El Instituto geográfico Nacional (IGN) ha confirmado este viernes por la tarde que se ha abierto una nueva boca del volcán de La Palma en la zona sureste de la ladera del cono. “Por ahora está desgasificando y no se ha apreciado expulsión de material lávico”, ha informado a este periódico Rubén López, vulcanólogo del IGN. El comité de crisis manda un mensaje de tranquilidad. “Entra dentro del proceso normal de la erupción del volcán”, han señalado fuentes del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan).
Los científicos habían detectado, también este viernes, una reducción de la explosividad y un aumento de la emisión de lava. Esto quiere decir que las coladas brotan con más fuerza del cono volcánico, provocan variaciones en su morfología y se mueven de manera inesperada, según ha explicado Rubén Fernández, director técnico del Pevolca (Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias). “Las coladas no respetan la dinámica de un fluido: su movimiento es más difícil de evaluar”.
La mala noticia que se deriva de este mayor aporte de magma es que de las dos lenguas que circulan más al norte, y que han centrado las preocupaciones del Pevolca esta última semana, se ha desgajado una tercera, más pequeña, que los expertos han llamado un “dedo de lava” y que, según ha explicado Fernández, “ha tomado dirección La Laguna”, el barrio de Los Llanos de Aridane que tuvo que ser desalojado en tres operaciones distintas a lo largo de esta semana ante la proximidad de la lava. Las perspectivas, en todo caso, no son enteramente pesimistas, explica el director técnico del Pevolca. “Las previsiones sobre las que estamos trabajando pasan por que este dedo […] no discurra más al noroeste y no afecte” a la localidad. No están previstos, al menos a corto plazo, nuevos desalojos.
Desde última hora de la tarde del jueves, el volcán ha vomitado mucha lava y a gran velocidad. “Ha llegado a alcanzar los 250 metros por hora, aunque ahora se ha ralentizado hasta los 20 o 30, según nos han explicado los portavoces de la Unidad Militar de Emergencias”, ha manifestado Fernández.
Desde que comenzó a manar el 19 de septiembre, el mapa del magma se ha hecho más intrincado. Existe una primera colada, que el Pevolca califica de primigenia. Hasta el jueves se había detenido, pero el mayor aporte de las últimas horas la ha reactivado, según confirman las cámaras térmicas. Esta es la lengua que se chocó con la montaña de Todoque durante la primera semana tras la erupción y viró hacia el sur, avanzó hacia el mar y terminó formando un delta lávico que ahora mide unas 34 hectáreas y cuyo crecimiento podría reactivarse, dadas las nuevas circunstancias.
A medida que discurrieron las jornadas, casi al final de su camino hacia la costa, de esta primera colada se separó otro brazo, que comenzó a discurrir en paralelo algo más al sur. Su magma retomó el avance y arrasó con cultivos de plataneras y ha detenido su camino a unos 100 metros del mar.
Por encima de esta colada primigenia discurre ahora otra que también se mueve en paralelo, es decir, en dirección oeste-noroeste. Esta es la que acecha el barrio de La Laguna. Esta lengua, a su vez, se ha dividido en dos apéndices: un primero que hasta el miércoles presentaba “alta intensidad y bastante recorrido” y que el miércoles abatió puntos neurálgicos de La Laguna, como un supermercado de la cadena Spar. Y el segundo, al noroeste, que fue el que atravesó el polígono del Callejón de la Gata, prosiguió su camino cuesta abajo en la tarde de este jueves y atravesó el campo de fútbol de La Laguna. Es de estas dos últimas coladas de donde se ha desgajado el nuevo dedo que este viernes ha dado a conocer el Pevolca.
El comité de crisis cuenta, en todo caso, con que estas dos lenguas, además, terminen por confluir y también puedan acabar en el mar, del cual las separa un kilómetro aproximadamente. La incertidumbre es cuánto daño puedan causar hasta que hagan contacto con el agua.
Este imparable recorrido ha pasado ya una alta factura: 696 hectáreas de territorio afectadas, casi el 10% del total de la isla. En este tránsito, ha arrasado con 1.548 edificaciones por valor de 186 millones, según los cálculos de EL PAÍS, además de amenazar o haber dañado otras 86. No solo son viviendas, escuelas, negocios, centros de salud o campos de fútbol. Son centenares de proyectos vitales que las cifras apenas alcanzan a describir: el número de evacuados ronda los 7.000, de los cuales 321 han necesitado alojarse en el hotel que el Gobierno de Canarias ha dispuesto en el municipio de Fuencaliente.
Sismicidad alta
La sismicidad continúa siendo alta, según ha explicado la portavoz del Comité Científico, María José Blanco, quien ha advertido de que continuarán registrándose temblores por encima de la magnitud 4,5 que tuvo el sismo del jueves. La vulcanóloga, no obstante, ha matizado que estos terremotos se están produciendo a grandes profundidades, es decir, que no entrañan riesgos para la población.
En cuanto a la calidad del aire, Blanco ha explicado que las previsiones pasan por que la inversión térmica (fenómeno que impide que el aire circule debido a que se crea un tapón por las altas temperaturas) descienda durante la jornada y esto dificulte la dispersión de partículas. A la ceniza se sumarán otro episodio de calima (vientos procedentes del este que transportan polvo del Sáhara) y unos vientos más débiles. Estas circunstancias podrían terminar afectando a la operatividad de los vuelos en el aeropuerto de La Palma a partir del sábado.
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