Sergio
Ramos está apuntando a ser el nombre del verano en el Real
Madrid. Algo que parecía complicado rodeado de los numerosos rumores de fichajes que planean sobre la órbita blanca, pero su figura de capitán y la posibilidad de abandonar el club 14 temporadas después, pesan mucho más que las hipotéticas llegadas de los Neymar, Pogba o Mbappé.
Y es que, de llevarse a cabo el pulso entre Florentino
Pérez y Sergio
Ramos tras la información adelantada por Jugones sobre su marcha a China, sería el tercer ‘tira y afloja’ que tiene que vivir el máximo mandatario blanco por parte de algún peso pesado de su vestuario en menos de un año.
El primero fue frente a Cristiano Ronaldo que, tras amenazar durante toda la temporada y terminar de dejare caer su mensaje después de la final de Kiev, hizo las maletas a Turín para dejar el Real
Madrid de malas maneras. Una carta y 100 millones en la hucha. El portugués quería lo que Pérez no le iba a ofrecer y se fue hacia Italia en busca de comprensión, cariño y unos 30 millones de euros anuales que el conjunto blanco no le ofrecía en un primer momento.
Sin acabar el verano y tras haber logrado una clasificación histórica con su país en el Mundial de Rusia, Luka
Modric también fue a llamar a la puerta del despacho del presidente. Tras abrirla, le mostró una oferta del Inter de Milán para convertirle en el eje de su centro del campo de un vestuario lleno de croatas, que, además, le ofrecía la posibilidad de terminar su carrera en China.
El final, a diferencia del de Cristiano, fue más agradable para las dos partes y Florentino logró solventar el pulso del ‘10’ que más tarde se olvidaría del Giuseppe Meaza a base de premios individuales como el Balón de Oro o el The Best de la FIFA.
Y ahora, menos de un año después, se le viene al presidente otro pulso de altura. El tercero en menos de un año. De momento Pérez ya le ha dejado ver al capitán, según Jugones, que “no le pueden regalar” como desea el de Sevilla y, por tanto, se avecina otra lucha entre dos emblemas del madridismo que pueden dividir a la afición, a las puertas de un nuevo proyecto que intenta precisamente lo contrario, unir.
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