaba. Entonces necesitábamos una actriz que tuviera una personalidad fuerte, que fuera guapa pero que tuviera una belleza particular. Que no fuera un pibón estándar. Nos hicieron recomendaciones como Elsa Pataky, pero no llegamos ni a contactar con ella, porque si se creía un pibón y además lo era, entonces no tenía gracia.
Elena Arnao: A las actrices mayores no se les hizo prueba.
Alberto Caballero: El personaje de Marisa originalmente era más oscuro, una tía más irónica, más desencantada de la vida, más hastiada. Pero vimos que Mariví Bilbao era una macarra maravillosa y perfecta y que tenía que ser un personaje mucho más vital.
Dani Deorador: Mariví era orgánicamente incapaz de representar a una amargada, ella era así. Marisa era exactamente Mariví Bilbao. No había diferencia. Ella no interpretaba. Nos dio otra visión del personaje que también encajaba muy bien, una vieja macarra y pasota, que se la sudaba todo y fumaba, que acabó funcionando mucho mejor.
Elena Arnao: Como hermana de Marisa pensamos en poner a alguien conocida. Yo tenía relación con María Asquerino, que estaba también un poco olvidada, y la propuse. Les pareció bien, y estaba medio contratada ya.
Alberto Caballero: Llegamos a hacer una lectura con María Asquerino como Vicenta. Pero vino así con el pelo como teñido de varios colores, y nos sorprendió un poco.
Elena Arnao: Tenía muy mal genio. Estaban ya preparando el vestuario para empezar a rodar a la semana siguiente. Entonces dijo que no le gustaba su camerino y que el plan que veía en el plató no le gustaba nada. Y se fue a la cafetería. Alberto Caballero fue a hablar con ella: “Pero mira, María, te vamos a tratar muy bien, no te preocupes. Te vamos a buscar un camerino mejor, ya verás…”. Y ella le dijo una frase histórica: “Alberto, eres muy guapo pero no me convences nada”.
Elena Arnao: María Asquerino se largó y me llamó su representante desesperado: “Pero esta mujer está loca…”. Y en ese momento de crisis, yo di el nombre de Gemma Cuervo. Me dijeron que no era cómica, pero yo les dije que era una estupenda actriz y una cachonda, pero solo la habían visto en drama. Como estaban desesperados, dijeron: “Pues vale, si puede…”. La llamé, estaba tomando el sol en Marbella, y le dije: “Gemma, queremos que vengas para hacer un personaje en una serie nueva pero tienes que venir ya. A ver si puedes estar mañana”.
Laura Caballero: Gemma Cuervo es de otro planeta. Vicenta era muy inocente, pero Gemma le daba otra vuelta de tuerca. Te lo hacía completamente marciano.
Elena Arnao: Yo propuse a Emma Penella. Moreno dijo: “Está muy malita, pero a mí me gusta. ¿Por qué no vas a verla?”. Y fui a verla. Estaba muy mal de las piernas, de la cadera, iba con un bastón… Cuando le pregunté si estaría ágil para moverse por el plató de una serie, respondió: “¡Sí!”. Se puso como loca porque los productores la habían olvidado. Se quitó el bastón y empezó a moverse por el salón de su casa, dando vueltas: “¡Mira, mira cómo puedo moverme sin bastón!”.
María Adánez: Cuando llegó al plató, a Emma la tenían que ayudar los chavales de producción a levantarse y sentarse. Yo pensaba: “Madre mía, ¿esta mujer cómo va a ser capaz de hacer la serie?”. Pues no lo sé, pero al mes era la mujer más ágil del mundo.
Albert Caballero: Además era diabética y tenía que pincharse. En mitad de la comida se sacaba la jeringuilla y se pegaba un pinchazo en el muslo. No hubo ni una sola vez que alguna de ellas tres faltaran por problemas de salud. Eran, con diferencia, las actrices más rocosas del equipo.
Elena Arnao: Eduardo Gómez era un señor que me venía a ver de vez en cuando con su ficha, porque había hecho figuración y publicidad. Yo le había hecho prueba para algo por su aspecto tan peculiar, y solo vino para un capítulo.
Alberto Caballero: Pero el capítulo se nos quedó corto, tenía que durar 50 minutos y nos quedábamos en 46 o por ahí. Teníamos que añadirle alguna secuencia.
Elena Arnao: En Aquí no hay quien viva no había guapos y fue un exitazo porque el público no se fija en los guapos, se fija en que los personajes le atraigan y se vean identificados de alguna manera, o que vea reflejado a su vecino.
“Una casa como hay millones en Madrid”
Juan Botella (director de arte de la serie): Hay un edificio en la calle Hortaleza, antes de llegar a Fernando VI, que es muy bonito. Uno de los locales comerciales es una farmacia. Tiene tres plantas y unos áticos con unas terrazas, dos locales comerciales, es un edificio muy bonito y muy raro. Yo siempre pensaba que ese era el edificio.
Alberto Caballero: Queríamos que fuera un edificio céntrico como el de mis abuelos, que está en La Latina. Le dijimos que queríamos tres rellanos y un portal no muy lujoso pero tampoco excesivamente cutre. Lo teníamos que meter todo en dos platós que eran relativamente pequeños, como de 500 o 600 metros. Iba todo bastante justito de espacio.
Juan Botella: Querían seis apartamentos y luego la portería y una especie de local comercial, y me plantearon que hiciera cuatro, y dos de ellos los cambiara todas las semanas. Así no se trabaja, eso es imposible. Yo no puedo cambiar un decorado, la casa de los Martínez a la casa de los Fernández, en media tarde. Al final hice ahí un Tetris bastante ajustado, comprimido.
Javi Polonio (operador de cámara): Eran naves, no eran ni platós, no tenían ni una puerta de seguridad insonorizada. Pasaban camiones y aviones. Teníamos una serrería al lado y había que parar porque se escuchaba. Era muy loco. Cuando queríamos grabar, unos chicos de dirección iban a hablar con el de la serrería y hacían como que querían un encargo, le pedían un mueble o cosas así. Y así grabábamos nosotros mientras paraba la máquina.
Alberto Caballero: Me acuerdo perfectamente de una de las visitas de mi tío. Cuando ya estaba atrezado el plató, al entrar en casa de las viejas dijo: “Uy, pero esto es como muy antiguo”. Estaba muy preocupado, y yo le dije: “Jose, es una casa de señoras mayores que no han tocado la vivienda en su vida, como hay millones en Madrid”.
Juan Botella: Era mucho más fácil trabajar con los sobrinos que con su tío, porque con su tío estás todo el día intentando no hacer lo que él quiere que hagas. Luego, uno o dos años después, hice una serie con Lolita que se llamaba La sopa boba, una serie diaria que trataba sobre una chica que heredaba un hotel en ruinas. Pues al tercer capítulo José Luis ya estaba: “Pero Juan, esto me lo tienes que dejar como mi casa, lleno de mármol, no sé qué…”. Le jodía lo cutre. Y yo: “Pues José Luis, cambia los guiones y pon que han heredado el Palace. No, han heredado un truño de sitio”. En fin, que es un maniático de cojones, vamos.
La cabecera
Alberto Caballero: Queríamos una canción para la cabecera, pero toda a cappella. Porque el chico de mi hermana, el actor Dani Muriel, tenía un compañero de piso de la RESAD que se llamaba Paco Déniz y formaba parte del grupo Vocal Factory.
Paco Déniz: La cabecera fue una especie de Frankenstein que se compuso entre varios miembros. El estribillo no fue lo primero que surgió, se me ocurrió a mí en la playa de San Agustín en Gran Canaria, andando por la costa, y fue de lo último que salió. El arranque, “Todos los días son así…”, creo que era de Juanma López; el puente de “Un trueno, un terremoto y un volcán” le salió a José Luis Povo… Juanma López fue el solista de la cabecera y de gran parte de las canciones de la serie.
Alberto Caballero: A mi tío le pareció antiguo, pero nosotros le dijimos que al revés, lo veíamos original. Lo grabamos y lo montamos, y cuando lo vimos, dijimos: “Hostia, pues es distinto”. De lo que se trataba era de tener cabecera para poder emitir. 20 años después se hacen versiones en TikTok.
“A muchos les supo a cuerno quemado que me pusiera a dirigir”
Alberto Caballero: Nos encargaron directamente 13 capítulos en enero de 2003. En junio estábamos grabando.
Juan Botella: Al principio dirigía José Luis, que no es director, es uno que dice: “Ahora sale Rocío Jurado, hey, ¡venga pallá con fuerza!”. Eso era José Luis Moreno.
Javi Polonio: La voz cantante al principio era José Luis Moreno, era lógico y normal. Pero luego prácticamente casi nunca pasaba por allí.
Juan Botella: Alberto y su hermana consiguieron quitárselo de encima en el segundo capítulo.
Alberto Caballero: No, yo dirigí los primeros episodios. Y en el quinto, Érase un niño, cuando ya me di cuenta de que iba de culo, le dije a Laura que si se atrevía ella.
Laura Caballero: De repente Antena 3 emitió el primer capítulo sin anunciarlo, sin anunciárnoslo a nosotros… o sea, a saco. Y mi hermano y yo nos dimos cuenta de que no nos daba tiempo a estar los dos en las dos cosas, nos teníamos que separar.
Alberto Caballero: Entonces fue cuando le dije a Laura: “Oye, ¿le echas huevos? No quiero que venga alguien de fuera, que a lo mejor es un gran director pero no tiene nuestro rollo, o no ha estado aquí desde el principio, o le da otro tono. ¿Te animas?”.
Laura Caballero: Así empecé a dirigir, a la fuerza. A los 24 años. Cuando mi tío se enteró de que yo estaba sola en plató, se vino una jornada conmigo.
Javi Polonio: [José Luis Moreno] aparecía de vez en cuando a las 8 de la mañana y era el primero que estaba allí. Y nadie sabía muy bien por qué. A lo mejor no iba a dirigir, simplemente pasaba. Y saludaba a todo el mundo, daba los buenos días. Yo decía: “Ha venido, ha controlado, ya sabe que está todo el mundo trabajando”, y se iba a su despacho, venía su chófer o lo que sea, y ya no se le veía mucho. En el cátering había ciertas cosas que le gustaban a él picotear y tenían que estar, sus cositas de pastitas y sus tés. Y tenía un mayordomo o una persona del servicio que siempre estaba con él.
Iñaki Ariztimuño: Alberto acabó poniendo a su hermana en la dirección y nunca me dejó pasar al guion.
Alberto Caballero: Por la manera de expresarse o cómo les hablaba a los actores, no llegamos a confiar en ningún momento en Iñaki, la verdad. Luego a cambio, un año y pico después, él pasó a dirigir Escenas de matrimonio, o sea que al final sí dirigió dentro de la productora, pero no Aquí no hay quien viva. No teníamos tiempo para experimentos.
Iñaki Ariztimuño: Entiendo que Alberto y Laura son hermanísimos, se quieren un montón, Alberto protege a su hermana, y era una oportunidad única para que aprendiese. Yo ahí no actué de forma correcta porque no me planté.
Laura Caballero: Mi primera secuencia fue una junta de vecinos. Me quería morir. Esas secuencias eran una locura, yo siempre he dicho que ahí no era directora de ficción, sino profesora de colegio. “¡Fernando, siéntate! ¡Emma!”. Se ponían a cantar, se ponían a bailar… Perder un poco de tiempo en ese ambiente colegial luego venía muy bien. A muchos les supo a cuerno quemado que me pusiera a dirigir. Les jodía más que fuera “sobrina de” y que no hubiese hecho nunca nada que el hecho de que fuera mujer. Históricamente solo he tenido un toquecito machista con un actor que venía a hacer un episódico como policía. Cuando me presenté le dije: “Hola, qué tal, soy Laura, bueno, te voy a contar un poquito tu personaje…”. Y me dijo: “Bueno, bueno, mejor avisa al director”. Y digo: “Ah, vale, un momento”. Me doy dos pasos para atrás, doy dos pasos para adelante y le digo: “Hola, qué tal, soy el director”. Le hice pasar la peor grabación de su vida, lo torturé bastante.
María Adánez: Aquellas escenas de juntas eran maravillosas porque siempre me sentaba al lado de Luis Merlo, y aprovechaba hablar con él, que es muy entendido en teatro. Y por otro lado estaba el caos de las tres viejitas. Porque claro, pobrecitas mías, tenían mucho texto y a veces no daban pie con bola. A veces le dabas un empujón a Emma Penella para que hablara, y se activaba.
“Fernando Alonso, Letizia Ortiz y yo”
Alberto Caballero: Empezaron a emitir en septiembre. Como no le dieron mucha publi, la audiencia del primero fue normalita tirando a baja. Y el segundo bajó.
Laura Caballero: En la emisión del cuarto capítulo peligraba la serie, porque estábamos muy mal de audiencia. Pero de repente alcanzó la media de la cadena. Me acuerdo perfectamente de llegar al plató al día siguiente y ver a Luis Merlo corriendo por la calle: “¡25! [el porcentaje de cuota de pantalla que había hecho el capítulo]”. Y yo: “Hostia, pues aguantamos una semana más”.
Alberto Caballero: Y cada semana que emitían era 24, 25, 27, 28, 30… y acabó esa primera temporada en un 40. Entonces nos pidieron cuatro episodios más y la primera tanda fue de 17 episodios, que hicimos del tirón. De repente todo el mundo se empezó a volver un poco loco, algunos para bien, otros para regular.
Fernando Tejero: En ese cuarto capítulo que yo era prácticamente el protagonista, se dieron cuenta de que el personaje era, y está mal que yo lo diga, uno de los que más funcionaba, por no decir el que más. Entonces el portero se acabó convirtiendo en un icono de la serie. Era “Aquí no hay quien viva y el portero”.
Malena Alterio: A mí jamás me habían pedido una foto ni un autógrafo, ni me habían mirado ni nada. Y de repente todos los ojos se volvieron sobre nosotros. Fuimos los Rolling Stones. Al principio era todo muy divertido y excitante y apasionante, pero luego… Recuerdo pasar corriendo delante de los colegios e institutos. Tenía que caminar rápido y sin detenerme demasiado porque no llegaba a los sitios. Ya no podía meterme en el metro.
Diego Martín (Carlos): Recuerdo que le dieron a la serie un premio en Benalmádena o algo así, y nos tuvo que sacar la policía del Ayuntamiento. Nos hicieron una especie de cordón policial y nos sacaron en coches y protegidos.
Fernando Tejero: Recuerdo una encuesta en EL PAÍS que decía que las tres personas más populares de España eran Fernando Alonso, Letizia Ortiz y yo. Me ofrecieron hasta grabar un disco, fíjate qué absurdo todo.
María Adánez: En alguna temporada hubo picos en los que nos estaba viendo la misma gente que ve el fútbol, 10 millones de personas.
Alberto Caballero: Ibas por la calle con María y decían: “Mira, mira, la pija”. Acabó la mujer hasta las narices de que la llamaran “la pija”.
María Adánez: Todavía me lo dicen.
Alberto Caballero: Fer Tejero fue con Laura un día a comprar un perfume a El Corte Inglés de Princesa y tuvo que ir la policía a sacarlos.
Fernando Tejero: Yo acabé en el psicólogo. Dio la casualidad de que en la misma semana se estrenó el domingo Aquí no hay quien viva y el jueves Días de fútbol, la película más taquillera del año. A mí no me conocía nadie, y de una semana para otra me conocía hasta el perro de la panadera. Para pasear a mi perro tenía que hacer un croquis, porque vivía en pleno centro, y a cada paso que daba me paraban para decirme cosas bonitas, pedirme fotos… Pero cuando viví todo este pelotazo atravesé una ruptura sentimental y se me murió un perro que para mí era un miembro de mi familia. Me pasaron tres o cuatro cosas desagradables y bueno, era una contradicción muy grande, porque yo iba por la calle y me decían “¡Gracias por hacerme reír!” y cuando volvía a casa, con todo el marrón que tenía a nivel personal, me preguntaba: “¿Y a mí quién me hace reír?”.
Alberto Caballero: Mauri empezó a coger muchísima fuerza y empezó a ser un personaje muy querido. Nos encontramos a unos padres de familia con unos niños super pequeñitos que decían que su personaje favorito era Mauri.
Luis Merlo: Hay personajes que son velas y otros que son anclas. Y estoy muy orgulloso de que Mauri fuera una vela para ir adelante con ese barco que llevaba mucho tiempo cargado de estigma.
Alberto Caballero: Tardamos en hacer que [los gais] se besaran. Decíamos: “Hostia, ¿cuándo se besan? Cuando esto esté asentado”. Y cuando empezó a ser un éxito dijimos: ya toca que se besen. [Ocurrió al final del noveno episodio. Mauri comentaba de vez en cuando que no podían casarse, dos años antes de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero legalizara el matrimonio igualitario en 2005].
“Está zumbadísima pero mola”
Laura Caballero: Elena Arnao nos recomendó a Isabel Ordaz [para interpretar a Isabel, La Hierbas]. Tras el primer día le dije a Alberto: “Está zumbadísima, hace cosas muy raras, hace pausas en sitios de frases que yo jamás las hubiese hecho… pero mola”.
Alberto Caballero: Le dije: “Bueno, pues vamos a verlo cuando tengamos secuencias montadas”. Y lo vimos y hacía una cosa muy rara y muy suya.
Laura Caballero: Me descolocó completamente, pero es lo que mola de ella, que te descoloca. Las inflexiones que hacía, las pausas, las acciones… A la script la volvía loca: se quitaba el fular, se lo ponía, cuando quería retomar, Isabel le preguntaba: “¿Dónde tenía esto?. Y la script: “¡Yo qué sé, si no paras!”.
Alberto Caballero: Era como una marciana que había aterrizado por allí, pero se complementaba bien con el personaje de Paloma, que convivieron del capítulo 18 al 30. Y era una tía que siempre estaba creando y pensando, con un mundo interior muy personal. Y claro, nos empezó a divertir y le empezó a divertir mucho a la gente. Ahí tuvimos mucha suerte porque el personaje de la Hierbas mitigaría bastante la ausencia de Paloma.
Alberto Caballero: Adriá Collado se nos agobió un poco con el tema de la fama y de repente dijo que se iba. Empezamos a recibir cartas de la gente, porque entonces no estaban Facebook y las redes sociales. “¡Si se va Fernando [su personaje] dejo de ver la serie!”. Tuvimos claro que Mauri no podía echarse otra pareja, porque queríamos que fuera una historia de amor potente y no queríamos incidir de ninguna manera en el tópico del gay promiscuo. Se nos ocurrió que Mauri compartiera piso con una mujer lesbiana.
Eva Isanta (Bea): Cuando llegué a la serie, que todo el mundo tenía el ritmo de comedia y llevaban un año haciéndola, para mí fue muy fácil porque me tocó con Luis. Simplemente tenía que escucharle y conectarme con él y que fluyera. Y se creó la magia.
Alberto Caballero: Esa pareja nos permitió reflexionar mucho sobre nuevos modelos de familia.
Eva Isanta: De repente nos convertimos en una especie de icono homosexual. A Luis y a mí nos ofrecieron dar el pregón del día del Orgullo Gay, pero no pudimos porque trabajábamos muy intensamente. Me pasaban cosas muy graciosas, como que iba con mi bebé y me decían: “¿Pero tú no eres lesbiana? ¿Este niño de quién es?”.
Alberto Caballero: Loles y mi tío tuvieron ya ciertos problemas en cuanto a condiciones laborales, caché, etcétera. Esa temporada le convencí para que pudiéramos mantener a Loles. Le dije: “Mira, la serie es un éxito pero todavía no está consolidada. El personaje de Paloma es muy importante, le necesitamos estos 13 capítulos más”.
Loles León (Paloma Cuesta): Bueno, es que yo a mi representante le dije: “La hago, pero me tienen que pagar el caché que yo cobro”. Y él me decía: “No, pero mira, hazlo y luego ya…”. Siempre era: “No, renueva, porque luego te subiré en el próximo contrato”. Y yo: “Bueno, pues que me lo des, ¿eh?” Y nunca llegó.
Alberto Caballero: Nos empezaron a nominar a un montón de premios: el TP, el Ondas, la Academia de la Televisión… Cuando recogimos el primer TP en el Palacio de Congresos sufrimos un escrache. En la puerta había una furgoneta y una pancarta que ponía “Moreno plagiador”.
Laura Caballero: Estaban repartiendo panfletos que decían: “Aquí no hay quien viva es un plagio de La portera”. Nosotros no habíamos tenido noticias nunca, porque si a ti te pasa eso tú demandas y ya está, no te vas a los TP. Los actores nos preguntaban: “¿Esto qué es, promoción o qué?”.
Alberto Caballero: Y cuando subimos al escenario, porque nos dieron el premio, de repente en el anfiteatro se empiezan a levantar como 15 o 20 personas gritando: “¡Moreno plagiador!”. El tío había llevado peña y la había metido en el público.
Laura Caballero: De la planta de arriba empiezan a caer papeletas y papeletas, y empezaron a gritar a mi tío “Plagiador, plagiador”.
Alberto Caballero: Creo que era la primera o la segunda vez que subíamos a un escenario a recoger un premio. Se empezó a montar un pollo, y la verdad es que María Teresa Campos, que nos lo entregaba, estuvo muy maja porque no hizo mucho caso. Se tranquilizaron y pudimos incluso hablar.
Laura Caballero: La gente les empezó a abuchear y tal, y lo único que consiguió es que al final la gente se pusiera en pie y nos aplaudiera más. Y creo que no volvimos a saber de él.
Iñaki Ariztimuño: A mí me llevaron a juicio porque había otro proyecto que también se basaba en los inicios de Aquí no hay quien viva, y en ese juicio José Luis Moreno y Alberto me dejaron a un lado. Tuve que ir a juicio yo solo contra ese tercero para demostrar que Aquí no hay quien viva era mía. Fue una acusación de plagio que no llegó a ninguna parte, pero fue para mí otro hecho muy doloroso ver cómo Alberto y José Luis no me defendieron y tuve que pagarme yo mi propio juicio y ganarlo.
“Un poquito de por favor”
Laura Caballero: Nosotros somos muy puristas con el texto, porque sé lo que se lo trabajan Alberto y Dani y les pido a los actores que no cambien nada. Pero cuando alguien improvisa una morcilla que está muy bien encajada, eso es otra cosa.
Fernando Tejero: La frase “un poquito de por favor” se la había oido a [la actriz] Carmen Ruiz cuando estudiamos juntos en la escuela de Cristina Rota. También se la había oído a mi abuela, es como muy del sur. Me recordó a mi infancia y a mi abuela y me hizo muchísima gracia y la empecé a utilizar en la vida. Y entonces un día la dije en la serie grabando. Cuando la escuchó, no me acuerdo si fue Laura o Alberto, dijo: “Esto vamos a adjudicárselo al personaje”.
Alberto Caballero: El “y punto en boca” le salió a Loles en una escena, se indignó mogollón y lo dijo. Y nos partimos el culo.
Loles León: Lo de “y punto en boca” y “hombre ya” me salió en un momento en el que me tocaba discutir con los vecinos por mi marido Juan Cuesta. Dije: “Ay, se me ha escapado”, y entonces dijo Alberto Caballero: “No te preocupes, lo dejamos. Me parece que vamos a tener que hacerlo en todos los capítulos”: Y dije: “Pues bueno, pues fantástico”.
Fernando Tejero: Laura Pamplona me dijo: “Yo que tú la registraría, porque esta frase la va a acabar diciendo todo el país”. Y yo: “Anda ya, no creo”. Y así fue, no la registré nunca y no soy el dueño de la frase. La registró Antena 3 e hizo un negocio descomunal. Se utilizó hasta para hacer una campaña de educación vial. Se hicieron muñecos con camisetas con mi foto y con la frase… Ahí sí mis representantes dijeron: “Una cosa es que digan la frase y otra cosa es que se utilice tu imagen”. Le dijimos a Antena 3 que, o bien por la vía comunicativa o por la legal, me tenían que dar dinero. Y conseguimos que me diesen un buen pellizco. Yo creo que la frase llegó a entrar hasta en el diccionario de los modismos.
Alberto Caballero: El “qué mona va esta chica siempre” fue otra morcilla de una junta de vecinos de Mariví. De repente entraba el personaje de Lucía y la otra estaba ahí sentada con su cigarrillo y lo dijo. Claro, son cosas que salen tan orgánicas que te descojonas. Lo que sí sé es que si tú intentas provocar las frases míticas, ahí la cagas. No puedes buscarlas, aparecen.
“Ni los gais ni las viejas pueden llevar esta bolsa”
Alberto Caballero: Los del departamento comercial ya empezaban a meternos productos y marcas de todo tipo en la serie. Cambiaron las fachadas, lo que era un sitio cerrado fue un Santiveri, luego ya un Santander y había que parar a los actores durante seis segundos al lado del logo del Santander.
Tedy Villalba: Intentábamos que el product placement fuera lo más armónico e integrado en la historia, pero eso siempre suele ser una pelea.
Laura Caballero: Tenía una persona especializada en product placement en plató que era mi bestia negra. Les tenía fritos.
Dani Deorador: Había capítulos en los que teníamos que meter 20 marcas distintas. Y el anunciante tenía que comprobar que estaba a gusto con cómo tratábamos el producto y dar el visto bueno a la secuencia, con las prisas que teníamos nosotros. Era incomodísimo. El capítulo 63 era directamente una promo de Benidorm.
Alberto Caballero: En el videoclub, como se grababa y se emitía en la misma semana, las distribuidoras de cine descubrieron que era un sitio cojonudo para colgar carteles sobre los estrenos, que no tenía ningún sentido porque en los videoclubs las películas llegaban después de pasar por salas. No hay ningún videoclub que te esté poniendo Spiderman antes de que pase por cines. Y todas las semanas nos llegaban carteles de las películas que se iban a estrenar.
Laura Caballero: Un día me dicen: “Acuérdate de que tienes las bolsas de un supermercado muy famoso, y nada, simplemente cuando venga algún personaje por la calle o que lleguen a casa, pues que lleven las bolsas”. Entonces venían Fernando y Mauri y le digo al de product placement: “Ay, pues vamos a poner las bolsas, y me dicen muy bajito: “No, no, no, las bolsas de este supermercado no las pueden llevar ni los gais ni las viejas”. Era el Carrefour.
Alberto Caballero: La cadena vio que aquello era la gallina de los huevos de oro. Nos habían pedido que fueran capítulos de 60 minutos en vez de 50. Con lo cual, claro, si haces 10 minutos más a lo largo de 13 capítulos, en realidad te están pidiendo dos capítulos más. Que son más minutos de rodaje, de escritura…
Laura Caballero: Realmente entre la primera y la segunda temporada nosotros ya no tuvimos tiempo para escribir. No teníamos tiempo para empezar ni con dos meses de antelación. Empezábamos a grabar una temporada con uno o dos guiones como muchísimo, una locura.
Alberto Caballero: Nadie contó con nosotros. En la rueda de prensa de presentación de la tercera temporada, de repente el director de ficción de la cadena les dijo a los periodistas: “Bueno, y tenemos que anunciar que este año vamos a hacer producción continuada”. Y nos miramos todos en plan: “¿Qué es eso?”.
Laura Caballero: Todo era así. De repente estabas hasta arriba y te decían: “Hay un especial de Navidad”.
“De repente no teníamos vida”
Tedy Villalba: Los datos que se obtenían con la serie eran brutales. A nivel comercial y a nivel de negocio interesaba mucho tener capítulos para cubrir los tres trimestres comerciales del año de la televisión privada: septiembre, enero y abril después de semana santa.
Alberto Caballero: Luego ya me enteré de qué era eso de la producción continuada: que íbamos a hacer treinta y tantos capítulos del tirón. Y ahí fue cuando dije: “Vamos a morir”. Además, para empeorar las cosas, ese año Telecinco decidió utilizar lo que ellos llamaban su arma de destrucción masiva, que era Los Serrano, y la pasaron a nuestro día para competir. Entonces lo que nos pidieron fue que la serie ya no fuera de 60 minutos, sino de 70, porque era la duración de Los Serrano. Y no solo eran 34 capítulos del tirón, sino que eran 34 capítulos de 70 minutos. A lo tonto eran, con respecto a los originales, 42 o 43 capítulos.
María Adánez: De repente no teníamos vida. Vivíamos por y para Aquí no hay quien viva.
Loles León: La cadena quería, quería, quería y no daba tregua. Eso es lo que pasó, no hay otra. Todos íbamos de culo. Fue un boom. Y el boom, pues la palabra lo dice: “¡Boom!”. Explota todo.
Dani Deorador: Los guionistas no dábamos abasto. No escribíamos una escaleta, sino que escribíamos el germen de una idea, como por ejemplo “Se encuentran a un niño en el portal”, y empezábamos a dialogar directamente. “No sé quién se lo encuentra, no sé quién se lo lleva…”. Y había momentos en los que decíamos: “Hostia, ¿y ahora dónde va esto?”. No se nos ocurría y nos quedábamos bloqueados, con historias ya dialogadas y que habías mandado a producción, se las habían dado a los actores y había veces que incluso habían empezado a grabar. El mundo al revés.
Alberto Caballero: Salieron buenos capítulos, pero el equipo reventó.
Laura Caballero: Un equipo técnico se tiraba diez horas y se iba, y entraba otro equipo que grababa otras diez horas. Yo he llegado a estar 25 horas en plató y me he ido a montaje. El montador, Jaime, que sigue con nosotros y es de la familia, me decía: “Tía, vete a casa”. Y yo: “No, es que se emite esta noche”.
Malena Alterio: Hubo ataques de ansiedad, momentos donde me acuerdo que perdí la voz, Laura Pamplona se puso malita y no podíamos parar. Recuerdo que Fernando tuvo un ataque de ansiedad o algo así por el estrés y lo acompañé al hospital.
Fernando Tejero: Estábamos una noche Malena y yo grabando, y le digo a Malena: “Me encuentro mal, no sé”. Era un malestar muy raro. Tuve que pedir que parasen la grabación y acabé en el baño vomitando… arrojando por arriba, por abajo, hasta que me caí al suelo, me llevaron al hospital y era una crisis de ansiedad. Creo que el cuerpo y la cabeza dijeron hasta aquí, y yo exploté por ahí. Afortunadamente lo solté todo y pude seguir grabando a los dos días. Me pincharon vitaminas por todos los sitios, antiestrés por todos los sitios, y seguí.
Diego Martín: Todas las leyendas son ciertas, hemos llegado a grabar cosas que prácticamente se habían escrito cuatro horas antes. Y al mismo tiempo, es de los rodajes donde mejor me lo he pasado.
María Adánez: Trabajábamos los sábados, los domingos. A mí me han llegado a llamar a las 12 de la noche para decirme que me iban a buscar a las siete de la mañana.
Rebeca Gallén (script): Éramos como bomberos, estabas atento al móvil para que te llamaran y te dijeran a qué hora entrabas al día siguiente.
Malena Alterio: Ahora lo cuento como las batallitas de la gente que se fue a la mili. Citaciones a las tres de la mañana, y en aquella época no había WhatsApp, ni nada. Era alguien de producción, que cada vez era uno, pobre, porque iban cayendo como moscas del nivel de trabajo que había.
Loles León: A veces el guion del día siguiente te lo pasaban a la una y pico… Entonces decidías: “¿Qué hago: duermo o estudio?”.
Rebeca Gallén: Recuerdo que María Adánez salía en una secuencia del ascensor, iba a subir y digo: “¡Corta, corta! Ni subas ni bajes, porque no sé cuál es la escena siguiente. No sé si tienes que subir o bajar porque no está escrito”. Así trabajábamos.
Laura Caballero: Nos quejábamos a mi tío, que era el que trataba con la cadena. Nuestro jefe, digamos, era José Luis. Pero nos decían: “Cuando hay éxito las cosas son así, es que hay que aprovechar”. Y tú decías: “Ah, bueno, pues será así”. Yo misma tenía unos ataques de ansiedad cuando llegaba a mi casa. Trabajando nunca, pero llegaba a casa para dormir un rato y según me sentaba me quería morir y me iba a Urgencias: “Mira, me está dando un infarto”.
Alberto Caballero: En Antena 3 firmaron un contrato con mi tío para que hiciera producciones durante tres años. Y como las primeras cosas que hicieron no les funcionaron muy bien, llegó un momento en que Antena 3 solo quería proyectos que vinieran de nuestro lado. Tuvimos que escribir un piloto de otra serie, A tortas con la vida, y a mí me tocó el marrón de arrancarla, estar en el casting, en la construcción de decorados…
Fernando Tejero: En la última época se grababa un capítulo en tres días, con lo cual trabajábamos 18 horas algunos días. Estudiábamos en el coche y cuando nos soltaban de trabajar nos daban 25 páginas para el día siguiente.
Dani Deorador: Estábamos escribiendo un miércoles, se grababa un jueves, se montaba el sábado, se sonorizaba el lunes y se emitía el martes. Lo que se estaba emitiendo el martes, cinco días antes no existía. Hubo un caso súperextremo, que de sonorización no podían mandar el capítulo completo cuando se estaba emitiendo y la cadena empezó a emitir un capítulo del que no tenían la segunda parte. Es decir, si el tío que llevaba la cinta a Antena 3 se da una hostia con la moto, tienen que poner la carta de ajuste o poner una película de vaqueros o algo.
“Mira, me voy, ya no quiero más”
Alberto Caballero: Lógicamente Loles quería ganar más dinero. Había otras series con actores protagonistas ganando muchísimo dinero: Imanol Arias, Antonio Resines… Ellos eran mucho más protagonistas, pero claro, ella decía: “Si estos ganan esto y nosotros hacemos esta audiencia o más…”. Y no llegaron a un acuerdo.
Loles León: Estaba tan cansada y tan estresada, y un poco harta de todo, y dije: “Mira, me voy, ya no quiero más”. Primero porque quería desestresarme y segundo porque no cumplían la palabra de mejorarme las condiciones. Siempre he dicho que no existe ningún trabajo que valga mi salud, ninguno. En cuanto yo me siento perjudicada, estresada, mal, no vivo y estoy todo el tiempo triste y no me levanto y voy camino de una depresión, dejo el trabajo.
Laura Caballero: Al principio ni ella ni nosotros éramos conscientes de que se iba a ir, sinceramente. Como todavía estaban negociando, y grabando… Yo siempre pensaba: “Pero si es Paloma, ¿cómo se va a ir?”.
Loles León: Yo en realidad no me quería ir, pero tenía que poner un límite a este malestar mío.
Alberto Caballero: Realmente la dejamos en coma con la esperanza de que volviera en algún momento. Decíamos: “Yo qué sé, igual es un yuyu, igual es como le ha pasado a Adriá Collado. Y de repente en unos pocos capítulos vuelve”. El día de tirarla por el patio, Laura lo pasó un poco mal dirigiendo.
Laura Caballero: Creo que no dormí la noche anterior. Fue una grabación incomodísima: “No, mira, Loles, te agarras aquí, no sé qué…”. Y ella: “Ah, vale, mira, lo hago así, yo me agarro, así parece entonces…”. Yo ahí diciéndole a esta señora cómo se tiene que caer por el patio. Y de alguna manera era culpa del personaje que entre comillas venía a sustituirla, indirectamente. Y era lo último que grabamos con ella. Entonces era todo muy simbólico y muy real. “Bueno, gracias, Loles, venga, hasta luego”. Y luego cuando me dijeron que no había renovado ya pensé que la serie se iba a la mierda.
Fernando Tejero: Se formó una familia muy bonita. Imagínate, con esa forma de trabajar, si nos hubiésemos llevado mal entre nosotros hubiese sido imposible.
Eva Isanta: Laura y Alberto, dentro de lo que podían, nos cuidaban todo lo posible. Gracias a eso, y a que estábamos haciendo un trabajo en el que creíamos mucho, todos fuimos relativamente felices. Fíjate, recuerdo el esfuerzo, pero no lo recuerdo con horror, sino con una especie de cariño. Una cosa que no me gustaría volver a vivir en esas circunstancias, pero que recuerdo con mucho amor.
Javi Polonio: Todos nos consideramos del mismo pack y seguimos trabajando juntos hoy en La que se avecina. Yo entré allí con 28 años o así y tengo 46. Imagínate todo lo que he vivido con ellos: se han casado, hemos tenido parejas… son amigos y familia.
Fernando Tejero: Yo le tenía celos a cualquier actor que viniese a hacer de pareja de Malena. Preguntaba a los guionistas todo el rato: “¿Pero cuándo se va a acabar esto?”.
Malena Alterio: Yo por ese momento estrené Una palabra tuya de Ángeles González Sinde, y mi personaje se enrollaba con Antonio de la Torre. Y al salir de la película me dijo: “Está bien, pero es que no sé, me ha dado cosa verte ahí”. Éramos como novios sin serlo. Después de las broncas que teníamos nos quedábamos hasta tocados. Fuimos pareja y ahora somos muy, muy amigos, es mi primo de Córdoba.
Dani Deorador: Son un poco nuestros Ross y Rachel.
Fernando Tejero: Cuando me despedían como portero y me mandaban a otra finca de alto standing, me tenía que despedir de José Luis Gil en la ficción y me dio una llorera de verdad. Creo que como currábamos de esa forma tan intensa ya confundíamos realidad con ficción.
Laura Caballero: Merlo tenía que hablar muy rápido siempre y en seguida se trababa, y los trabuques de Merlo tenían mucha gracia. Si Eva Isanta estaba con Luis Merlo no podía grabar, se reía un montón. Y no me lo he pasado mejor en plató que cuando Carlos se quería hacer gay con Mauri.
Diego Martín: Tengo muy frescos los ataques de risa con Luis y con Laura, y cada vez nos reíamos más y eso me daba a mí alas para llevarlo más al extremo. Es una de las cosas que tienen Alberto y Laura, que te daban un juguete y te invitaban a llevarlo lo más al extremo posible. Y se incentivaba mucho que hubiera un nivel de locura, y de surrealismo y de invención que no es muy habitual.
Fernando Tejero: Eduardo Gómez era un tío muy divertido sin pretenderlo. Recuerdo la primera vez que apareció desnudo en la serie. Estábamos Malena y yo con él, y se estaba tapando con una sartén, y cuando apareció desnudo casi nos morimos. Tengo un recuerdo muy bonito de él.
Malena Alterio: Le encantaba desnudarse e impresionaba verlo desnudo, con ese pecho que salía p’afuera, pecho palomo. Era tan cariñoso y tan buen tipo. Me da pena que ya no esté.
Eva Isanta: Tenía especial cariño a Mariví Bilbao. Me enseñó mucho como mujer adulta, sabia, que había sido actriz y madre. Gracias a ella yo estaba muchísimo mejor anímicamente.
Javi Polonio: Era maravilloso grabar con ella. Se le iban las frases, pero era tan divertido cómo se le iban y las que improvisaba que muchas veces se quedaban.
Laura Caballero: Marisa fumaba porque Mariví Bilbao no podía estar en plató sin un cigarro en la mano. Al principio todavía se fumaba en plató, todo el mundo fumaba. A veces teníamos que abrir las puertas por el humo.
Alberto Caballero: Fumaba en plató hasta cuando no estaba permitido.
Laura Caballero: A veces se encendía un cigarro con la colilla del anterior. Me decía: “¿En esta secuencia se fuma?”. “Mariví, es que has fumado en las tres anteriores”. “Joder, pues vaya mierda…”. Aparte, nos gustaba muchísimo una vieja que fumaba, y más ella con la mano esa súper enjuta, maravillosa. Se llegó a fumar cuatro paquetes al día.
Javi Polonio: El médico le dijo que intentara dejar de fumar, pero dejó de fumar una semana y estaba mucho peor.
Alberto Caballero: Fue un infierno. Estaba de muy mala hostia, se le iba el texto… al final le pedimos que volviera a fumar.
Fernando Tejero: Emma Penella para mí era una segunda madre aquí en Madrid. Mariví, tres cuartas partes de lo mismo.
Javi Polonio: Emma Penella era una mujer que de repente un día te decía: “Dime tu dirección, que tengo una cosa para ti”. Y nos mandaba a los tres cámaras o a varias personas del equipo dos kilos de manzanas buenísimas en un taxi, a cada uno a su casa. Luego de repente llegaba la Navidad y repartía décimos de lotería, nos regalaba a cada uno un par. Nunca tocaba, qué mala suerte, siempre se lo decíamos. Era como una niña pequeña, estaba encantadísima de estar trabajando. En cualquier momento te organizaba una cena. Te decía: “¿El sábado qué tienes que hacer? Venga, pues nos vamos los cámaras con vuestras chicas o quien queráis y vamos a comer marisco no sé dónde”. Y nos invitaba a todos. Era espléndida.
Malena Alterio: Era como la abuelita de todos, cuidaba a todo el equipo como buena mujer de productor.
“Nos tenemos que ir a Mediaset”
(Tras competir con la serie contraprogramando con Los Serrano, Telecinco fichó a dos de los guionistas de Aquí no hay quien viva, David Fernández y David Abajo).
Alberto Caballero: Los davides se fueron en el capítulo 60 porque estaban reventados y recibieron una suculenta oferta de Telecinco para hacerles una serie, Tirando a dar. Que no funcionó muy bien. Ahí fue cuando decidieron ir a por la productora en conjunto. Y al final, bueno, de alguna manera consiguieron trasladarla.
Laura Caballero: En la última temporada, a nivel de contenido, creo que se notaba que estábamos muy agotados. Hay capítulos que prefiero no ponerme. Nadie entendía nada. Tienes una serie genial, que es difícil dar con ello, y un grupo maravilloso de gente, y pudiendo hacer las cosas bien… No moló, la última temporada no tuvo gracia.
Alberto Caballero: El final fue jodido. Por una parte es cierto que estábamos cansados, y los actores también. Yo creo que la serie está sana hasta el 77º capítulo, y luego la última tanda es cuando de repente se nos van de golpe Diego Martín y Dani Guzmán, que les habíamos metido juntos a vivir y nos funcionaban muy bien, y la propia María. Tuvimos que sustituirlos rápido con las cosas que se nos iban ocurriendo. Tuvimos algún hallazgo en la última temporada, como Radio Patio, pero realmente estábamos muy reventados. Un día llega mi tío y dice: “Nos tenemos que ir a Mediaset, me han hecho una oferta muy importante y tenemos que hacer algo para ellos. Tengo problemas con Antena 3″. Pero el hecho es que había 39 capítulos firmados con los actores.
Dani Deorador: Supimos que teníamos que cerrar la serie con un margen de cinco capítulos, en el 85º episodio ya sabíamos que la serie terminaba en el 90º. Nos vino la idea de que el edificio tuviera una plaga de termitas y lo comprara el padre de la pija. Mi padre trabajó en una constructora mucho tiempo y hacían reformas integrales de muchos edificios del centro de Madrid que estaban atacados por las termitas.
Laura Caballero: Se llegó a pensar que Aquí no hay quien viva se podía hacer en Telecinco tal cual, lo que pasa es que se mudaban de edificio. Pero no se podía, y los actores ya estaban contratados. Entonces, ¿qué haces, los dejas colgados?
Alberto Caballero: Esa parte, digamos, no fue muy estética. Dejas a la gente sin su serie favorita y dices: “Bueno, esto se acaba”. “¿Y cuándo se acaba?”. “Pues se acaba ya”. “¿Y cómo?”… Pero la condición que le pusieron a mi tío para aquella mudanza era que Laura, Dani y yo estuviéramos. Y nosotros éramos curritos de la productora, y además de alguna manera nos sentíamos en deuda porque mi tío nos había dado la oportunidad de hacer la serie que queríamos, y ahora necesitaba nuestra ayuda. Yo lo intuía, y efectivamente luego nos comimos un marrón bastante peor que acabar la serie: arrancar otra nueva con la misma temática. Ese año 2006, entre el primer semestre con Aquí no hay quien viva y el segundo semestre con La que se avecina y con la nueva cadena y todo, fue para enterrarlo.
Laura Caballero: Dani tuvo que cogerse unos días de baja porque tuvo un problema en los ojos y parecía que lloraba sangre. Y me acuerdo de un día que Alberto y yo estábamos en casa de mis padres, porque íbamos allí a sentir un poquito de calor humano y cercano. Estábamos escribiendo en una pizarra dividida en dos: en la izquierda estaban los nombres de los personajes de Aquí no hay quien viva, y a la derecha otra columna. A nosotros nos gusta ponerles en seguida nombre a los personajes cuando estamos creando algo. Y decía Alberto: “Venga, Juan Cuesta, ¿cómo se puede llamar?”. Y yo… “Venga, va, Paco, Pepe, Manolo…”. Y de repente empezaba él a gritar: “¡Me cago en la puta, si es que no puede ser!”. Y yo: “Venga, Alberto, tranquilo, va, va, va… “. Entonces escribía él “Alfonso” en la pizarra. Y yo: “¡Si es que no, esto no tiene sentido!”. Y de repente miré a Alberto y te juro por Dios que el color de su piel era verde. Mi hermano estaba verde.
Alberto Caballero: En un principio me parecía una nefasta idea, fue un movimiento que a mí me sentó mal, era una serie que seguía viva.
Laura Caballero: Yo, si hubiese sido fan de Aquí no hay quien viva, nunca hubiese visto La que se avecina. Y la primera temporada fue un espanto.
Alberto Caballero: Pero con el tiempo es verdad que gracias a Mediaset hemos podido conseguir mejores condiciones, mayor control sobre lo que hacíamos, montar nuestra propia productora… Ahora tenemos el entorno en que nos hubiera gustado trabajar entonces, el que se habría merecido Aquí no hay quien viva. No fue una decisión nuestra, pero fue de las mejores decisiones que no hemos tomado nosotros en la vida. Queríamos que todo el que hubiera tenido algún tipo de autoría en Aquí no hay quien viva estuviera dentro por lo menos al principio para que Antena 3 no pudiera reclutarles y ponerlos en nuestra contra. De hecho Antena 3 nos acabó demandando por habernos plagiado a nosotros mismos. Perdieron en el juicio y afortunadamente ya no hemos tenido más movidas legales con nadie.
Iñaki Ariztimuño: Yo me fui de la industria porque fue muy agridulce ver cómo Alberto, al que yo consideraba mi amigo, dijo: “A este me lo quito de encima y no lo necesito”. Y efectivamente no me han necesitado. Está claro que tiene mucho talento y mucha capacidad de trabajo, eso no se lo quita nadie. Lo que también tiene es el apellido de su tío.
Alberto Caballero: De Iñaki tengo que decir que, cuando él reivindicaba ser guionista en Aquí no hay quien viva, yo siempre le decía: “Tío, escríbeme algo tú solo. Un capítulo, una secuencia, una trama… no te has enfrentado a una hoja en blanco. No sabemos cómo escribes”. Y nunca llegó a enviarme absolutamente nada.
Luis Merlo: El último día, cuando estaba mirando a aquel edificio que iban a demoler, tenía que decir: “Qué de cosas nos han pasado aquí”. Y no podía decirlo, no podía hablar del llanto, porque estaba hablando también Luis.
Alberto Caballero: El último capítulo acaba con una persona que les hace una foto a los vecinos frente al edificio. Los que hacían la foto íbamos a ser Dani y yo, los guionistas. Y yo decidí no bajar porque estaba muy mosqueado con el mundo.
Dani Deorador: Lo intenté convencer pero no hubo manera.
Laura Caballero: Esa fue la última secuencia que se grabó, con todos ahí en la puerta… Era un dramón. Hice muchas tomas porque no quería que acabara. Y yo creo que a los actores, cuando decía “voy a hacer otra”, les aliviaba.
Dani Deorador: Cuando salí a hacerles la foto a todos debían de ser las 4:30 de la madrugada. Luego todo el mundo se puso a llorar, sacamos champán… y salimos cuando ya había amanecido del plató.
“No suena vieja, está viva. Será eterna”
Iñaki Ariztimuño: En este negocio nadie sabe lo que va a funcionar y lo que no, y uno de los ejemplos más claros es Aquí no hay quien viva. Porque fue un acuerdo entre Moreno y Planeta y no pasó por ningún ejecutivo: había que hacerlo, había que cumplir con ese contrato y dimos en la diana.
Alberto Caballero: La cadena estadounidense ABC quiso adaptar Aquí no hay quien viva en entre el año 2010 y 2011. La producían Sofía Vergara, que ya lo estaba petando con Modern Family y había visto la serie en Colombia, y Ben Silverman (The Office, Jane The Virgin). Fuimos a Los Ángeles, estuvimos en casa de Silverman, conocimos al adaptador y estuvimos hablando del proyecto. Fuimos a ABC, nos recibieron en Disney, que es la propietaria de la cadena… Al tiempo recibí el guion del piloto, y no tenía nada que ver. En primer lugar porque la habían situado en Miami, en un condo de estos que dicen ellos, en el cual la figura del presidente de la comunidad no era habitual, y habían decidido que el padre del portero fuera el propietario del edificio y les alquilara los inmuebles a todos los demás. Ya se cargaban todo el concepto de juntas de vecinos, la relación entre el presidente de la comunidad y el portero… Además, como ya estaba Modern Family y tenía una pareja gay, transformaron a Fernando y Mauri en una pareja de lesbianas. Con lo cual ya se pisaban con Belén y Alicia en el sentido de que eran dos personajes femeninos viviendo juntos. Y encima era una adaptación a 30 minutos. Fue un desastre. No acabaron de entender el concepto de que el protagonista era el edificio como un microcosmos en el cual hay una fauna. Les dije dos cosas: les pedí que no la hicieran, si era posible, y aclaré que si querían hacer eso no necesitaban nuestros derechos. Afortunadamente no se llegó a hacer ni el piloto, y nos centramos en otros mercados mucho más pequeñitos que han funcionado mucho mejor. En Grecia fue la adaptación más divertida de la serie. Se llamaba I Polykatoikia, que significa en griego exactamente “edificio de propietarios”, y de hecho doblaron el número de capítulos con respecto a la versión española. En Portugal también fue bien.
Maria Adánez: Ahora la ves y si cierras los ojos no suena vieja, está viva. Será eterna.
Loles León: Es como Almodóvar con Mujeres al borde de un ataque de nervios, fue un antes y un después en el cine español. Aquí no hay quien viva es un antes y un después en las series españolas.
Iñaki Ariztimuño: Otro acierto es que los personajes eran políticamente incorrectos, como la realidad que yo vivía de mis vecinos. El público recibió como una bocanada de aire fresco que se llamara a las cosas por su nombre. Porque al final los españoles hablamos así, con tacos, como hablaban las tres viejas.
Luis Merlo: Curiosamente ayer mismo me vio en el teatro un chico gay de 30 y pocos años. Vino con su pareja y me dijo que yo había hecho mucho por la comunidad LGTBI. Me lo dice gente por la calle, gente muy joven. Me dan besos, me dan abrazos, dicen: “Es que mis padres han entendido mi homosexualidad gracias a Mauri”.
Fernando Tejero: Soy consciente de que la sombra de Emilio me perseguirá hasta que me muera. Como Antonio Ferrandis, que tenía una carrera maravillosa e incluso hizo una película que se llevó un Oscar, Volver a empezar. Y cuando se murió, se murió Chanquete. Cuando yo me muera, que espero tardar mucho, se morirá el portero de Aquí no hay quien viva.
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