Confinamiento con hijos pequeños (y no tan pequeños). Aquí va la onomatopeya que más usan los papás y las mamás para describirla; buf. A estas alturas ya nada sirve, ni siquiera la barra libre de pantallas; bendita hora diaria de paseo para desahogar. Por eso, hoy en El Comidista os presentamos una tarta fría que podéis elaborar con vuestros benjamines y que, tachán, tachán, no requiere de levadura, ni de horno ni de ningún utensilio eléctrico. Aquí va el cuento que acompaña a la receta y que se puede utilizar para engatusarles y arrastrarles hasta la cocina. ¡Suerte y ánimos!
Érase una vez una niña alemana hija de un duque y de una princesa que se llamaba Carlota de Mecklemburgo-Strelitz. Cuando cumplió 17 años su madre y su hermano la obligaron a emparejarse con Jorge, príncipe de Gales: él en realidad estaba enamorado de otra moza, Sarah Lennox, pero accedió a casarse con Carlota a pesar de considerarla fea. Tampoco es que Jorge fuera un chulazo precisamente. En fin, continuemos: dos semanas después de la boda, fueron nombrados reyes del Reino Unido, tuvieron quince hijos, fueron felices y comieron perdices y muchos pasteles.
Uno de sus pasteles favoritos era un budín con relleno de manzana aromatizado con limón y canela que creó un cocinero de su corte y que bautizó con el nombre de Carlota para homenajearla. En el siglo XIX dicho pastel saltó a Francia donde un chef muy reputado llamado Marie-Antonin Carême, el Ferran Adrià de la época o el Remy y Alfredo Lingüini de Ratatouille, empezó a elaborarlo sin cocción, con limón y encamisado con melindros. Un siglo después, botó al continente americano donde sufrió un sinfín de cambios y se popularizó masivamente. Y hoy es una de las recetas más populares de la cuarentena corona-vírica mexicana.
Comidista, menos cuento y al turrón
A sus órdenes, sus majestades-lectores. Pues, colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Para la carlota de limón más sencilla solo necesitáis cinco ingredientes:
- El zumo de 2 limones (unos 125 ml) y parte de su piel
- 1 lata de leche evaporada (330 ml)
- 1 lata de leche condensada (397 g)
- 4 cucharadas rasas de queso crema tipo Philadelphia (unos 100 g)
- 30-40 galletas maría (dependiendo del tamaño del molde)
Continúa, continúa
- Exprimís los dos limones y ralláis parte de la piel de uno de ellos. El otro limón exprimido lo guardáis en la nevera dentro de una fiambrera pequeña para decorar la carlota justo antes de servirla.
- En un bol metéis el queso crema y la piel rallada de limón y mezcláis con una batidora manual de varillas o con un tenedor. Añadís la leche condensada y removéis bien. Finalmente, agregáis la leche evaporada y el zumo de limón y batís hasta conseguir una crema homogénea y espesa.
- En un molde de cristal hacéis una primera base de galletas y la cubrís con parte de la crema. Añadís otra capa de galletas y la volvéis a recubrir con más crema. Así hasta acabar con todas las galletas y la crema. Idealmente, la última capa debe ser de crema.
- Cubrís el molde con papel film y lo metéis en la nevera un mínimo de 8 horas o toda la noche. Antes de servir la carlota, ralláis la piel del limón guardado y la espolvoreáis por encima.
¿Así de fácil?
Ajá. No solo es una receta megasencilla, sino que además admite muchas variaciones. Podéis sustituir los limones por naranjas, pomelos o limas. Podéis hacer carlotas mixtas mezclando varios cítricos. Asimismo, le podéis añadir daditos de cualquier fruta. Con trozos pequeños de mango queda riquísima, por ejemplo.
Cosas a tener en cuenta en el departamento galletero: si usáis un molde cuadrado o rectangular, os recomendamos usar galletas rectangulares o bizcochos. Si es circular, optad por galletas redondas. De esta manera, os quedarán pocos huecos entre galleta y galleta. En caso de solo tener galletas con relleno en la despensa, quitádselo y a volar.
Para decorar tirad de frutero y nevera; rodajas finas o piel rallada de cualquier cítrico, gajos de mandarina, kiwi, fresas, frambuesas, moras, arándanos, hojas de menta, etc. Otra opción resultona es picar una o dos galletas y espolvorearlas por encima de la tarta junto con unas pizcas de canela.
¡A sus pies, tartas frías!
En El Comidista somos muy incondicionales de las tartas que no necesitan horno, y más ahora que los termómetros ya marcan temperaturas primaverales. En su momento, os enseñamos hacer una de lima hiperfácil inspirada en la que servían en el mitiquísimo restaurante neoyorquino Momofuku del célebre chef David Chang. Otra tarta de características similares que se puede hacer en familia es la de galletas, queso batido y fruta. En poquito tiempo los melocotones poblarán nuestras fruterías, así que dadle fuerte a la tarta de queso y melocotón. Y si el confinamiento se alarga hasta otoño (Dios no quiera) y habéis descubierto que vuestra prole se lo pasa mejor en la cocina confeccionando tartas frías que en el salón embobándose con el Disney+ o en su dormitorio pegando tiros a troche y moche en el Fortnite, que prueben de hacer los vasos de tarta de queso y mandarina.
¿Qué hacemos con los ingredientes sobrantes?
Si os sobran limones, leche condensada y leche evaporada os podéis currar unos estupendos limones helados.
Si os sobran galletas, dadle una oportunidad a esta tarta de galletas con chocolate, que seguro que os trasladará a vuestras infancias setenteras y ochenteras.
Si os sobra queso crema, poneros en modo pro y marcaros una estupenda tarta de queso como estas.
Si os sobra leche condensada, animad a los chavales para que hagan unos brigadeiros, que son la mar de sencillos.
Y si os sobra leche evaporada, alegradles el día con unos macarrones con salchichas, champiñones y ajos tiernos. Pero si los que necesitan un poco de alegría sois vosotros, haceros unos coquitos y brindad a la salud de vuestra santa paciencia.
¿Qué comemos hoy?
COMIDA
CENA
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