Sitges arranca con ‘Malnazidos’, un cóctel de zombis y Guerra Civil

A José Luis Rebordinos se le escapa cierta sonrisa traviesa. “Bueno, es una edición correcta, marcada por la pandemia, la mitad de invitados, 159 pases y 65 películas menos, estrictos protocolos sanitarios, y sin embargo hemos hecho una muy buena sección oficial”, asegura el director del Zinemaldia. Otros años, al festival de San Sebastián le ha perseguido el estigma de poco glamur, y a un día de arrancar su 68ª edición Rebordinos anuncia que finalmente sí se acercarán Johnny Depp, como productor del documental sobre Shane MacGowan, el líder de The Pogues, y Matt Dillon, como director de otro filme del mismo género: El gran Fellove, dedicado al músico cubano Francisco Fellove. Junto a Elena Anaya y Gina Gershon, protagonistas de la película de inauguración, El festival de Rifkin, el canto de amor donostiarra de Woody Allen, la presencia de Viggo Mortensen para recoger su Premio Donostia el jueves 24, y la aparición de la mayor parte del star system español, no habrá quejas por la falta de caras conocidas.

Sin embargo, el certamen está marcado por otros dos hechos: la pandemia hará que solo se ocupe el 40% de las butacas del Kursaal, sede principal del festival, y del 50% al 60% del resto de salas, y ha reducido al mínimo la presencia de visitas internacionales (hasta hace semanas aún había esperanzas de que presentaran sus películas Allen, el danés Thomas Vinterberg acompañado de su protagonista, Mads Mikkelsen, para Druk, y la japonesa Naomi Kawase, con True Mothers; hoy mismo se ha descolgado el francés François Ozon). Y, luego, está el estreno de Patria: la ciudad ha sido tomada por la serie de HBO que se desarrolla —y se ha rodado— en estas mismas calles: una cuádruple valla en la puerta del Kursaal, una lona de fachada a una manzana del teatro Victoria Eugenia que cubre todo un edificio con el ya famoso cartel “equidistante”, una exposición de paraguas artísticos al lado del hotel María Cristina… “Es el cambio de paradigma”, subraya Rebordinos, que vaticina que no falta mucho para que entre una serie en una competición oficial. “Yo medité abrir el debate de si incluíamos a Antidisturbios, de Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña, en esa disputa”. Al final, tanto Antidisturbios como Patria, de Aitor Gabilondo, y We Are Who We Are, de Luca Guadagnino —que preside el jurado—, se verán en la sección oficial, aunque como proyecciones especiales. Y la llamativa cuádruple cartelera de HBO el año pasado la ocupaba… Netflix.

Yo medité abrir el debate de si incluíamos la serie ‘Antidisturbios’ en la Oficial a concurso. Antes o después, ocurrirá

José Luis Rebordinos

En la seguridad sanitaria la organización no quiere que haya dudas. “Hemos tenido que rediseñar hasta 80 espacios de trabajo con flujos de entradas y salidas: salas de cine, oficinas para periodistas…. y lo hicimos en un proyecto sanitario para el Gobierno Vasco con sus planos correspondientes y 200 folios de instrucciones”, desgrana Rebordinos. “Ah, y 18 protocolos distintos que enumeran cómo se actuará con todo el que tenga relación con el festival. Hemos trabajado con un estudio de arquitectos que cuenta con expertos en la covid-19, y una de las subdirectoras del certamen lidera ese esfuerzo. A partir de ahí, con nuestra prudencia y los planes preparados, afrontaremos lo que venga”. Espera que el público entre y salga de las salas “respetando las indicaciones”, de ahí que las sesiones empiecen a las 8.30 de la mañana: se aumenta el tiempo entre proyecciones para la limpieza de salas. El mayor miedo lo vivieron en abril, cuando se tomó la decisión de cancelar o seguir adelante: “El alcalde, Eneko Goia, nos apoyó a nosotros y a las otras citas culturales de la ciudad”. En el País Vasco, estos días, se están contabilizando 156 nuevos casos por cada 100.000 habitantes.

La sombra de Cannes, en esta ocasión, beneficia a San Sebastián. “Que no se celebre un festival así es un desastre: incluso para nosotros, porque la industria no ha tomado impulso, no ha disfrutado de su plataforma”, incide el director. “Pero es cierto que hemos heredado 16 películas con el sello Cannes con seis de ellas en la sección oficial, y nos han abierto muchas posibilidades”. Como contar con Vinterberg, Kawase, Ozon, el lituano Sharunas Bartas o El olvido que seremos, de Fernando Trueba, que clausurará el festival el sábado 28. ¿Qué ha perdido San Sebastián con la pandemia? El cine latinoamericano, reducido a puñado de títulos. “Es doloroso. Incluso alguna película española no ha llegado a tiempo. Entiendo que haya festivales online, pero los grandes no nos podemos reducir a una plataforma: somos punto de encuentro de la industria y de los artistas”. Y prosigue: “Woody Allen avisó que solo cedía su filme si se proyectaba ante espectadores físicos. Queremos que la gente vea las películas en sala: de 105.000 entradas de 2019 nos hemos quedado en 40.000, que ya están casi agotadas. Solo en taquilla y espónsores hemos perdido 1,5 millones de euros en ingresos. Minimizamos los gastos, y al final habrá un déficit de cero a 100.000 euros. Por supuesto, habrá actos online, como las de industria”.

El estado de alarma ha acercado a los grandes festivales del mundo: mañana viernes aparecerá en el escenario durante la inauguración Rebordinos junto a Thierry Frémaux, delegado general de Cannes, repitiendo la imagen de unidad que ya ofrecieron ocho de esos certámenes hace una semana en Venecia. Para no gustarle aparecer, el responsable del Zinemaldia saldrá dos veces: en ese momento y en un cameo en El festival de Rifkin, ya que la nueva comedia de Allen se desarrolla durante el festival donostiarra. “Acusan a esta ciudad de mirarse mucho el ombligo”, bromea Rebordinos. “Este año será verdad”.


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