Entre Kevin Durant y Ben Simmons andaba el asunto pero irrumpió al final una tercera persona. El baloncesto, caprichoso entonces generoso anoche, dio a Royce O’Neale todo lo que le quitó hace justo 10 días en Dallas. En la misma jugada, en el mismo contexto, con el mismo precedente, en plena agonía, empate a 106 entre Portland Trail Blazers y Brooklyn Nets. Como entonces, falló Durant, pero ahí estaba O’Neale, vivo y decidido, para rebotear y anotar el 107-109, enmendar el error fatal de Durant en la jugada anterior, con una falta a Nurkic con 104-107 tras canasta del pívot para conceder un tiro libre. Dulce final a esta etapa sin Kyrie Irving, listo para volver el domingo ante los Grizzlies. Toda una victoria contra el mejor equipo del Oeste.
Por fin se elevó Simmons para ponerse a la altura de Durant, decidido el base -otra vez desde el banquillo-, a emerger después de que se haya puesto en cuestión su pasión por el juego, a contestar a los escépticos con el mejor Ben de la temporada, genial también porsu insólito acierto al convertir todos sus lanzamientos de campo (6/6) para 13 puntos, a los que sumó 12 rebotes, 7 asistencias, 1 robo y un omnipresente y constante impacto en los dos lados de la cancha. Un acto de cortesía para homenajear Durant el día que el alero alcanzó los 26.000 puntos y se convirtió en el sexto jugador de toda la historia de la NBA en anotar al menos 25 tantos en los primeros 16 partidos con los 35 (13/22 en TC) que produjo contra los Blazers.
La ausencia de Irving -al final ocho partido-, ha ayudado al nuevo entrenador de Brooklyn, Jacque Vaughn, a cultivar el concepto equipo. Por lo menos, en defensa, saltando la franquicia neoyorquina del segundo peor rating defensivo de la NBA, al cuarto mejor, de 119 puntos a 107 en este lapso sin el controvertido base, resuelto con un balance de 5-3. Los sangrantes 153 puntos encajados contra Sacramento quedaron en anécdota, desquiciado el ‘Big Three’ de los Blazers con unos porcentajes de tiro en algunos casos horribles: un 2/13 para Jerami Grant (5 puntos), un 8/24 para Damian Lillard (25) y un 8/20 para Anfernee Simons (24).
El ‘Simmons’ de los Nets, Ben, estuvo por todas partes, a ratos base en ataque, pívot en defensa, a ratos pívot en ataque, base en defensa. Ora ‘center’ en ambos lados de la lista, ora ‘guard’ en los dos aros. Fue el perfecto chico para todo anoche, la solución empleada por Vaughn a todos los problemas, primero para atar en corto a un Jusuf Nurkic que estaba haciendo sufrir a Durant en el poste, después para amargarle la existencia a Lillard. Dirigió, corrió en transición, hizo sufrir al poderoso pívot balcánico con su juego de pies en la pintura en ataque y liberó lanzamientos en el perímetro para sus compañeros bloqueando a los rivales en el momento de ir a puntear. Entre tantas extravagancias que tiene también tiene de positivas, como ser un base de 2,11.
El australiano, eliminado en el último minuto por faltas por tercera vez esta temporada, formó junto a Yuta Watanabe el dispositivo táctico perfecto para detener a Lillard en la segunda parte, sólo 8 puntos y un 3/14 en lanzamientos tras 17 y un 5/10 en la primera. El 6 veces All-Star no podía con Simmons ni tampoco cuando buscaba el cambio de marca en los bloqueos con el japonés, que, desde el banquillo, lo bordó también en ataque con 20 puntos y un 5/7 en triples, además de sumar 7 rebotes. Su entrada en escena fue clave para que Brooklyn enjuagara una desventaja de casi 10 puntos en el tercer cuarto y llegara al último parcial arriba (82-85).
Watanabe marcó su tope de temporada mientras el determinado y determinante O’Neale su máximo registro de asistencias de siempre con 11, además de 11 puntos y 10 rebotes para disfrutar también de su primer triple-doble. Joe Harris, con 4 triples seguidos al inicio, empezó desencadenado pero a la que los Blazers le taparon el tiro -pese a que intentó penetrar-, se fue diluyendo, acabando con un 5/12 en lanzamientos. Pero otra anécdota sin más en una victoria de enjundia de los Brooklyn Nets contra los líderes del Oeste. Ahora, a ver cómo sienta el retorno de Irving, si favorece la armonía o la perturba.