Es una mañana feliz de julio. En el salón apartado del bullicio del hotel, el aire acondicionado logra que Sean Penn (Santa Monica, California, 61 años) aguante con la americana puesta a pesar del calor exterior. Él espera sonriente y pide permiso a la prensa para abrir el ventanal que une la estancia con la terraza. Necesita fumar —también pide permiso a los tres periodistas antes de encender el cigarrillo—. El verano en Cannes es inclemente; dentro de la habitación Penn vive en una venturosa primavera. Todavía no ha leído las críticas de El día de la bandera.
El recorrido de El día de la bandera, el thriller que Penn estrena como director y actor en España esta semana, arrancó el pasado julio en el certamen francés. El cineasta volvía al lugar del crimen. Durante décadas, el horario de promoción de una película en su primer día de proyección en Cannes fue inalterable: pase matinal, posado ante los fotógrafos y rueda de prensa, almuerzo rápido, atención a los medios de comunicación franceses (y de la nacionalidad de la película) y sesión nocturna de gala. La inmediatez de internet empezó a trastabillar la agenda, que saltó por los aires en 2016 por culpa de Diré tu nombre, el trabajo anterior de Penn como director, una horripilante historia de amor en mitad de África entre la directora de una ONG (Charlize Theron) y un médico (Javier Bardem). Cuando comenzó su rueda de prensa, Penn ya había leído los primeros comentarios vía Twitter; cuando entró por la noche en la alfombra roja, había devorado las críticas en línea, y se arrastró desolado por la escalinata del Palacio de los Festivales.
Tras aquel desastre, que se sumó a quejas precedentes de los estudios de Hollywood, que ya habían sufrido devastadoras jornadas similares con otros títulos, Thierry Frémaux, delegado general de Cannes, cambió el esquema del concurso del certamen: primero se haría la proyección de gala, y al día siguiente la promoción con la prensa (por cierto, Diré tu nombre mantiene el récord de peor valoración en la competición francesa en un cuadro recopilatorio de críticas: media de dos sobre 10).
Así que cuando Penn charló con la prensa en Cannes este verano, aún no había leído comentarios —la mayoría de las críticas fueron entre muy tibias y frías— sobre su nuevo thriller, basado en la historia real de la dolorosa relación entre la periodista Jennifer Vogel y su padre, John, un timador y mentiroso compulsivo que remató décadas de pequeños crímenes con la impresión, entre 1991 y 1995, de 19 millones de dólares en billetes falsos. El filme se rodó antes de la pandemia, protagonizado por el mismo Penn y su hija Dylan —en su primer gran papel—, y por eso el cineasta se confesaba aliviado esa mañana de julio con la gala del día anterior: “Han sido dos años de espera desde el rodaje hasta su estreno, y de verdad, lo único que quería es que se hiciese justicia al trabajo de Dylan”.
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Padres e hijos
En persona, Penn es absolutamente encantador, algo tartamudo y, al menos el día de la entrevista, de sonrisa resplandeciente. Sobre El día de la bandera, recuerda que acabó dirigiéndola a su pesar: “Ha sido la primera vez que hago de director y actor al mismo tiempo y, si puedo, la última. Me encanta la multitarea cuando no significa afrontar a la vez dos trabajos tan estresantes. Intenté evitarlo”. El thriller había estado una década en desarrollo, con Alejandro González Iñárritu como realizador y Penn como protagonista. Cuando el mexicano saltó a otra película, Penn ocupó su lugar y buscó a otro actor. “Le envié el guion a Matt Damon, y me respondió que sería estúpido que no la protagonizara yo”. Y así fue.
Cuando de una relación paternofilial los Penn pasaron en el rodaje a ser director y actriz, ¿qué cambió en el comportamiento de ambos? “Bueno, decidí que la animaría, que la empujaría a llegar hasta donde sabía que podía llegar. Pero, en general, soy igual con todos los actores. Como padre, siempre he apoyado a mis hijos y he intentado impulsarles hacia sus sueños, así que no cambio detrás de la cámara. Como actor creo en disfrutar en todo momento, incluso cuando paseas por el lado más oscuro de los sentimientos. No me asusta. En todo momento establezco un ambiente adecuado para la creación, y si eso no lo haces también como padre… malo. Desde luego, en lo que no caigo es en la matraca de repetir: ‘¿Eres consciente de la oportunidad que estás disfrutando?”. Lo sabe bien, porque Penn es, a su vez, hijo del director Leo Penn y de la actriz Ellen Ryan. Dylan y su hermano, Hopper, que también actúa en El día de la bandera, son hijos del cineasta y de Robin Wright, también actriz y directora. “Todos, en nuestros trabajos, hemos buscado la autenticidad”. ¿Y cómo reconoce esa autenticidad? “No sé, pero te puedo contar mi verdad. Soy un tipo con una aproximación muy… intelectual ante la vida. No confío en la gente de primeras. Al mismo tiempo, me decepciono rápidamente conmigo mismo. En mi vida, he luchado por encontrar el equilibrio entre lo que ocurre fuera y lo que siento”.
Penn disfruta detallando la importancia de las decisiones previas al rodaje (como usar película analógica en vez de filmar en digital) para construir su largometraje. Y defiende un aspecto vicarial del cine: “Da testimonio de un momento. Para mí, una película es la herramienta más poderosa de transmitir recuerdos. El tiempo y los sentimientos pasan; en cambio, un filme levanta acta de ellos, invitas al público a acompañarte en tu viaje hacia ellos”. Y eso, asegura, se siente en El día de la bandera: “Refleja el cine que vi en mi adolescencia, esos años en que eres muy influenciable. A mí me marcaron las películas de los setenta, con ellas me enamoré de este trabajo. Su estética tiene eco en la mía. En realidad, tengo una pulsión muy cinematográfica con todo lo que me rodea”. ¿A qué se refiere? “Entre otras cosas, a que apuesto por el trabajo en equipo. No soy el director, sino el codirector de CORE, por ejemplo”. CORE es la ONG que Penn fundó en 2010 para ayudar a las víctimas del terremoto de Haití, y que con el tiempo ha colaborado en intentar paliar desastres provocados por otras catástrofes como huracanes e inundaciones: actualmente en EE UU realiza y reparte test de antígenos para detectar la covid-19.
Antes de acabar, Penn encara la gran cuestión: ¿cómo se sintió, un lustro después de Diré tu nombre, al pisar de nuevo la alfombra roja de Cannes? “Disfruté de uno de los mejores días de mi vida. Estoy muy orgulloso de mi hija, y sentí que en ese momento, a la entrada de la gala, recibió el reconocimiento que se merece. Tanto ella como yo somos guerreros naturales. El resto son chorradas”.
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