Sofía Petro en una entrevista con , en Bogotá, el 9 de junio de 2022.Juan Carlos Zapata
El expresidente Andrés Pastrana ha buscado posicionarse como un crítico particularmente ácido del Gobierno de Gustavo Petro, sin esquivar los excesos retóricos. El lunes, “desde una Colombia al borde de la narcocracia”, fustigó al presidente de izquierda en una carta dirigida al estadounidense Joe Biden en vísperas de la reunión de este jueves en la Casa Blanca, la primera entre los actuales mandatarios. Este miércoles ha sido Sofía, una de las hijas de Petro, la encargada de salir al paso de sus señalamientos en otra carta que le recuerda al expresidente conservador que el Plan Colombia concebido en su Administración “fracasó” desde mucho antes de la prohibición de la fumigación aérea de cultivos ilícitos con glifosato.
A Biden le gusta referirse a Colombia como “la piedra angular” de la política exterior de Estados Unidos en América Latina. Él fue uno de los grandes promotores del Plan Colombia que forjó la alianza antinarcóticos y contrainsurgente entre Bogotá y Washington a comienzos de este siglo, cuando era congresista por Delaware y Pastrana presidente (1998-2002). El colombiano apela a esa memoria para dirigirse a Biden y advertirle que Petro, desde su campaña presidencial, “prometió cielo y tierra a los narcotraficantes y pactó votos con la más densa corrupción política”, y que ya en el poder “aceleró el desmonte de los componentes sociales y antinarcóticos del Plan Colombia”.
Pastrana también apunta que “la Colombia de Petro es un caos de orden público y criminalidad en el que las imperantes organizaciones del narcotráfico negocian de tú a tú con el Gobierno”. Y acaba por lamentar que la dramática reducción de los cultivos ilícitos que atribuye al Plan Colombia “dio un giro en U cuando se canceló la iniciativa binacional y se legalizó de facto el cultivo de coca, mediante un subterfugio legal que prohíbe su erradicación por fumigación”. A su juicio, es la principal razón por la que Colombia se ha convertido en un “mar de coca”.
Colombia se mantiene por mucho como el principal productor mundial de hoja de coca, la materia prima para la cocaína. El área total de cultivos se disparó de 143.000 a 204.000 hectáreas al cierre de 2021, antes de que Petro llegara al poder, la cifra más alta desde que se tienen registros, según el último informe del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de Naciones Unidas (Simci). Esas cifras sin precedentes dejaron en evidencia el fracaso durante el cuatrienio de Iván Duque (2018-2022), que privilegió los esfuerzos de erradicación forzosa, en detrimento de la sustitución voluntaria pactada con las comunidades de campesinos cocaleros.
El Gobierno de Petro ha dado pasos para sepultar de una vez por todas las fumigaciones aéreas con glifosato, un herbicida potencialmente cancerígeno, como prometió con insistencia el hoy presidente desde la campaña que lo llevó al poder. Es una discusión que ha despertado pasiones a lo largo de los años. Juan Manuel Santos (2002-2010) ya abogó por cambiar el enfoque en la lucha global contra el tráfico de drogas, como la hace Petro ahora, y suspendió las aspersiones aéreas en 2015 ante recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y un fallo de la Corte Constitucional que apelaba al principio de precaución. Desde entonces, académicos, ambientalistas y organizaciones sociales han rechazado el uso del glifosato.
Si Pastrana aspiraba con su carta a provocar una reacción del presidente, solo obtuvo la de su hija. Sofía Petro, estudiante de Ciencias Políticas de 21 años, ha respondido a sus declaraciones. Aunque no se detiene en los detalles de lo que califica como una “difamación”, sí dedica otra carta pública a cuestionar la efectividad de las fumigaciones. “La aspersión aérea de veneno (glifosato) fue la principal estrategia de erradicación de cultivos ilícitos del Plan Colombia”, argumenta Sofía Petro, y recuerda que “incluso la comisión de Política de Drogas de la Cámara de Representantes estadounidense concuerda en calificar al Plan Colombia como un fracaso pues en el largo plazo solo consiguió que el negocio se desplazara a otras zonas”.
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Esa estrategia de “aspersión de veneno”, prosigue la hija del actual presidente, “fue contraproducente y produjo daños medioambientales, sociales y sanitarios”, que incluyen el desplazamiento de unas 75.000 personas entre 2001 y 2002. “Están ampliamente documentados los efectos negativos que tiene la exposición del glifosato en la salud”, prosigue, hasta llegar al punto en que fue catalogado como potencialmente cancerígeno. “Las soluciones rápidas y sin precauciones, especialmente en tiempos de crisis sociales y climática, no pueden sino condenarnos a más resultados ineficientes y contraproducentes”, concluye el escrito. “Un plan que nunca entendió ni quiso entender de raíz el por qué de la proliferación de cultivos de coca, que se encierra en una falsa dicotomía entre prevención y permisividad y que es hostil a la vida, no es un plan deseable para Colombia en su búsqueda de paz”.
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