Parece mentira que el mago canario cumpla hoy 37 temporadas, hablando en jerga futbolera, que es su ambiente ideal. El de Arguineguín, como el buen vino, mejora con el paso del tiempo. No quedan lejos sus exhibiciones con la elástica del Manchester City, ni en tiempo ni en nivel. Su actual forma en la Real es excelsa. Ha jugado 36 partidos en 2022 y hoy comienza su contador particular de nuevo año, tras descansar en Logroño.
Suma ya 75 apariciones, 5 goles y 11 asistencias como jugador realista, pero su impacto real va mucho más allá de los números más superficiales. Comenzó de interior en tercera altura, pero con la lesión de Oyarzabal adquirió un papel casi omnipresente como enganche en el rombo del 4-4-2. Ahora, está de sobra preparado para influir positivamente en ambos lugares, con su exquisito trato de balón y la visión de (casi) 360 grados que desespera a las líneas defensivas. Es, además, de los pocos del equipo que saben lo que es ganar en Almería, y sin Brais, su presencia en el once es aún más fija.