Hasta tres estadios como el Sánchez-Pizjuán, con capacidad para unos 40.000 espectadores, podrían haberse llenado con los aficionados del Eintracht Frankfurt y del Rangers de Glasgow que se han desplazado a Sevilla para la final de la Europa Leage que se disputa este miércoles, pero solo estos miles de hinchas son los privilegiados que pueden estar en sus gradas para un partido entre dos históricos del fútbol continental.
Ya desde que se supo que estos eran los equipos que jugarían la final, la demanda de localidades superó todas las previsiones, pero eso no impidió que miles de seguidores, hasta un número que según algunas estimaciones superan los cien mil, organizaran sus viajes para vivir junto a los suyos la posibilidad de lograr un título continental.
Así, son mas los que están distribuidos en distintas zonas de la ciudad que en el propio estadio del Sevilla y que se han organizado para ver el partido en terrazas y bares con pantallas de televisión, unos con sus distintivos azules del equipo escocés y otros rojinegros del alemán.
Además, la UEFA, en colaboración con el Ayuntamiento de la capital andaluza, ha habilitado unas zonas para la concentración de los seguidores de cada equipo; El Prado de San Sebastián, junto al parque de María Luisa y la Universidad de Sevilla, para los de Eintracht, y los aledaños del Estadio de La Cartuja para los del Rangers.
Allí se han habilitado unas pantallas gigantes para que, los que no tengan entradas, dispongan de esa posibilidad de ver el partido concentrados y también con zonas de restauración para consumir comidas y sobre todo bebidas refrescante con la que paliar el fuerte calor de verano con el que Sevilla ha recibido a sus visitantes en este mayo.
Aunque, la tónica general es de fiesta y cordialidad, también se han producido algunos de los temidos incidentes entre hinchas radicales, tanto en la pasada madrugada como también esta tarde, cuando se ha cruzados en distintos lugares de la ciudad y se han producido altercados sobre todo en establecimientos de restauración, en algunos con daños significativos en sus inmuebles y enseres.
Para evitar en la medida de lo posible estos sucesos, el dispositivo de seguridad para la final está compuesto por unas 5.500 personas, de ellas más de 3.000 policías nacionales, además la Policía Local de Sevilla, la Guardia Civil, la seguridad privada del Sánchez-Pizjuán, Bomberos, Protección Civil y 061.
El operativo de seguridad de la Policía constaba de varias fases, la primera de ellas, puesta en marcha el martes, consistió en reforzar tanto en la estación de tren como en el aeropuerto y los alrededores del campo y las siguientes, consideradas “críticas”, se desarrollan este miércoles, tanto antes del partido como durante y después de su disputa.
Todo esto quedó patente desde varias horas antes de la final, cuando se empezaron a abrir los perímetros de seguridad para que los aficionados fueran accediendo al estadio, no si antes pasar por puntos de cacheos para evitar introducir al campo objetos prohibidos.
Además del despliegue en el estadio, el operativo también contempla una mayor presencia policial en las ‘fan zones’ habilitadas para ambas aficiones, aunque, ya dentro del Sánchez-Pizjuán, se vivieron los típicos momentos preludio de un partido grande, con la concentración del color azul en un sector de las gradas y el blanco en el otro y con el cruce de cánticos.
A ello se unió una coreografía efectuada por voluntarios y desplegada sobre el césped del estadio con luz, sonido y la presencia del trofeo de campeón de este torneo, que lo portó el exportero Andrés Palop, quien lo ganó en tres ocasiones, dos con el Sevilla y otra con el Valencia.
De ahí se pasó a la entrada de los jugadores al campo y el empezar a rodar el balón para decidir quien se adjudica la Europa League 2022, que la disputan dos clubes añejos del continente pero que no cuentan en su currículo con muchas oportunidades como ésta.