A los pocos minutos de llegar, desde la ventanilla del avión se atisban montañas de un verde oscuro intenso. Aterrizamos en Sofía, una capital europea situada en el corazón de la península de los Balcanes, a los pies del imponente monte Vitosha (2.292 metros), al que se puede llegar desde el centro de la capital búlgara en poco más de media hora. Escaparse un fin de semana para visitar Sofía es una opción económica —hay vuelos desde Madrid o Barcelona por menos de 70 euros, ida y vuelta— e interesante para conocer una metrópoli con una historia milenaria de pasado tracio, bizantino, otomano y comunista. Además, para los más aventureros, también es un punto de partida perfecto para llegar a Estambul en tren, en un viaje de unas 11 horas, o por carretera en alguno de los autobuses que parten a diario desde aquí.
9.00. Catedral, mezquita y mercado
El inicio de la ruta es la catedral de Sveta Nedelya (1), situada en la plaza homónima en el centro de Sofía. Este bello templo de la Iglesia ortodoxa búlgara tuvo que ser reconstruido tras sufrir un atentado terrorista en 1925 perpetrado por los comunistas cuando se celebraba el funeral de estado del general Konstantin Georgiev. Quien se tope por primera vez con el culto y estilo de la Iglesia ortodoxa oriental podrá observar la importancia que cobran en su arquitectura las cúpulas —característica heredada de la influencia bizantina— de color verde y dorado, y, si entra al interior, puede que coincida con el momento solemne de la oración cantada.
Cerca se encuentra la estación de metro de Serdika, que toma el nombre con el que se conocía a la ciudad cuando fue fundada por los tracios en el siglo VIII a. C. Para llegar hasta la mezquita de Banya Bashi (2), la siguiente parada, paseamos entre ruinas que forman parte del complejo arqueológico al aire libre de la antigua ciudad romana que mantuvo el mismo nombre —desde el año 50, los romanos controlaban la región—. Pocos metros más adelante se divisa esta mezquita que data de finales del siglo XVI durante el periodo de dominación otomana, que en Bulgaria duró 500 años, desde finales del siglo XIV hasta 1878. Enfrente se ubica el mercado central, un buen lugar para comprar jabones, cremas o colonia de rosas, uno de los productos búlgaros más apreciados. Por 5 euros (10 levs, la moneda búlgara) es posible adquirir un pack completo. En un corto paseo desde el mercado se llega a la sinagoga sefardí de Sofía (3), la más grande de los Balcanes y la tercera más grande de Europa.
11.00. Un templo del siglo IV
Es el momento de retomar el camino hasta la mezquita y dejarla atrás. Unos metros más adelante se puede observar un bello edificio colorido con varias cúpulas de aires bizantinos, los Baños Minerales o Mineralna Banya (4). Hasta su cierre en 1986, los ciudadanos acudían aquí para lavarse con el agua termal de la zona. En todo momento se divisa el monumento a Sveta Sofia (Sagrada Sabiduría) (5), una estatua de 24 metros de alto erigida en el año 2000 donde hasta 1990 había una imagen de Lenin.
El paseo nos lleva hasta la plaza de Nezavisimost (6), donde destaca la Casa del Partido, de estilo soviético y construida en 1954 como sede del Partido Comunista Búlgaro. En el extremo norte de la plaza, la Presidencia, un imponente edificio gris donde está la oficina del presidente de la República de Bulgaria y el hotel Sheraton. Dentro del edificio hay un patio interior donde se alza la Rotonda de Sveti Georgi, que realmente es la iglesia de San Jorge, considerada como el edifico más antiguo de la ciudad (data del siglo IV).
12.30. Alexander Nevski, monumental
Para llegar hasta la otra catedral de Sofía, a unos 10 minutos a pie desde la Presidencia, una opción es pasar por el Teatro Nacional (7), un edificio de estilo neoclásico de principios del siglo XX. La catedral de Alexander Nevski (8) impone desde cualquier ángulo por su tamaño y estilo neobizantino con cúpulas de oro y bronce. Merece la pena escuchar el sonido de las campanas. Es uno de los templos ortodoxos más grandes del mundo —tiene 3.170 metros cuadrados— y fue construido entre 1882 y 1924 para conmemorar la contribución de Rusia a la liberación de Bulgaria del dominio otomano.
Cerca hay dos iglesias de visita obligada. Sobre todo, una cristiana que data del siglo VI: Santa Sofía (9). Durante los siglos XII y XIII fue sede del obispo de la ciudad, lo que propició que se diera a la urbe el mismo nombre que el de esta iglesia. La otra es San Nicolás (10), conocida como la iglesia Rusa, ubicada junto al bullicioso bulevar de Tsar Osvoboditel. Construida por la comunidad rusa, evoca a Moscú. Para comer hay un restaurante a 10 minutos a pie donde se puede degustar la gastronomía local con buena relación calidad-precio: Bistro Lubimoto (11).
15.30. Arte socialista
En Sofía no hay grandes museos sobre su pasado comunista (1946-1990). Sin embargo, hay dos opciones curiosas. El Museo de Arte Socialista (Lachezar Stanchev, 7) se encuentra a escasos minutos caminando desde la estación de metro de Dimitrov. En su jardín hay una gran escultura de Georgi Dimitrov, líder que inauguró la etapa presidida por el Partido Comunista Búlgaro. Este espacio está repleto de esculturas y estatuas socialistas o de figuras del comunismo internacional, como la del Che Guevara. La otra posibilidad, y quizá más atractiva, es El Piso Rojo (12): este apartamento simula cómo era la vida de una familia búlgara de clase media en los años ochenta.
19.00. El animado bulevar de Vitosha
Caminamos hasta el bulevar de Vitosha, la arteria comercial y más bulliciosa. Se extiende hasta el parque en el que se encuentra el Palacio Nacional de la Cultura (13), un enorme edificio de estética soviética inaugurado en 1981. Terminar el día en Vitosha da pie a hacer algunas compras y cenar, ya que en esta avenida peatonal hay una gran variedad de restaurantes. Uno que está de moda es Shtastlivetsa, en el número 27. Un último homenaje antes de dejar Sofía no debería costar más de 15 euros. Y si nos apetece salir, a pocos pasos hay una plaza dominada por el Rila Hotel que alberga terrazas cubiertas para tomarse una copa o discotecas para bailar hasta el amanecer.
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