El asunto es que la vecina existe. “Hace unos años sus ruidos crearon un gran debate en casa”, recuerda Cesc Gay (Barcelona, 53 años) justo desde su piso. “Digamos que era muy sonora en sus relaciones sexuales, vamos, follaba como una loca”, comenta el cineasta, y eso abrió una nueva conversación en las comidas y las cenas con su esposa y su hija. De aquella anécdota se encendió la mecha que llevó a Gay a escribir la obra teatral Los vecinos de arriba, que tras un largo éxito en España y Sudamérica hoy vuelve, convertida en película, como Sentimental. Por cierto, ¿la vecina sigue siendo su vecina? “Pues sí, hace pocos días que me la crucé. Lo que pasa que es extranjera y, aunque sabe a qué me dedico, no tiene ni idea de hasta dónde han llegado sus gemidos. Nunca se lo he contado”.
En Sentimental un matrimonio bastante vapuleado en el campo del desprecio mutuo invita a cenar a sus vecinos de arriba, de quienes les molesta su sonora (y continua) vida sexual. El hogar, la pareja, como castillos inexpugnables, estalla en pedazos cuando alguien entra en él sin complejos. “Nacen las incomodidades, y altera a los jugadores. Eso es maravilloso para un escritor, porque indagas en esa incomodidad del disimulo que se tiene con gente que conoces poco, el mundo de la no confrontación”, confirma el cineasta. “Y la hecatombe, el partirte en dos, les alcanza cuando baja el vecino a follarse a la mujer. Ahora aparece el poliamor y el replanteamiento de las relaciones de pareja, pero pocos lo practican. En todo caso, con los vecinos es mejor mantener una distancia”.
Con ecos a Un dios salvaje o a ¿Quién teme a Virginia Woolf?, Gay sin embargo usa como referente a la screwball comedy más clásica. “Mis películas anteriores eran más pegadas al suelo; en cambio la comedia te eleva, te permite exagerar”. A cambio, asegura, no hay trucos: “En otros géneros la música, la fotografía, incluso el montaje te permiten esconder las carencias. Aquí todo se basa en los actores, como cineasta estás vendido a ellos. Son el texto y ellos”.
La entrevista se realizó el pasado miércoles, cuando, obviamente, aún no se sabía que Sentimental no llegará a los cines catalanes por el cierre cultural decretado por la Generalitat. El director de Krámpack, Truman, V.O.S, En la ciudad o Una pistola en cada mano reflexionaba sobre la fecha de estreno: “Algunos me dicen que la gente irá a verla porque no hay bares y sí cierre perimetral. No quedan muchos entretenimientos”, Pues desde ayer, ni cine ni teatro, que es justo donde debutó esa historia. “Bueno, hay que sacarla adelante, porque ha tenido una recepción muy bonita previa en los festivales. Porque provoca, espero, risas necesarias”, reflexiona, antes de centrarse en ese germen. “Escribí Los vecinos de arriba de forma impulsiva, huyendo de mi habitual proceso de redacción, que es muy meditado. No sabía qué estaba haciendo. Nació a la vez que Truman y surgió la posibilidad del teatro. Por ahí salió muy rápido”. Tiempo después, volvió al texto porque sintió que era el tiempo de la película. “He cogido actores distintos -empecé con Javier Cámara- para crear vínculos nuevos”.
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