Julio Salinas, uno de los jugadores más queridos en Vitoria, llegó al Alavés al final de su carrera profesional. De hecho es el jugador más mayor en disputar un partido y en marcar en los cien años de la historia del club, con 37 años y 251 días. La temporada 98-99 y cuando el delantero vasco contaba 36 años y ya pensaba que había colgado las botas, le llegó la llamada del Alavés para reforzar el equipo un poco antes de Navidad.
Había dejado el Yokohama Marinos, en el que estaba apartado del equipo, y le fichan en el Alavés, ¿cómo fue el fichaje?
La verdad es que yo no me lo esperaba. Llevaba cuatro meses sin jugar y ya tenía 36 palos, así que ni se me había pasado por la cabeza volver a competir. Estaba pasando la Navidad en Bilbao cuando recibí la llamada de Ondarru, el segundo del técnico Mané y me dicen que quieren que aporte mi experiencia al equipo. Yo no estaba muy convencido. No estaba en forma y no quería terminar mi carrera con un descenso. El Alavés estaba en puestos de descenso cuando yo llegué. Después de probarme y entrenar con el equipo me convencí que podía volver a jugar y lo hice. Era el reto más difícil de mi carrera. Fue una decisión complicada. Recuerdo que en mi presentación como jugador del club vitoriano dije que no había llegado para ‘pegar un atraco’ y que si no les convencía en 15 días, yo lo dejaba y me iba a casa.
Pero el Alavés consiguió la permanencia
Sí. Me encontré un grupo magnífico y había un ambiente fenomenal. Después de los entrenamientos íbamos a tomar unos ‘potes’ juntos. Empezamos a ganar y nos jugamos la salvación en el último partido ante la Real Sociedad. Nosotros debíamos ganar y esperar que el Extremadura, que era el otro implicado en el descenso, no lo hiciese. Al final ganamos a la Real por 2-1 y con un gol mío ¡con la mano!, menos mal que entonces no existía el VAR
Y tras el éxito se quedó una temporada más
Sí, aunque al principio no me querían. Yo me veía capaz de seguir jugando. Al final me renovó y me dijo que me pagarían 2 millones de ptas (12.000 euros) por cada gol que marcase y fui el ‘pichichi’ del equipo con 8 tantos. Empecé en el banquillo, pero al final recuperé un puesto fijo en el equipo.
¿Y entonces lograron una clasificación histórica para jugar en Europa?
A falta de 15 partidos ya habíamos conseguido el objetivo de la salvación y empezamos a luchar por los puestos europeos. Quise negociar una prima si lográbamos esa posibilidad y ¿sabes cuál fue la prima por jugar la UEFA por primera vez en su historia?, ¡una caja de vino!. Una caja de vino crianza de la bodega del presidente.
¿Cómo se vivió jugar en Europa en Vitoria?
La verdad es que era impensable entrar en Europa al principio de temporada. Teníamos un presupuesto de mínimos y con cuatro cedidos y cuatro desterrados conseguimos meter al equipo en competición europea. Fue una hazaña
¿Qué recuerda con más cariño de su etapa en el club vitoriano?
Recuerdo sobre todo el cariño de la gente y el hecho de que me hiciesen sentir como un crack. Al principio pensé que al venir de Bilbao y que a veces hay rivalidad entre ambas ciudades…pero no, me hicieron sentir como un líder, un protagonista cosa que en los otros equipos en los que había militado no había sentido. Dejé huella y prueba de ello es que en una de las cartas de la baraja del centenario me la han dedicado a mí. A mi esa etapa también me marcó. Me pareció de película y al final todo salió muy bien
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