Uno encarna la solidez defensiva y la intensidad que han reinstalado al Atlético de Madrid entre los grandes de Europa; el otro la versatilidad táctica y el atrevimiento para estrenar al RB Leipzig en los cuartos de final de la Liga de Campeones. Los dos disfrutan de los espacios y el contraataque. Diego Simeone y Julian Nagelsmann son dos extremos que se tocan.
El duelo de este jueves en el José Alvalade de Lisboa por un puesto en las semifinales de la Liga de Campeones enfrentará a dos entrenadores singulares, de esos que dejan huella en el vestuario y que son asociados por estilos de juego contrapuestos, aunque disfrutan por igual cuando sus equipos atacan con espacios.
Para describir a Simeone se han empleado litros de tinta, alimentados por la continuidad de un bagaje reconocible durante los ocho años y medio que lleva impartiendo magisterio en el Atlético: un 4-4-2 innegociable, alterado solo en momentos concretos y para fines muy específicos, basado en la intensidad defensiva, la presión alta en los inicios de los encuentros, el dominio de las segundas jugadas y sobre todo, la solidez de sus cuatro defensores.
Fruto de esa marca, el Atlético ha alcanzado desde 2012 sus mejores cotas de las últimas décadas -el mejor momento de la historia del club junto al equipo de los años 70- con siete títulos (dos Ligas Europa y tres Supercopas Europeas, una Liga española, una Copa del Rey y una Supercopa de España) y dos finales perdidas de la Liga de Campeones, en 2014 y 2016, ambas contra el Real Madird.
Junto a lo puramente táctico, el ‘Cholo’ ha inoculado en su equipo un elemento agonístico, una capacidad de sufrimiento frente a las embestidas del contrario, fundamental en buena parte de los éxitos del Atlético en la Liga de Campeones: la vuelta de cuartos ante el Barcelona de la 2013-14 o la resolución de la semifinal contra el Bayern Múnich de la 2015-16 son los mejores ejemplos.
También es una buena prueba de ese aspecto intangible el partido que condujo al Atlético a Lisboa, el último duelo antes de la paralización del fútbol por la pandemia en Liverpool (2-3).
En Anfield Road y contra el campeón de Europa, el conjunto rojiblanco sufrió y sobrevivió parapetado en su defensa y en un sobresaliente trabajo del esloveno Jan Oblak en la portería. Cuando el brasileño Roberto Firmino marcó para los ‘reds’ nada más iniciarse la prórroga, no solo no se cayó, sino que sacó fuerzas para remontar de la mano de dos goles de Marcos Llorente y uno de Álvaro Morata.
NAGELSMANN, UN JOVEN PRODIGIO DE LOS BANQUILLOS
Por su parte, Julian Nagelsmann es un joven prodigio de los banquillos, que a sus 33 años, podría ser parte de la plantilla de cualquiera de los dos equipos y es solo unos meses más mayor que el guardameta suplente del Atlético, Antonio Adán.
Los problemas de espalda truncaron su carrera como central en el Múnich 1860 , y una lesión de rodilla acabó con ella cuando estaba en el segundo equipo del Augsburgo, entonces entrenado por el hoy técnico del PSG, Thomas Tuchel. Recién lesionado y con contrato, Nagelsmann comenzó trabajando con él como ojeador de rivales.
Pasó a los banquillos formativos en la cantera del Múnich 1860 y del Hoffenheim, con el que consiguió el campeonato juvenil por primera vez en la historia del club, al mismo tiempo que era asistente del primer equipo, en el que el portero Tim Wiese -ahora en la lucha libre- le puso el apodo de ‘Mini-Mourinho’, un apelativo que casa poco con su libreto de juego pero de alguien al que admira.
La alternativa con el primer equipo del Hoffenheim le llegó en febrero de 2016, con 28 años, y un año y tres meses después confirmó la primera clasificación a la Liga de Campeones en la historia del club. No superaron la fase previa -les echó el Liverpool que luego sería subcampeón ante el Real Madrid- pero jugaron la Liga Europa y repitieron el curso siguiente, esta vez en la fase de grupos, plantando cara al Shaktar Donetsk ucraniano y al Lyon francés.
Ya para entonces Nagelsmann hacía gala de sus múltiples variantes tácticas: entre los tres centrales con carrileros y la línea defensiva de cuatro con extremos por delante, convirtió la versatilidad en una de sus señas de identidad. Desarrolló el talento de jugadores como el delantero Serge Gnabry y el central Niklas Süle, ambos hoy en el Bayern Múnich. Y el Leipzig llamó a su puerta.
No fue el único club que contactó con él, porque incluso el Real Madrid llegó a llamarle en el verano de 2018 para suceder a Zinedine Zidane. “Me sorprendió, lo sopesé y no me sentía cómodo yendo allí. Quería mejorar. Si vas al Real Madrid, no hay tiempo como mejorar como entrenador. Yo ahora no soy el mejor, pero me gustaría serlo en el futuro”, relató Nagelsmann en una entrevista a ‘The Independent’.
En el equipo promocionado por la empresa austríaca de bebidas energéticas Red Bull, el técnico alemán ha ganado en presupuesto y ambiciones -su objetivo es ganar la Bundesliga en dos años y pelearon el título al Bayern hasta febrero-, pero no ha cambiado sus señas de identidad en juego: esquemas mutables, juego por las bandas y orientación netamente ofensiva. Al Tottenham, todo un subcampeón europeo, el Leipzig le hizo un 4-0 entre ida y vuelta de octavos.
DONDE LOS EXTREMOS SE TOCAN: LOS ESPACIOS Y LOS CAMBIOS
Hay al menos dos apartados donde Simeone y Nagelsmann concluyen. Uno, ya mencionado, es su querencia por el juego en los espacios. Para el Atlético es su manera de atacar favorita, partiendo del error del rival o de la recuperación rápida, buscar el contragolpe con el vértigo de jugadores como el belga Yannick Carrasco, el portugués Joao Félix, el argentino Ángel Correa (ausente por su positivo en COVID-19) Álvaro Morata o Diego Costa.
En el caso del Leipzig, la búsqueda de espacios tiene que ver más con la posesión y ampliar el campo. Para eso son fundamentales los laterales, tanto el español Angeliño por la izquierda, como el francés Nordi Mukiele por la derecha. También el austríaco Marcel Sabitzer e incluso el español Dani Olmo cayendo a un costado.
Otro aspecto que caracteriza por igual a ambos es su capacidad para influir en lo que ocurre en el campo y su ausencia de reservas a la hora de mover piezas en el juego o alterar esquemas si ven que el equipo no evoluciona como pensaban. Simeone ha sido uno de los que más partido sacó a los cinco cambios en el retorno liguero -durante el cual el Atlético no perdió ningún partido- y también Nagelsmann se considera un técnico intervencionista.
Su duelo será otro de los atractivos de un enfrentamiento inédito en la Liga de Campeones, en una ciudad, Lisboa, donde ya ganó este año Nagelsmann, un 1-2 en la fase de grupos al Benfica con dos goles de Timo Werner, con el que no cuenta ya tras su salida al Chelsea. Para Simeone y el Atlético, la capital portuguesa representa una cuenta pendiente: la de la final perdida en 2014.
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