Uffff… Malos, pero que muy malos tiempos para el VAR, esa herramienta nacida desde la tecnología punta como esperanza de un fútbol más justo. Algo comienza a chirriar hasta reventar los tímpanos. No es normal que la segunda temporada esté siendo peor, en todos los sentidos, que la primera.
La impotencia de los clubs, jugadores, técnicos, aficionados y de los que nos dedicamos a esto comienza a ser desoladora. ¿Qué pasa? ¿Falla la máquina o el ser humano? El consuelo en forma de disculpa de que unas semanas perjudican con sus decisiones a unos y otras a los demás, más que tranquilizar, desacredita.
No estaría de más replantearse la situación y tener el argumento de la justicia como premisa principal. Y si se tienen que comenzar a revisar jugadas, sobre todo penaltis, que no sean flagrantes e incuestionables, pero sean merecedoras de castigo, pues que se reexaminen y verifiquen. Lo que no puede ser es que dejen de juzgarse acciones porque no son lo suficientemente claras y pueden tener varias interpretaciones.
Comencemos con los agarrones en el área. Todos, todos, absolutamente todos, penalti. Como se anulan todos los goles que vienen precedidos de manos en ataque. Simplifiquemos las interpretaciones. Tampoco es tan complicado. Así cada árbitro de campo o de VAR no hará de su capa un sayo
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