SEP presenta plan educativo con enfoque comunitario; critica modelo de mercantilización neoliberal | Documento

SEP presenta plan educativo con enfoque comunitario; critica modelo de mercantilización neoliberal | Documento

La Secretaría de Educación Pública (SEP) presentó el martes el Plan de Estudios de Educación Preescolar, Primaria y Secundaria, que iniciará su implementación con una prueba piloto en al menos 30 escuelas por entidad federativa, durante el ciclo escolar 2022-2023.

En el documento, que se encuentra en revisión en la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer) y que será publicado en los próximos días en el Diario Oficial de la Federación (DOF), se hace énfasis en la intención de buscar un enfoque comunitario, que articule lo común a partir de lo diverso.

El plan realiza una crítica al modelo educativo instaurado en la década de 1990, cuando el país “acordó transformar su política pública nacional teniendo como referente el programa ideológico, económico, político y social neoliberal”.

Señala que en el caso del Sistema Educativo Nacional, “se utilizó el discurso de la calidad como fundamento para reducir la formación de las y los estudiantes y el trabajo docente a un criterio instrumental basado en la eficiencia pedagógica y la eficiencia escolar, plenamente vinculada con la medición estandarizada de resultados, que abrió las puertas a la mercantilización de la educación preescolar, primaria y secundaria”.

Se fundamenta en siete ejes articuladores del conocimiento, que son: 1) Inclusión, 2) Pensamiento crítico, 3) Arte y Experiencias Estéticas, 4) Vida Saludable, 5) Interculturalidad crítica, 6) Igualdad de género y 7) Apropiación de las culturas a través de la cultura y escritura.

Además, habla de cuatro campos formativos: 1) Saberes y pensamiento científico, 2) De lo humano y lo comunitario, 3) Lenguajes y 4) Ética, naturaleza y sociedades.

En el caso de la inclusión, asegura que se trata de un eje articulador de carácter decolonial, para desarrollar procesos formativos y relaciones pedagógicas “que permitan comprender, durante la educación preescolar, primaria y secundaria, la lógica colonial que opera en nuestra experiencia humana cotidiana”.

En ese sentido, señala que cuando las niñas y los niños empiezan a estudiar la modernidad y sus procesos históricos, científicos, productivos, tecnológicos, culturales y artísticos, “en realidad están estudiando los procesos de colonización y sus dominios, por lo que es central que comprendan cómo se relacionan con su vida diaria”.

La lógica colonial -dice el texto- funciona en cuatro dominios aprendidos en las experiencias educativas formales, no formales e informales. Se trata del dominio económico como la apropiación de la tierra y la explotación humana; el dominio político, que comprende el control de las autoridades; el dominio social, representado por el control del género, la clase social, la sexualidad, la condición étnica; el dominio epistémico, dedicado al control del conocimiento y las subjetividades.

Menciona que estos dominios tienen en común la generación de estados de desigualdad y destaca que la pandemia de coronavirus SARS-CoV-2 ha hecho evidente que se ha invisibilizado a los distintos grupos de la población que históricamente han vivido en estados de desigualdad y que tienen acceso al mundo “solo aquellas y aquellos que cuentan con los recursos económicos, tecnológicos, relaciones sociales y acceso a bienes culturales y educativos para hacerlo”.

“Es fundamental ir más allá de la idea de que la inclusión se reduce a incorporar a los grupos de la sociedad a la escuela, lo cual es muy importante, pero no es suficiente. Pensar la inclusión desde una perspectiva decolonial implica que los niños, niñas y adolescentes se formen en espacios educativos en los que sean conscientes de que si falta una o uno por motivos de clase, sexo, género, etnia, lengua, cultura, capacidad, condición migratoria o religión, entonces no están incluidos todos ni todas”.

“Se trata de que la escuela construya una perspectiva comunitaria en donde las acciones individuales y colectivas en zonas urbanas y rurales con el acompañamiento de las familias; las reuniones de Consejo Técnico Escolar; el trabajo colegiado de las maestras y los maestros; el uso de los espacios escolares empezando por el aula, talleres y laboratorios, así como las relaciones pedagógicas estén enfocadas en la inclusión”, menciona.

El plan enfatiza que es fundamental enseñar a las niñas y los niños “que viven en un mundo global que conecta, comunica y moviliza a los seres humanos a través de flujos de información, personas, culturas, economías y tecnologías, las cuales, en conjunto, conforman una gran red conocida como globalización que, si bien trae beneficios, tiene como principios la colonización y la mercantilización de la vida”.

Por lo tanto, al aplicar una perspectiva decolonial de la inclusión, “es imprescindible que las y los estudiantes de educación preescolar, primaria y secundaria sean conscientes de que viven en un mundo globalizado que no logra ser para todos”.

Dice que la perspectiva de inclusión requiere que los estudiantes aprendan a “cuestionar las visiones particulares y su relativismo sobre el mundo, así como el pensamiento único universal que parte de una visión eurocéntrica, patriarcal y heterosexual de la realidad, las cuales desconocen la diversidad que compone el mundo”.

Menciona que la educación preescolar, primaria y secundaria ocupa un periodo fundamental del desarrollo de niñas, niños y adolescentes, especialmente en la construcción de su identidad.

Por ende, una perspectiva decolonial de la inclusión “favorece la formación en donde la identidad es una decisión del sujeto en pertenencia mutua con su mundo, y no como una relación entre sujetos idénticos que reducen al otro a la no pertenencia”.

“Ello también implica que se cuestionen críticamente las jerarquías sociales que existen en la escuela, la comunidad y el mundo en general”, apunta el plan.

“La educación preescolar, primaria y secundaria del siglo XXI, sobre todo en el marco de la pandemia del virus SARS-CoV-2, tiene como misión fundamental velar por que niñas, niños, adolescentes y adultos que participan en los procesos educativos de dichos niveles, tengan garantizado el respeto y ejercicio de sus derechos en el espacio escolar y fuera de éste, sin importar el grupo social, sexual, lingüístico, cultural, étnico, de género o de capacidad en el que se reconozcan o pertenezcan”, dice en otra de sus consideraciones.

“La escuela pública debe preservarse como un espacio de convivencia estrictamente laica y defenderse de planteamientos que desean reducirla a una institución que provee servicios de aprendizaje para satisfacer creencias, fanatismos y prejuicios que provengan de particulares con intereses religiosos, empresariales o políticos”, señala el proyecto.

Afirma que la escuela pública laica es un espacio en donde se construyen tanto relaciones sociales como pedagógicas que forman ciudadanas y ciudadanos partiendo del “respeto a la diversidad, la conciencia ambiental, el pensamiento crítico, el diálogo de saberes, la ciencia en todas sus expresiones, el ejercicio de los derechos humanos y el buen vivir; en una educación ajena a todo credo religioso, fundamentalismo y dogmatismo ideológico”

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