Todas las sociedades se esfuerzan por construir símbolos y liturgias con los que los ciudadanos puedan identificarse por encima de sus credos particulares. En tiempos en los que algunas fuerzas políticas se empeñan en dividir, esos símbolos de unión resultan más importantes que nunca. El homenaje de Estado a las víctimas de la pandemia, que se celebró este jueves en Madrid, estuvo lleno de ellos y, en ese sentido, resultó impecable. El fuego, la poesía, el círculo, el negro… Son elementos que se hunden en la memoria colectiva y que ayudan a compartir el dolor de la pandemia, de aquellos que han perdido a familiares y amigos o de los que todavía sufren las consecuencias de una enfermedad devastadora.Óscar Martínez, traductor de Homero y presidente de la delegación en Madrid de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, se remite a dos momentos cruciales de la Iliada, los funerales de Patroclo y de Héctor, para ilustrar el poder del fuego en las ceremonias de los antiguos griegos. De hecho, los versos finales del poema describen cómo los troyanos se unen en torno a la pira funeraria de Héctor. “Cuando la hija de la mañana, la Aurora, de rosados dedos, apareció, la gente se aglomeró en torno a la pila del ilustre Héctor”, recita Homero. “Los griegos conservaban el fuego sagrado en el edificio de gobierno de la ciudad y cuando partían para fundar una colonia prendían una llama y la llevaban con ellos”, explica Martínez.El negro, que contrastaba todavía más gracias a las rosas blancas, no ha sido siempre el color de los funerales. Michel Pastoureau, el gran historiador francés de los colores, explica en un libro que desde muy antiguo se marcaba el luto con una vestimenta especial. Fue la reina Anna de Bretaña quien en 1495 se vistió de negro por la muerte de uno de sus hijos y popularizó este color. Pastoureau agrega que, técnicamente, a partir del siglo XV era mucho más fácil conseguirlo en su intensidad actual. El círculo que formaron los asistentes es también un poderoso símbolo colectivo: basta con recordar la hermandad entre pares de la mesa redonda del rey Arturo.En la ceremonia de la explanada del Palacio de Oriente fueron también esenciales las palabras: los versos del mexicano Octavio Paz –”Brota del fondo del silencio otro silencio”– leídos por José Sacristán; el discurso del rey Felipe VI –”Hemos contraído una obligación y un deber cívico”–; el recuerdo del hermano de José María Calleja, Hernando Fernández Calleja; o el llamamiento de la enfermera Aroa López a que no se descuide la sanidad. Una de las consecuencias más terribles de esta pandemia es la soledad: los enfermos que mueren solos; pero también aquellos que pasan semanas y meses en hospitales en casi total soledad, acompañados por un personal sanitario que no solo ayuda a sanar física, sino también mentalmente. Ante la tremenda tragedia que se ha abatido sobre miles de familias españolas, no es fácil encontrar consuelo. Pero, por lo menos, los símbolos comunes sirven para paliar la tremenda soledad del coronavirus.