Diseño italiano, cuatro camarotes con capacidad para ocho pasajeros, 25 metros de eslora, lujo y comodidad. Así es el Sky, el yate Azimut Flybridge que Luis Miguel compró a mediados de 2013 y que fue objeto de deseo de los paparazzi durante años: una pasarela inacabable de conquistas románticas, el escenario de sus fiestas y, hasta buena parte de 2020, su refugio durante la pandemia. Los Papeles de Pandora, una filtración liderada por el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ) y en la que participa EL PAÍS, revelan que el cantante mexicano recurrió a una empresa opaca en las Islas Vírgenes Británicas para finiquitar esta compra, en una transacción en la que fueron clave su hermano, Alejandro Gallego Basteri, y quien fuera su asistente y mano derecha, Joe Madera.
Los hermanos Gallego Basteri constituyeron Skyfall Marine Limited con ayuda del despacho Trident, la mayor fuente de la filtración, con más de 11,9 millones de documentos. Luis Miguel aparece, con 50.000 acciones, como el único dueño de la compañía, según un certificado de acciones fechado al 13 de junio de 2013. Alejandro Gallego es el secretario y director de la compañía, de acuerdo con una declaración firmada por el hermano del cantante.
Esta maniobra financiera permite ocultar al público quién es el verdadero dueño del yate. En las Islas Vírgenes Británicas rige la confidencialidad y está prohibido por ley revelar el directorio y quién es el accionista mayoritario de una compañía, con multas que van desde los 5.000 a los 50.000 dólares. En los partes marítimos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP), por ejemplo, hay registros del paso del Sky por aguas estadounidenses, pero no hay rastro del nombre de Luis Miguel Gallego Basteri, sino de Skyfall Marine, el dueño legal de la embarcación.
El papeleo para la inscripción de la sociedad comercial estuvo a cargo de Madera. En el formulario cumplimentado por el asistente ejecutivo se detalla que el único motivo para abrir la empresa es la adquisición de la embarcación y que el pago proviene de la fortuna del artista. “El saldo promedio de sus cuentas en el último año se ha mantenido en las seis cifras”, se lee en una carta de referencia otorgada por la filial del banco HSBC en EE UU, que asegura que el cantante había sido su cliente durante 16 años.
Luis Miguel se identifica como residente de Beverly Hills, con un pasaporte estadounidense y un permiso de conducir emitido en California. Su hermano Alejandro, en cambio, presenta un pasaporte español y una tarjeta de residente permanente en México, con domicilio en un lujoso desarrollo inmobiliario de Puebla. Los autores de esta investigación buscaron a Madera por teléfono y correo electrónico, se pusieron en contacto con trabajadores de la producción de su serie de Netflix, así como con empresas asociadas a la familia Gallego Basteri, y mandaron un cuestionario a quienes gestionan las redes sociales del artista, pero no obtuvieron respuesta a múltiples solicitudes de comentarios.
“En el fondo, un yate es emoción sobre las aguas”, presume el catálogo de Azimut, el fabricante del barco, para la colección Flybridge modelo 2013-2014. “La forma de un pez, la aleta de un tiburón, la espuma del mar… es la naturaleza mi fuente de inspiración”, reseña Stefano Righini, el diseñador de la línea de botes. En la parte superior, la embarcación acoge un amplio salón, con dos sofás opuestos, un jacuzzi, un minibar y un comedor, rematado con una zona para tomar el sol en la popa.
Es justo en la popa donde está uno de los secretos mejor guardados del Sky: la bandera de las Islas Vírgenes Británicas. Además de la opacidad sobre la identidad de los dueños, el territorio caribeño no cobra impuestos a las empresas ni a las embarcaciones. Abrir una empresa como Skyfall Marine costaba apenas 350 dólares y, como depende del Reino Unido, los barcos cuentan con la misma protección que cualquier otra embarcación británica. Lo único que se cobra es una cuota de renovación de derechos que ronda los 1.000 dólares por año. Todas estas son “ventajas” que el propio Gobierno del pequeño archipiélago caribeño promociona en páginas oficiales.
Señalado internacionalmente como un paraíso fiscal, las Islas Vírgenes Británicas tienen unos 30.000 habitantes, pero más de 400.000 empresas pantalla activas. Es el líder mundial en creación de compañías offshore. “Las leyes están diseñadas para funcionar como un sistema opaco, con un Gobierno que tiene una mentalidad muy pronegocios y prodinero”, dice un investigador de Tax Justice Project, una organización especializada en evasión fiscal. Desde mediados de los años ochenta, la industria financiera offshore se ha consolidado como uno de los pilares de su economía, que representa más del 51% de los ingresos gubernamentales, según datos oficiales.
El combate contra el lavado de dinero depende prácticamente de los proveedores de servicios offshore. Ellos son los encargados de llevar a cabo los llamados procesos de debida diligencia, en los que se revisa que los clientes no aparezcan con antecedentes penales en bases de datos especializadas y buscadores de internet. Por eso, Luis Miguel tuvo que presentar cartas de recomendación al formar la compañía. “He conocido al señor Basteri durante 10 años y en ese periodo, siempre ha sido honesto y respetable, una persona de buen carácter, íntegra y confiable”, se lee en una carta firmada por Bill Zysblat de RZO, una agencia de representación de artistas con sede en Nueva York. “En mi conocimiento, nunca ha estado en la cárcel por ningún delito criminal o en bancarrota en ningún momento de su larga y exitosa carrera”, agrega Zysblat.
El Sol —como se conoce al cantante—, sin embargo, ha estado envuelto en brumas legales y económicas en varias ocasiones durante su extensa trayectoria, una faceta reconocida, incluso, en la serie biográfica que produjo Netflix. A finales de los ochenta, Luisito Rey, el padre del artista, utilizó una entidad en Suiza en la que acumuló alrededor de 20 millones de dólares fruto de los primeros años de la carrera del cantante, un monto similar a lo que adeudaba al fisco mexicano, el equivalente a tres años de impuestos impagados. La polémica se zanjó con una millonaria multa, según la prensa mexicana. “Tuve problemas en México con Hacienda por mis impuestos, cosa que no sabía porque ni siquiera manejaba mi dinero”, dijo el cantante en una entrevista de 1993 para la televisión argentina.
Entre 2006 y 2007 se dio a conocer que Luis Miguel no había pagado los impuestos de su lujoso ático de 346 metros cuadrados en el rascacielos Jade de Miami, con una deuda que superó los 132.000 dólares, y en 2012 se vio obligado a vender la propiedad por supuestos problemas financieros, según reportó la prensa mexicana y estadounidense, hasta que pudo volver a adquirirla este año. En 2013, el mismo año en el que compró el Sky, se informó también que tuvo que deshacerse por supuestos problemas económicos de una inmensa mansión de 36.000 metros cuadrados en Playa Bonfil, en la zona de Acapulco Diamante, que es un escenario recurrente en Luis Miguel, La serie.
En agosto de 2016, William Brockhaus, su representante entre 2013 y 2015, lo demandó ante una corte de California por una deuda de más de un millón de dólares e incumplimiento de contrato. Durante el litigio se autorizó el embargo de un Rolls-Royce de Luis Miguel, valorado en 300.000 dólares, y tras no presentarse tres veces a testificar, el cantante se entregó en mayo de 2017. En el juicio, Madera fue citado a declarar sobre las cuentas, propiedades y ganancias del intérprete, pero en la mayoría de los casos respondió que no estaba al tanto de las finanzas de su jefe. Sus declaraciones no se hicieron públicas, aunque en los recuentos periodísticos de su testimonio no hay mención de que el artista tuviera un yate. Finalmente, Brockhaus llegó a un acuerdo con Luis Miguel.
Para entonces, El Sol tenía otros dos frentes legales abiertos: una demanda de su propia discográfica, Warner Music, que le reclamó 3,6 millones de dólares y otra del cantante Alejandro Fernández por una gira conjunta en la que Luis Miguel cobró unos siete millones de dólares por adelantado y después no realizó. El artista acabó pagando a Warner y liquidando la deuda con Fernández, según Carlos Bremer, integrante de un grupo de empresarios que accedió a rescatarlo de sus deudas, entre los que también se encontraba Miguel Alemán Magnani, íntimo del artista y, recientemente, prófugo de la justicia. Fue durante ese tormentoso 2017, que Único, otro yate con el que se ha relacionado al cantante, fue embargado por las autoridades de EE UU por un pasivo de 120.000 dólares en mantenimiento y la renta de una marina ―atraque― en Miami, según la cadena Univisión.
En 2020, tras cumplir 50 años y ser visto en varias ocasiones anclado solo en la marina de Miami durante la cuarentena, Luis Miguel vendió el Sky por una cifra reportada por la prensa del corazón en casi tres millones de dólares.
Los problemas económicos también se reflejan en los documentos de los Papeles de Pandora. Un intercambio de correos electrónicos a mediados de 2018 entre Madera y los agentes de Trident dan cuenta de que Skyfall Marine no cubrió sus cuotas anuales de 2016 y 2017 ante las autoridades de Islas Vírgenes Británicas. Eso obligó a que el asistente tuviera que hacer un pago por 6.595 dólares para restablecer la compañía y poder renovar el registro de la embarcación. Además, se le impuso una multa de 5.000 dólares por no completar el registro de directores de la compañía.
En noviembre del año pasado, ya sin activos, Skyfall Marine fue disuelta, según el registro de las Islas Vírgenes Británicas, el escondite más insospechado de El Sol de México.
Mathieu Tourliere (Proceso), Peniley Ramírez y Claudia Ocaranza (Univisión) contribuyeron a la elaboración de este reportaje.
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