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Talento blindado hasta 2025

Imanol
Alguacil le dio la alternativa y Robert
Navarro (Barcelona, 2002) pisó el escenario de sus sueños infantiles, el Camp Nou. Debutó en Primera División con sólo 18 años, vestido de txuri urdin y ante un Barcelona, su equipo de niño, al que contribuyó a acosar en la última media hora, aunque sin poder degustar siquiera el sabor de un empate. Se acordará toda la vida porque se bautizó siendo jugador del filial txuri urdin, contra el mejor jugador del mundo, Messi, y con un estadio con capacidad para 99.000 personas totalmente vacío. Ni su aita, Roberto, navarro de apellido y procedencia, ni su madre, la catalana Miriam, pudieron asistir a causa de la pandemia. Ella reside en Donostia junto al futbolista. Él, exfutbolista, tiene un negocio en Iruñea.

Navarro dio muestras de su calidad con acciones técnicas de mucha altura y de que tiene margen de mejora sin balón. La Real tiene su talento blindado hasta 2025. El Mónaco le dejó libre en 2019 y el club de Anoeta, con la feroz competencia del Athletic, se lanzó a por él y le hizo un contrato por tres años más tres opcionales. Era un mero formalismo porque, siendo menor de edad, no se pueden rubricar contratos tan largos. Cuando cumplió los 18, se formalizó el acuerdo hasta 2025 como estaba pactado. En estos casos, la cláusula de rescisión es de 30 millones de euros, pero la idea es ir adecuándola a su estatus según vaya asentándose en el primer equipo, porque es ésta la intención del club y del futbolista, dado su potencial.

Su padre jugó en el Promesas

Roberto, su padre, llegó hasta Osasuna
Promesas y luego tuvo que forjarse un nombre y un destino en clubs como el Sant
Andreu, donde jugó tres temporadas, y el Hospitalet, donde militó durante una década. En Catalunya nacieron Robert y su hermana.

El vástago entró pronto en la Escuela del Barcelona, pero con ocho años la familia se desplazó a Iruñea por el trabajo del progenitor. Robert militó durante dos años en Osasuna, fue vigilado por el Real Madrid y el Athletic, pero el Barcelona fue el que le repescó en el paso de alevín a infantil, entre otras cosas porque el domicilio de sus abuelos maternos queda a 800 metros de La Masía.

Presente en todas las categorías de la selección española, dejó Mónaco para recalar en la Real, convencido por Roberto
Olabe, muy creyente en sus cualidades. El catalán suma tres goles en seis partidos en el filial de Xabi
Alonso y ahora sueña con poder seguir teniendo oportunidades en el primer equipo, al que le esperan retos tan apasionantes e inminentes como dos títulos: la Supercopa de España y la Copa 2019/20, además de las eliminatorias de la Europa League y una Liga que promete.

Es un jugón con mucho que aprender y madurar. No puede estar en mejores manos que las de Imanol
Alguacil.


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