Más “unidad” frente a Rusia y también más sanciones y más duras. Es el reclamo de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, al pleno del Parlamento Europeo este martes. La líder socialdemócrata, que pilota la adhesión a la OTAN del país europeo con las fronteras más extensas con Rusia, ha instado a la Unión Europea a seguir cerrando filas frente a la agresión del Kremlin contra Ucrania, que ya ha cumplido 200 días, y al chantaje del presidente ruso, Vladímir Putin, que está manejando la dependencia europea del gas ruso como palanca de presión para agrietar esa unidad y revolverse contra unas sanciones que están dañando la economía rusa. “Ucrania ganará la guerra con nuestro apoyo”, ha dicho Marin, recibida con grandes aplausos de los eurodiputados en la Eurocámara en Estrasburgo, “no hay otra opción, pero ya ha ganado en nuestros corazones”.
Con los precios de la energía por las nubes y la inflación disparada en toda la UE, muchos temen que la unidad de los Veintisiete en su apoyo a Kiev frente a la guerra total lanzada por Putin se resquebraje. En su análisis sobre el futuro de Europa, Marin ha hablado de un panorama sombrío, con una crisis energética cada vez mayor, un retroceso democrático en algunos países y un auge de los autoritarismos y también un aumento de los desastres naturales, pero se ha mostrado convencida de que la Unión puede salir más fuerte de la prueba con “unidad, determinación y coraje”. “Rusia puede desafiarnos, chantajearnos y amenazarnos, pero no nos rendiremos”, ha dicho”. “Sus acciones han unido a Occidente como nunca antes, mientras que Rusia está más sola que nunca”, ha recalcado.
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Criticada en las últimas semanas por una serie de vídeos filtrados en los que se la ve bailando y de fiesta con un grupo de amigos, Marin ha sido una voz muy dura contra el Kremlin y contra la agresión rusa a Ucrania y está liderando el acercamiento de su país a la Alianza Atlántica (adhesión ratificada por más de un 95% por el Parlamento finlandés, representación de la ciudadanía). La entrada de Finlandia —y la de Suecia, que avanza a la par— puede redibujar la arquitectura de seguridad europea, que se ha tambaleado desde que Putin lanzó la guerra total contra Ucrania.
Veinticuatro de los 30 aliados de la OTAN han ratificado ya el ingreso de Finlandia y Suecia en la Alianza Atlántica, pero queda la luz verde de Turquía, lo que está alimentando la posibilidad de un veto de este país, que ya mostró reticencias al ingreso de los dos países nórdicos. En vísperas de la Cumbre de Madrid, Ankara acordó levantar su veto a cambio de que Helsinki y Estocolmo se comprometiesen a “prevenir las actividades” del grupo armado kurdo PKK, lo que, según organizaciones de derechos humanos, podría derivar en extradiciones. Y no solo de estas personas, sino también de otras que nunca se han viso involucradas en actividad armada.
Marin ha asegurado que el Gobierno finlandés no toma ni tomará decisiones sobre la extradición de ciudadanos que reclame Turquía (miembro de la OTAN, que mantiene como un equilibrista buena relación con Moscú y Kiev, a quien vende drones que están siendo clave para defenderse de la invasión rusa), sino que estas decisiones están en manos de “instituciones de justicia y servidores públicos”. En una rueda de prensa junto a la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, la primera ministra finlandesa ha insistido en que no especulará sobre la postura de Ankara y ha destacado que espera una “ratificación rápida”.
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Suscríbete“Ingenuidad” de la UE frente al Kremlin
La primera ministra finlandesa ha criticado la “ingenuidad” de la Unión y de muchos países frente al Kremlin y su larga dependencia de un gas que el Kremlin vendía barato y que ahora utiliza como arma. “Deberíamos haber escuchado antes y mejor a los países bálticos y Polonia, que tenían experiencia con la Unión Soviética. Ahora pagamos un alto precio. Nunca deberíamos haber confiado nuestra economía a otros”, ha insistido en Estrasburgo.
Marin forma parte del grupo de países que aboga por endurecer las sanciones contra Rusia y este martes ha reclamado no solo medidas rápidas y eficaces para hacer frente a la crisis energética, sino también fórmulas para lograr que la guerra sea insostenible para el régimen de Putin. Las sanciones, ha dicho la líder finlandesa, no deberían ser solo contra Putin, su círculo, el aparato de seguridad que gobierna Rusia y sus principales actores políticos y económicos, sino que también las debería sentir la ciudadanía, ha reclamado. “Las sanciones deben reflejarse en la vida cotidiana de los rusos comunes”, ha declarado. “No es correcto que mientras Rusia mata civiles en Ucrania, los turistas rusos viajan libremente por Europa”, ha añadido Marin, que cree que la suspensión por parte del Consejo de la UE del acuerdo para facilitar los visados a la ciudadanía rusa (y que se traduce básicamente en más burocracia y un encarecimiento de los trámites) no es suficiente. Polonia y los tres países bálticos ya han aprobado medidas para restringir las entradas (sobre todo terrestres) de la mayoría de personas rusas con visados y Finlandia ha dicho que también recortará el número de nuevos visados.
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