Sin descanso para las mujeres: la tempestad del trabajo doméstico en la pandemia

Sin descanso para las mujeres: la tempestad del trabajo doméstico en la pandemia

Por Arleth García Sánchez y Montserrat Sánchez Maldonado*

La falta de acceso a guarderías y el cierre de escuelas ocasionado por la pandemia de Covid-19 en México, inundó de trabajo a las mujeres del país.

Desde marzo de 2020, las madres, hijas y hermanas, fueron las responsables de salir a trabajar y regresar a casa para hacer la comida, limpiar, lavar la ropa y alimentar a más de un miembro de la familia.

Así fue el caso de la familia de María Eugenia Rodríguez, una mujer de Coacalco, Estado de México, quien con una niña de cuatro años, debe salir a trabajar y pedirle a su madre de la tercera edad que cuide y vigile a la pequeña.

“En la guardería, cuando comenzó la pandemia, nos dijeron que ella tenía su lugar, pero, pero cuando volvieron al semáforo verde, no fue así. Entonces mi mamá me ayuda a cuidarla, la verdad es que no podemos pagar una guardería particular, no me alcanza”, dice Maru mientras se sienta en el comedor de su casa.

Marú y sus hijos.

En México, los hombres dedican cuatro horas menos que las mujeres al trabajo no remunerado de cuidados, de acuerdo con Oxfam. 

De acuerdo con la organización, el trabajo de cuidados, es decir, cocinar; lavar; limpiar; atender física y emocionalmente a niñas, niños y personas mayores, enfermas o con discapacidad, es un pilar fundamental para el bienestar de todas las personas, sin embargo, en México y muchos otros países, son mujeres jóvenes y adultas quienes cargan con ese trabajo, y lo hacen de manera gratuita, precaria e invisible

Los países de Latinoamérica y el Caribe atraviesan una crisis de cuidados, entendida como un déficit entre las necesidades interdependientes de cuidados que tienen las personas y la capacidad de la sociedad para brindarlos, menciona el informe “Los cuidados en Latinoamérica y el Caribe: entre las crisis y las redes comunitarias”, de Oxfam en Alianza con Ecofeminista.

Para Maru, soltera, y madre de Cassandra, una niña de tres años, y una joven de 19 años, quien a su vez también es mamá de un pequeño de ocho meses, su experiencia post pandemia ha sido marcada al quedarse sin el apoyo de la guardería ya que, luego de haber cerrado por el confinamiento, cuando regresó para inscribir a su hija menor, le dijeron que ya no había cupo.

“Mi mamá no tiene un horario fijo para cuidarla, es que en mi trabajo intercalo turnos. Hay veces que debemos entrar antes de las seis de la mañana y la verdad no tenemos hora de salida”, comenta la madre de Cassandra.

Hasta 85 por ciento de las Estancias Infantiles para Ayudar a Madres Trabajadoras cerraron, luego de que en 2019 el Gobierno federal retiró los apoyos para entregarlos directamente a las familias. Muchos gobiernos estatales y municipales se comprometieron a seguir financiando este servicio, sin embargo, el apoyo fue mínimo o nulo, y la falsa promesa se repitió a principios de este año tras la desaparición de Escuelas de Tiempo Completo.

En respuesta a una solicitud de información sobre apoyos a madres trabajadoras por cierre de guarderías por la pandemia, el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de las Familias (DIF Nacional) respondió que “No existe información que cumpla con las condiciones solicitadas porque que no cuenta con algún programa destinado específicamente a madres solteras o jefas de familia desempleadas por la pandemia”

Ante la problemática de ya no tener un lugar donde su hija se quedara mientras ella trabaja, Maru tuvo que recurrir al apoyo de su madre, lo que aumentó la labor de cuidados para ella y su mamá, quienes asumieron el rol de las guarderías.

Las desigualdades de roles e incremento de la labor de cuidados para las mujeres incrementaron en la pandemia, según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) el cual en 2019 mostró que las mujeres dedican 37.9 horas al trabajo para el mercado a la semana, 39.7 horas al trabajo no remunerado de los hogares y 5.6 horas a la producción de bienes para uso exclusivo del hogar.

Las oficiales de Asuntos Sociales de la División de Asuntos de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), mencionan que a raíz del confinamiento, el trabajo no remunerado de cuidado ha demostrado su contribución al mercado laboral y al desarrollo social, impactando directamente en la económica de las mujeres. Incluso, cuestionando el modelo de la “trabajadora ideal” como una persona con disponibilidad de tiempo para trabajar y sin responsabilidad de cuidado.

Desigualdad. ONU Mujeres ha advertido del impacto económico y social hacia las mujeres.

Ese modelo también debería aplicarse a “empleadores ideales” que respeten la vida de sus trabajadoras y trabajadores fuera del espacio laboral.

“Hago mucho por seguir adelante tratando de lograr los objetivos, que es estar bien como familia, cómo persona, cómo mamá, como hija”, menciona Maru.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, Nueva Edición (ENOEN), en mayo  2022, la población ocupada del total de la Población Económicamente Activa (PEA) alcanzó 57.1 millones de personas. La ocupación de mujeres fue de 21.8 millones.

Ana Gutiérrez, coordinadora de comercio exterior y mercado laboral en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), menciona: “Es necesario tener a más mujeres en funciones de liderazgo e implementar leyes que para un trabajo equitativo, igualdad de oportunidades para que las mujeres actúen y participen en la economía.”

Las guarderías y escuelas de todos los niveles cerraron en la pandemia.

Redes comunitarias de cuidados entre mujeres

En Coacalco, Estado de México, Viridiana, su mamá y hermanas han creado su propia red de cuidados al tener un infante a su cargo. Su dinámica consiste en separar los tiempos libres de cada una e ir rotando a quién cuidará de Ángel, de ocho meses de edad, hijo de Viridiana.

“A mi bebé me lo cuida mi familia, a veces doblo turno y se queda con él mi mamá o mis hermanas porque no tengo las prestaciones para dejarlo (en una guardería)”, comenta Viridiana de 20 años que trabaja en una farmacia.

La joven, quien es madre desde hace menos de un año, relata que su maternidad y su faceta como  trabajadora han sido complicadas.

Viridiana y su hijo.

Desde hace más de un año que comenzó en su actual trabajo, padeció la indiferencia por parte de su jefa cuando se enteró de su embarazo. No podía ir al médico para sus revisiones porque le contaba como falta y siguió realizando actividades que pusieron en riesgo su embarazo, como cargar cajas de medicamentos.

“Cuando le presenté las pruebas de embarazo a mi jefa, ella no me creía. Decía que tenía que llevar otras pruebas. Ni porque tenía la panza me creía. Entonces ella me ponía a hacer mucho trabajo pesado, tratos que no recibieron mis demás compañeros”, comenta Viridiana.

Para Viri, esta indiferencia imposibilitaba las consideraciones especiales para salir temprano o cambiar el horario, de forma que pudiera llegar a casa para dedicar más tiempo al cuidado de Ángel. Tuvo que recurrir al apoyo de su mamá, María Eugenia y su hermana mayor Jazmín, en el cuidado de su hijo mientras ella sale a trabajar.

OXFAM publicó el informe “Los cuidados en Latinoamérica y el Caribe: entre las crisis y las redes comunitarias”

Ahora, su mamá de 55 años, quien es ama de casa y se hace cargo de su hija Hilary de 14 años, quien es estudiante de secundaria, y sus demás hijas de 25, 23 y 18 años, que aún viven con ella, enfrenta una doble carga de cuidados con su nieto en casa.

Esta triple carga de trabajo la enfrentan a diario las madres trabajadoras, quienes al volver de su empleo siguen ejerciendo el cuidado de sus hijas e hijos. Situación que se ha vuelto casi insostenible por el ritmo de vida donde deben correr de un lugar a otro para poder cumplir con las responsabilidades y deberes que un hogar e infante demandan.

Como menciona la CEPAL, las tareas de cuidado, tanto en los hogares como en las instituciones de salud y educativas, se multiplicaron en el contexto de pandemia, incrementando la sobrecarga de trabajo, tanto remunerado como no remunerado, para las mujeres.

“Del trabajo llego enojada y estresada. Luego veo a mi bebé y no deja de llorar, aunque le dé de  comer o juegue con él. Sé que debo tenerle paciencia, pero por las cosas del trabajo a veces no me siento con mucha energía para cuidarlo.”, comenta Viridiana sobre un día cotidiano en que llega a casa después del trabajo.

#BuenosYFeministasDías
La pandemia no nos afecta a todes por igual. Según la #ENOE, 84% de las personas que salieron de la fuerza laboral por la pandemia son mujeres.
Necesitamos resarcir el impacto de esta crisis, para acortar las brechas de desigualdad. pic.twitter.com/kReUxqhNQq

— Fondo Semillas (@FondoSemillas) May 18, 2021

Para Luz Rodea, coordinadora de cuidados de Oxfam México, la situación de Viridiana se replica en mujeres de todo el país. “La pandemia evidenció que las mujeres son quienes se responsabilizan de la mayoría de las actividades relacionadas con el cuidado en la casa. Ellas eran quienes se encargaban que las infancias tomarán clases y la preparación de alimentos. Esa carga seguía cayendo en ellas aun cuando toda la familia estaba confinada.”.

Estas redes de apoyo entre las mujeres de la familia han sido una alternativa ante las deficiencias por parte del Gobierno y sus dependencias. En el Estado de México, los programas existentes para madres solteras o jefas de familia operan desde antes de la pandemia, tal es el caso del programa de desarrollo social del salario rosa por el trabajo.

La Secretaría de Trabajo, en respuesta a una solicitud de información, a nivel Federal, declaró que “no distribuye apoyos sociales a madres solteras con motivo de la pandemia y por la pandemia no se generaron programas o proyectos dirigidos a madres solteras o jefas de familia en esta dependencia.”

La falta de apoyos y reconocimiento de los cuidados como un trabajo ha resultado en alternativas de cuidado como la colectividad, donde todas las mujeres cercanas a la madre o tutora que tengan las posibilidades van a contribuir. Sin embargo, la respuesta por parte del Gobierno también debe de hacerse presente.

Las guarderías del IMSS también cerraron durante la parte más álgida de la pandemia.

El desafío que enfrentan las madres trabajadoras es la falta de políticas públicas que garanticen los cuidados como una carga de trabajo, sin depositar esta responsabilidad mayoritariamente en las familias y en las mujeres.

“Cuando hablamos de la reorganización de los cuidados, se cree que significa que toda la familia se haga cargo, pero también tiene que hacerse cargo el Estado. Tiene que impulsar los centros de trabajo, políticas sensibles al cuidado y que participen con servicios de cuidado dentro de los lugares de trabajo o que faciliten algunos, que provea acciones, programas y servicios”,  comenta Luz Rodea.

Las mujeres sirven para cuidar

Los últimos tres años, los días de Sofía, a quien llamaremos así por seguridad, se resumen en una tarea: cuidar a su hijo “Leonel”. Sofía ya no conoce lo que es levantarse al mediodía, salir de fiesta con las amigas y llegar a la mañana siguiente. Su vida y sus hábitos cambiaron con la llegada de su primer y único hijo a quien, desde que nació, le dedica por completo su tiempo.

Aunque Sofía ama a su hijo, para ella no es normal y mucho menos justo que la labor de cuidados sea más pesada para ella que para el papá del pequeño, a quien le resulta natural que sea la madre quien renuncie a sus actividades y se dedique solamente a la crianza del infante.

La pandemia profundizó la desigualdad entre mujeres y hombres.

Sentada en el piso en medio de los juguetes de su hijo, la madre juega a la comidita con Leonel mientras lamenta el machismo con el que el padre concibe la labor de cuidados.

 “Me separé del papá de mi niño hace dos años y aunque él se encarga de comprar pañales o ropa, no quiere pagar una guardería, él dice que mi labor como su madre es cuidarlo y estar pendiente de él y que no va a gastar para que alguien haga el trabajo que yo no quiero hacer. Eso no es cierto, yo solo quiero tener tiempo para mí y poder salir a trabajar”.

Pero el padre de Leonel no es el único hombre que piensa que son las mujeres quienes deben llevar la batuta en materia de cuidados.

En junio de 2020, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo en un evento en Texcoco que la tradición es que en el país sean las hijas las que más cuidan a los padres, en situaciones como la epidemia por Covid-19.



“A veces no gusta mucho porque, también con razón, se quiere cambiar el rol de las mujeres y eso es una de las causas del feminismo, pero la tradición en México es que las hijas son las que más cuidan a los padres, nosotros los hombres somos más desprendidos, pero las hijas siempre están pendientes de los padres, de los papás, de las mamás”, mencionó el mandatario.

Sin embargo, para Sofía, quien vive en el Estado de México, no sólo es importante el reconocimiento a su labor sino también la existencia de un apoyo económico para solventar los gastos del pequeño.

Aunque en el Estado de México, el actual gobernador, Alfredo del Mazo implementó desde el inicio de su administración el programa Salario Rosa, dirigido a mujeres de 18 a 59 años en condición de pobreza, que se dediquen al trabajo del hogar, no perciban ingresos, que se encuentren embarazadas o sean madres de uno o más hijos, Sofía y Maru no tienen acceso a dicho programa.

Con base en las solicitudes de información dirigidas a la Secretaría de Bienestar, Trabajo y de las Mujeres del Estado de México, CDMX y a nivel federal, se puede afirmar que no se creó ningún programa ni se brindó alguna ayuda económica dirigida a madres solteras o jefas de familia para ayudarlas con la labor de cuidados.

El Sistema Nacional de Cuidados que impulsamos promueve al acceso a servicios de cuidado accesibles y de calidad, eliminar la pobreza de tiempo y la falta de autonomía económica; favorecerá los ingresos, la creación empleos y la productividad del país.

pic.twitter.com/rG9KyOT2fi

— Nadine Gasman (@nadgasman) December 1, 2021

Entre las solicitudes se pidió conocer el apoyo económico o en especie que se le dio a dicho sector de la población, sin embargo, la Secretaría de Trabajo del Estado de México respondió que “los programas existentes para madres solteras o jefas de familia, se operan desde antes de la pandemia, tal es el caso del programa de desarrollo social del Salario Rosa”.

Aunque la Ciudad de México tampoco brindó apoyos específicos para madres y la labor de cuidados, la capital del país concentra mayor número de programas para la población de trabajo no remunerado.

Sin derecho a descansar 

Desde las siete de la mañana se despierta el pequeño Leonel y le pide a su mamá que se levante y salgan a jugar al jardín.

Sofía, quien vive en casa de sus padres, extraña poder ir a trabajar. La joven dentista echa de menos a sus pacientes, sin embargo, desde que nació su niño, la joven solamente puede trabajar los fines de semana, que son los días en que su mamá descansa del trabajo y puede cuidar al pequeño.

Sofía cuenta que a veces le resulta imposible pensar en tener tiempo libre. “Si tuviera tiempo, si mi hijo estuviera en una guardería, podría hacer la comida temprano, o lavar la ropa para tener la tarde libre y hacer mi tesis, checar los requisitos para estudiar una especialidad, me dedicaría a dormir, descansar, retomar la terapia o ver a mis amistades. Me gustaría hacer otras cosas”.

Para Sofía y miles de madres cuidadoras, la promesa del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) de crear el Sistema Nacional de Cuidados (SNC) sería una oportunidad para retomar sus vidas fuera de la maternidad.

En abril de 2021, Inmujeres anunció que a través de un proyecto de decreto que reforma los artículos 4° y 73 de la Constitución para crear el Sistema Nacional de Cuidados a nivel constitucional.

Sin embargo, la iniciativa no ha sido votada ni discutida en las Cámaras altas del país.

A Sofía le gustaría ver materializado el Sistema Nacional de Cuidados no solo por su bien sino por el de su niño, ya que asegura que conforme pasa la tarde, se vuelve menos tolerante con su pequeño de tres años.

“En la mañana siento que estoy mejor con él, le tengo más paciencia que en la noche que es cuando agradezco que lleguen mis papás de trabajar y lo puedan cuidar o jugar con él y pensar que voy a tener un momento para mí, un respiro, que voy a poder bañarme sin tener que estar pendiente de él, es como un descanso para mí y volver a cargar energía para estar con mi hijo”, declaró Sofía mientras acude a su habitación al escuchar que su hijo ya se despertó.

Las madres solteras en la informalidad fueron las más afectadas por la pandemia.

A pesar que en abril de este año, la directora del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), Nadine Gasman Zylbermann, destacó la importancia de ver los cuidados como un asunto de derechos humanos y de justicia social, el Sistema Nacional de Cuidados sigue sin ser una realidad. 

La diputada Dulce María Sauri Riancho, del Grupo Parlamentario del PRI, presentó una iniciativa para que el Sistema Nacional del Cuidado cuente con recursos económicos suficientes que permitan su operación, sin embargo, el proyecto está pendiente de aprobación en el Senado de la República.

Al día de hoy, aunque la reforma fue turnada al Senado para su votación, el proyecto está congelado en la Comisión de Puntos Constitucionales.

*Este trabajo fue elaborado dentro del Programa Prensa y Democracia (Prende) de la Universidad Iberoamericana.




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