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Se cumple un siglo del sufragio femenino en Estados Unidos


Este 26 de agosto se conmemoran 100 años desde que las sufragistas estadounidenses lograron el derecho al voto tras años de persecución y condena pública por parte de los sectores más conservadores del país. 

La celebración llega justo en un año electoral decisivo y enmarcado por la histórica nominación de la senadora por California, Kamala Harris, como candidata a la vicepresidencia. De ganar las elecciones el 3 de noviembre, esta hija de inmigrantes se convertiría en la primera mujer en asumir el cargo. 

El recorrido del sufragio femenino inicia en 1869 en Wyoming, al convertirse en el primer estado en instaurar el “sufragio igualitario”, aunque sin distinción de género. Los estados pioneros que lo siguieron en las siguientes décadas son Utah (1870), Colorado (1893), Idaho (1896), Washington (1910), California (1911), Oregon, Arizona y Kansas (1912), Nevada y Montana (1914) y Nueva York (1917).

Sin embargo, fue hasta el 26 de agosto de 1920 cuando la nación adoptó de forma oficial la Decimonovena Enmienda de la Constitución, que estipula que “ni los estados de Estados Unidos ni el gobierno federal puede denegarle a un ciudadano el derecho de voto a causa de su sexo”. 

La enmienda fue trascendental, pero limitada en cuanto a su cumplimiento, pues las personas de color, tanto a mujeres como a hombres, se les negó este derecho básico por una cuestión racial hasta 1965. Y esa brecha sigue abierta en varios ámbitos. 

El presidente Lyndon Johnson firmó en 1965  la Ley de Derecho al Voto, que prohíbe las prácticas discriminatorias de voto defendidas por los estados del sur, que adoptaron después de la Guerra Civil para evitar que la población de color  —tanto hombres como mujeres— votara.

Miles de personas volvieron a tomar las calles en distintas ciudades del país en la llamada “Marcha de las Mujeres”, en defensa de la diversidad, la igualdad y los derechos, y en contra del presidente Donald Trump.

Entre las sufragistas más emblemáticas del movimiento que otorgó a las mujeres el derecho a votar y a ser votadas Susan Brownell Anthony (Massachusetts, 1820), quien dedicó su vida a la defensa del voto femenino durante el siglo XIX, pero no disfrutó de los beneficios de esa batalla. 

La llamada “mujer atrevida” fundó en 1866 la Asociación Estadounidense por la Igualdad de Derechos junto a la también sufragista Elizabeth Stanton. El grupo abogaba por el derecho a la propiedad y de divorcio de las mujeres, así como el uso de ropa menos restrictiva. 

Fue detenida, juzgada y condenada a pagar una multa de $100 por votar en las elecciones presidenciales en 1872. Murió en Nueva York en 1906.

En Estados Unidos, el que obtiene el mayor número de votos en una elección presidencial no necesariamente gana.

Otras mujeres prominentes son Lucretia Mott (1793-1880), Lucy Stone (1818-1893), Matilda Joslyn Gage (1826-1898), Victoria Woodhull (1838-1927), Carrie Chapman Catt (1859-1947), Jeannette Rankin (1880-1973), Belva Lockwood (1830-1917) y Anna Elizabeth Dickinson (1842-1932). 

Pero las sufragistas afroamericanas, excluidas del movimiento principal encabezado por mujeres blancas, también son pilar fundamental de la lucha, aún más férrea para su comunidad y el resto de las comunidades de color. 

La discriminación de las sufragistas afroamericanas fue explícita en marchas históricas, como la de 1913 en Washington, D.C., donde las organizadoras ordenaron a los participantes de color a marchar al final. Asimismo, la National American Woman Suffrage Association, fundada en 1890, se negó a incluir grupos sufragistas o mujeres afroamericanas en sus filas.

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Esa exclusión llevó a las activistas a formar grupos como la National Association of Colored Women, fundada en 1896 en la capital del país. 

Mary Church Terrell, nacida en 1864 de padres que habían sido esclavos, fue una de las líderes más prominentes y su lucha llevó a la creación de la National Association for the Advancement of Colored People en 1909 en la Ciudad de Nueva York.

Y el aporte de las sufragistas hispanas es igual de trascendental pese a la falta de reconocimiento del movimiento principal.  “Old Spain in Our Southwest”, un libro escrito por Adelina “Nina” Otero Warren (1881-1965), nacida en Los Lunas (Nuevo México), narra con claridad cómo la brecha racial también azotaba a la comunidad hispana. A Otero se le atribuye en parte la victoria del movimiento sufragista de Nuevo México en 1920.

Sobresale también Jovita Idar (1885-1946) de Laredo, Texas, otra figura activa del movimiento sufragista.

Idar era una periodista y activista, defensora de los derechos de la mujer, incluyendo el derecho al voto, y quien desde sus escritos en “La Crónica”, periódico de su padre, abogó por el sufragio femenino.




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