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Normand arrebata el balón a Rafa
Mir en pleno arrebato del Huesca para empatar a dos. Aihen conecta con Merino, que abre a Gorosabel. Control con el pecho del lateral y prolongación para David
Silva. Minuto 67. Como si el mundo dejara de girar, el canario ni se inmuta ante el doble acoso de Mosquera y Galán. Un quiebro, la maniobra de la noche. Conducción y servicio profundo para que Portu sea el autor del tercer gol de la Real. A falta de un cuarto de hora para el final, Zubimendi interrumpe la posesión oscense, se asocia con Merino, para que el navarro se apoye en Aihen. Silva acude al rescate de una jugada intrascendente. La nueva estrella de la Real se encargó de iluminarla, para lo que ni siquiera le hizo falta irse hasta el campo del Huesca. Desde la lejanía trazó una parábola medida, estelar, a la carrera de Isak, rematador del 4-1.
Fueron las dos primeras asistencias de David
Silva como futbolista de la Real. Estrenó su casillero la noche en que lució el repertorio que le distingue como un mediapunta de alto standing. Deleitó con sus pases a Portu e Isak y se entona como indiscutible pieza angular de la escuadra txuri urdin.
Cogiendo el tono físico
Si no ha llegado a su plenitud física, a David
Silva no le queda demasiado. Aparcado el positivo en coronavirus que aplazó su debut en la Real, el de Arguineguín no se ha perdido uno solo de los siete partidos siguientes a la primera jornada en Valladolid, donde causó baja por tal motivo. Fue suplente en la siguiente contra el Real Madrid y titular a partir de entonces. Suma siete participaciones como txuri urdin. En las seis de Liga ha sido sustituido en los compases finales. Sí completó el estreno en la Europa League ante el Rijeka.
Su magnífico partido contra el Huesca refrenda la conexión en auge con los compañeros. Brilló hasta en los momentos de mayor discreción realista, antes del vendaval posterior.
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