Si solo nos gusta una canción del nuevo disco de Adele, ¿tenemos que escucharlo entero?

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Seguramente Adele no tenía previsto hablar del tema cuando pensó en la promoción de su nuevo disco, 30, que se publicó la semana pasada. Sabía que debía desvelar aspectos de su divorcio (algunos textos van sobre ellos), también que tendría que justificar por qué ha incluido tantas baladas, e incluso contar el tipo de dieta que ha hecho para adelgazar tanto. Pero no estaba en los planes que surgiera el debate sobre cómo se debía escuchar su disco. La conversación se ha hecho global con temas como la importancia del orden de las canciones y la manera en la que internet ha impuesto la tendencia del consumo del sencillo por encima del objeto.

Adele ha conseguido una victoria mínima, y ha cambiado algo que llevaba años atormentando tanto a artistas como consumidores de música: de ahora en adelante, al reproducir un disco en Spotify, sus canciones sonarán en el orden preestablecido y no en modo aleatorio, como ocurría hasta ahora. Es decir, la plataforma no respetaba la estructura que los músicos elegían para sus álbumes, y el botón de play activaba de manera automática el modo aleatorio, pudiendo reproducir, por ejemplo, la primera canción seguida de la última.

Tan pronto como saltó la noticia, Adele lo celebró el domingo en su cuenta de Twitter: “Esta fue la única petición que tuve que hacer en nuestra industria en cambio constante. No creamos álbumes con tanto cuidado y pensando el orden de las canciones para nada. Nuestro arte cuenta una historia y nuestras historias deben ser escuchadas como pretendemos”. La artista agradeció a Spotify que escucharan su solicitud, a lo que respondieron que harían “cualquier cosa” por ella. No obstante, el modo aleatorio se puede volver a activar en las opciones de la aplicación si se prefiere por defecto.

La reivindicación de Adele abre un debate de amplio calado que incluso desde dentro de la industria crea cierto recelo, no vaya a ser que se acabe dando un tiro en el pie. ¿Está el actual oyente preparado para escuchar una hora (el álbum de Adele dura 58 minutos) de música pop sin pestañear? Las estrategias van en otra dirección. Ya no se discute que el formato de una sola canción, acompañado de un vídeo, sea el óptimo: eso lo consideran obvio. Lo que ahora se valora es cuánto debe durar una canción para que el oyente no abandone. De las 50 más escuchadas en España, atendiendo a los datos de Spotify, solo seis superan los cuatro minutos. La mayoría de ellas son inferiores a los tres minutos y medio. Otro dato: es muy frecuente dejar un comentario (positivo o negativo) de una canción de estreno en plataformas como YouTube cuando el tema solo lleva sonando un minuto: se puede comprobar con facilidad porque aparece la hora a la que se ha escrito el mensaje. ¿No somos capaces de esperar a que termine la pieza, e incluso de escucharla varias veces, para emitir nuestro veredicto? Parece ser que no.

El catalán Alizzz, uno de los productores de moda del pop español e inseparable de C. Tangana, reflexionó con este periódico al respecto: “Todo el rato tienen que pasar cosas. La tecnología nos ha jodido la cabeza y no somos capaces de atender si no es con estímulos constantes. Ahora es más complicado hacer una canción larga. Por ejemplo, Whole Lotta Love, de Led Zeppelin, que es un temón, dura más de cinco minutos. Ese tipo de ideas dentro de lo que es la música popular actual cuesta más que funcionen”.

Algunos músicos van por otro lado. Se desvinculan de los departamentos de marketing de las discográficas. Mikel Izal, cantante y compositor de Izal, cuenta el propósito de su reciente trabajo, Hogar: “Nuestro último disco se merece una escucha de una semana completa. Que haya 24 horas de vida para cada canción. Sabemos que eso es un lujo para los tiempos actuales y que es ir a la contra de lo que se pide, pero es así como lo hemos concebido”. Para los músicos que apuestan por el álbum de larga duración resulta básico el orden de las canciones. Se han llegado a crear cismas importantes entre los miembros del grupo al discutir estos detalles. Existe toda una teoría emocional sobre el orden de las piezas.

Fidel Moreno es estudioso de la música y autor de libros como ¿Qué me estás cantando? “La música va de la mano de la tecnología; así, con la llegada del streaming se ha vuelto a la canción en detrimento del álbum, que fue fruto de la invención del microsurco y tuvo en los sesenta su mejor expresión en discos como Sgt Pepper’s, de los Beatles. Vivimos inmersos en una época de aceleración histórica, sobreinformación y despiste. La distracción es tanta que nos cuesta incluso escuchar una canción entera. Y esto afecta tanto a las maneras de escuchar como a las maneras de crear música popular. Las canciones de un C. Tangana o Rosalía pueden tener una línea melódica y una estructura armónica muy simples, pero unos arreglos muy floridos y cambiantes con el objetivo de captar y retener la atención del oyente”. En cuanto al caso de Adele, argumenta: “Por mucho que quiera Adele imponer una escucha a su gusto, no va a tener éxito. El artista propone su obra, pero es el oyente el que la hace popular o no. Ella está en su derecho de reivindicar el álbum entero, pero si lo que nos gusta es una sola de sus canciones, ¿vamos a tener que soportar el resto? No tiene sentido, es una reacción comprensible pero anacrónica. No es solo que la tecnología lo favorezca, es que la escucha aislada de canciones y en modo aleatorio es la propia de nuestra época. Nos guste o no”.

Estrellas descontentas

La relación de los artistas con las plataformas donde se escucha su música no ha sido plácida. Muchos grupos se han quejado de que los ingresos que reciben son exiguos. Ha habido motines, como el protagonizado por Thom Yorke, de Radiohead, que retiró la música de su grupo paralelo, Atoms For Peace, como protesta por las escasas retribuciones. Bandas potentes como Metallica amenazaron con salir de la aplicación. La empresa sueca ha ido modificando su estrategia para mantener su inmenso catálogo sin disgustar más de lo debido a las estrellas.

El lanzamiento de 30 ha sido un triunfo más en la lista de Adele: ha colado 7 de las 12 canciones de su disco entre las 20 más escuchadas de Spotify, siendo la más reproducida a nivel global Easy On Me, el sencillo de presentación; el disco ha sido el más precomprado de la historia de Apple Music, según la empresa; su entrevista con Oprah Winfrey fue seguida por más de 10 millones de espectadores en Estados Unidos, y RTVE ha adquirido los derechos para emitirla este sábado 27 en La 1.

Ahora Adele ha abierto un melón que afecta al concepto de arte y su vinculación con el receptor. En un ecosistema tan controlado, quizá haya que reclamar a Spotify dentro de unas semanas un dato que ahora comienza a interesar: cuántos de los seguidores de Adele han sido capaces de escuchar 30 entero.


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