Steph Curry está muy agradecido por las mujeres que hay en su vida. Las celebra cada vez que puede, quieran ellas ese reconocimiento o no. Esta es la historia de Nanea McGuigan. Tan solo los aficionados de la NBA más apasionados saben quién es, pero millones de personas la vieron en televisión hace tres semanas cuando los Golden State Warriors recibieron sus anillos de campeones.
Inesperadamente, McGuigan recibió también el suyo en público, después de de Curry y los Warriors decidieran darle una sorpresa y mostrarle –a ella y al mundo– lo venerada que es.
“Se trata de comprender el valor que las mujeres aportan en esta liga dominada por los hombres”, explicó Curry en una entrevista con AP. “Fue una de las primeras personas que conocí aquí cuando fui elegido en el Draft. Me hizo sentir como en casa, a mí y a mí familia. Fue una gran embajadora de la transición. Ahora, 14 años después, pensamos que era lo correcto hacerle este homenaje con todo el mundo observando”.
Curry y su esposa, Ayesha, tienen tres hijos. Dos niñas y un niño. Las chicas no están interesadas por el momento en ser como su padre, pero él quiere que sean como McGuigan, directora de programas de jugadores y administración de baloncesto de Golden State. En pocas palabras, este papel significa que dirige muchas cosas que afectan a los jugadores y sus familias, y por ende el devenir del equipo.
“Sé que mis hijas están viéndolo y cada vez son más curiosas: ‘¿cuál es su rol? ¿qué hace?'”, comenta Curry. “Ninguna de mis dos hijas quiere jugar a baloncesto, pero siguen teniendo la oportunidad de trabajar en la increíble industria del deporte. Es magnífico que su papel sea reconocido y promovido alrededor de la competición”.
Pocas noticias sobre la NBA con mujeres involucradas han sido positivas últimamente. Robert Sarver, Ime Udoka, Joshua Primo. Son historias que encima permanecerán en la actualidad un buen tiempo. Son historias que importan y deben ser destacadas, incluso cuando la saga de Kyrie Irving las ha ocultado a todas.
Destacar a las mujeres no es algo nuevo para Steph Curry. Lleva ya un buen tiempo siendo defensor de las mujeres del baloncesto, especialmente este año cuando se celebra el 50 aniversario del noveno artículo de la ley de los derechos civiles en Estados Unidos –que prohíbe cualquier discriminación basada en el sexo en las instituciones educativas con financiación pública–.
En las pasadas Finales de la NBA, Curry lució un modelo único de sus zapatillas con el mensaje “retirad la desigualdad” en las mismas. Estuvo diseñado por un equipo que incluyó a la jugadora de la UConn Azzi Fudd, representada por la marca del jugador –SC30–. El mensaje iba dirigido, entre otras cosas a reducir la brecha salarial.
“No miro solo a mis hijas, sino a todas las mujeres que han tenido una influencia tremenda en quien soy hoy en día. Sus diferentes personalidades, talentos, valores y moral que han imprimido en mi carácter“, desarrolla Curry. “Tenemos la oportunidad de usar el baloncesto para promocionar posiciones donde las chicas y las mujeres pueden marcar la diferencia, transformar comunidades e industrias. Todo ello importa”.
La aproximación de Curry a este tema tiene mucho que ver con su tía, India Adams. Ella es directora de una escuela y jugó a baloncesto en Belmont Abbey, donde fue cuatro veces jugadora destacada de su conferencia. Sabe jugar, y después de cada partido intercambian mensajes sobre su rendimiento. “Los espero siempre, ella tiene el mismo compromiso que yo en esto”, afirma. Sobre su mujer, su tía, su madre y sus abuelas también se deshace en elogios: “De ellas lo he aprendido todo sobre cómo ser un ser humano, proteger a los míos, trabajar duro, tener disciplina y todas estas cosas”.
Aunque tiene preocupaciones importantes como el rendimiento de su equipo, Curry quiere ver más historias como la de Nanea McGuin circulando.