Simeone encuentra el orden


Uno de los argumentos que se esgrimían en los análisis internos del Atlético para explicar por qué un plantel tan cualificado no terminaba en devenir en un equipo regular y más contundente para ganar los partidos eran los continuos cambios de dibujo que provocaba la búsqueda de soluciones de Diego Pablo Simeone. Cuando arrancaba con una defensa de tres centrales, mutaba al 4-4-2 o viceversa para tratar de doblegar a rivales que superaban contra pronóstico a su equipo. Contra el Barcelona, por primera vez desde el segundo encuentro liguero ante el Elche (1-0), el preparador argentino no tuvo que recurrir a un cambio en la pizarra para enderezar el juego y el resultado en el segundo tiempo. No es baladí que desde la cita con el conjunto ilicitano el Atlético no hubiera vuelto a adelantarse en el marcador.

Contra el Barcelona, Simeone encontró el orden, término que repitió en varias ocasiones en su comparecencia al concluir el duelo del Wanda. “A diferencia de partidos anteriores, hemos corrido mucho, pero bien. En los otros no encontramos la forma de correr correctamente”, argumentaba José María Giménez para explicar una victoria en la que el equipo interpretó a la primera el claro planteamiento de su entrenador.

Simeone estaba encantado con el desarrollo del planteamiento realizado por sus futbolistas en cada una de las mitades. En la primera parte se blindó con la defensa de cinco, Koke y De Paul se multiplicaron para cerrar pasillos interiores y dejó el ataque para la verticalidad de João Félix y Lemar y la definición de Luis Suárez. En la segunda mitad, el equipo revivió el libreto de Simeone más genuino. Desde la solidez, el Atlético defendió la ventaja en el marcador y se consagró al contragolpe.

Tras el regreso de la primera ventana de selecciones, las tres victorias logradas por el Atlético respondieron a otras tantas remontadas. Los triunfos contra el Espanyol (1-2), el Getafe (1-2) y el Milan (1-2) estuvieron precedidas de variantes en el esquema inicial elegido por el Cholo ante la incapacidad de su equipo para imponerse. Los empates con el Athletic (0-0) y el Oporto (0-0) y la derrota con el Alavés (1-0) también estuvieron marcados por la desorientación en el primer tiempo y los cambios de sistema en el segundo.

Griezmann, de palomero

Contra el Barcelona, el molde táctico con el que Simeone arrancó no necesitó ser retocado para ganar con relativa comodidad. Esta vez, las correcciones fueron mínimas. En el segundo acto, el preparador argentino se limitó más a cambiar unas piezas por otras que a recolocarlas. Las variantes que utilizó estuvieron destinadas a conservar el 2-0 con el que se fue al descanso. El primer cambio que realizó, Trippier por De Paul, no modificó el dibujo. El inglés ocupó el carril derecho y Llorente pasó a oxigenar el centro del campo. Fue a falta de veinte minutos, con la salida de João Félix y Luis Suárez y la entrada de Correa y Griezmann cuando Simeone retocó el esquema. Dispuso una línea de cuatro centrocampistas y dejó como único punta al delantero francés con la idea de que protagonizara algún contragolpe. El galo jugó de palomero, en un guiño de su entrenador para acercarle a un gol que terminara por redimirle con la afición que aún recela de él y lo muestra con silbidos.

En el Atlético aprecian que el equipo jugó el partido adecuado sin necesidad de tener que hacer grandes alardes por el nítido planteamiento realizado por Simeone. Existe el convencimiento de que el equipo aún tiene un margen de mejora considerable. El aplazamiento del partido con el Granada porque los internacionales sudamericanos no llegarán a tiempo ha fijado el regreso a la competición para el 19 de octubre. Ese día el Atlético se medirá ante el Liverpool en el Metropolitano.

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