Del carismático
Pesic
al querido
Jasikevicius
. El relevo ha sido rápido y nada traumático. Se agradece, porque el disgusto emocional ya lo tenemos por no haber ganado esta Liga, con la plantilla que había y habiéndose puesto tan de cara por la eliminación del Madrid. Con
Saras
y sin
Pesic
se pierde en experiencia, se gana en liderazgo y se mantiene el hambre por cada partido, cada título y cada rebote. Me sabe mal que
Pesic
no pueda despedirse de la afición del Palau, en un último paseíllo para la historia. Me satisface, en cambio, saber que su final de etapa ya estaba pactado entre el club y el ‘coach’ y que, de haber ganado -que era la idea-, también se habría ido. Lástima que los jugadores no supieran de su adiós cuando saltaron a la pista. Igual daban el pequeño plus de esfuerzo que les quedaba.
Pesic
les ha exigido mucho y no se han entendido del todo.
Veremos qué pasa con
Saras
, otro hombre con mucho carácter. En las ocasiones que ha venido al Palau como entrenador del Zalgiris de Kaunas, le hemos recibido como a uno de los nuestros, le hemos aplaudido a rabiar, nos ha puesto las cosas difíciles y también le hemos visto gesticular, chillar, desgañitarse y desesperarse a cada fallo de sus jugadores. No perdona una. Quizá esto es lo que necesita el equipo. No solo el de baloncesto.
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