Los datos son contundentes y coinciden sin importar las fuentes: el futuro está verde (en el buen sentido). Gartner afirma que más del 84 por ciento de los líderes de cadenas de suministro piensa invertir en medidas de adaptación y mitigación climática en los próximos 18 meses. Una encuesta de SAP en América latina, por su parte, detectó que el 60 por ciento de los líderes de la región tiene la sustentabilidad en el tope de su agenda de prioridades.
“El paradigma de la contradicción entre generar dinero o ser sustentable se rompió: hoy los grandes inversores ya están avisando que no van a invertir en compañías que no tengan plan de sostenibilidad en los negocios”, dice Santiago Fontanarrosa, vicepresidente de tecnología del estudio Sustainable Business de Globant. Entre otras iniciativas, la empresa lanzó un fondo de US$ 10 millones para apoyar startups tecnológicas que desarrollen aplicaciones, productos o plataformas centradas en reducir el daño causado por el uso inadecuado de la tecnología. También busca evitar la emisión de 10 millones de toneladas de carbono para 2030 a partir de apoyar a sus clientes con técnicas de “sobriedad digital” en el uso de productos y servicios tecnológicos. “Hasta ahora no había una referencia para alinearse o comparar, pero en la actualidad el marco de referencia son los ODS (objetivos de desarrollo sostenible) de las Naciones Unidas, como primer marco de trabajo”, agrega.
En este nuevo paradigma, donde las empresas piensan en un futuro rentable y, a la vez, respetuoso del planeta, emergen las nuevas tecnologías como aliadas clave para llevar las ideas y las iniciativas teóricas a la realidad. Ernesto D’Onofrio, líder de Experiencia del Cliente de Ricoh Argentina, explica que existen diversas soluciones que aportan a la sostenibilidad, “como la digitalización de documentos y de flujos de trabajo, la automatización de procesos y el trabajo remoto y, al interior de fabricantes de tecnología, los programas de recuperación y reciclado de partes”. La empresa obtuvo el puesto uno en el índice 2021 del DJSI (Dow Jones Sustainability Indexes) en la categoría “fabricantes de equipos de computación, periféricos y de oficinas”.
Según Fortune Business Insight, el negocio de las tecnologías verdes movió US$ 9500 millones en 2020 y llegará a los US$ 41.600 millones para 2028.
El poder de los datos
Las oportunidades son profundas y abarcan todos los estamentos de una empresa. “Los datos otorgan a las organizaciones la capacidad de prepararse para el cambio climático, comprender su exposición a los peligros, administrar el riesgo en sus comunidades y tomar medidas para proteger vidas y el medioambiente”, señala Abby Daniell, gerenta de Programas del sector público para América latina, Canadá y el Caribe de Amazon Web Services. La empresa lanzó la iniciativa ASDI, orientada a gobiernos y organizaciones científicas, para acelerar la investigación en sostenibilidad, ya que minimiza el costo y los tiempos necesarios para adquirir y analizar grandes bases de datos sobre el tema. Además, en 2021 lanzó Clean Energy Accelerator, centrada en ayudar a empresas emergentes que trabajan en energías limpias a acelerar su impacto, acceder a recursos adicionales y expandir su alcance. A esto se suma también Sustainable Cities Accelerator, un programa que apoya a startups que crean soluciones de movilidad y transporte para centros urbanos de rápido crecimiento.
Las herramientas se multiplican. Recientemente SAP lanzó Cloud for Sustainable Enterprises para identificar, cuantificar, analizar y actuar sobre los datos a lo largo de sus operaciones de extremo a extremo y gestionar el desempeño sostenible, cuenta Pedro Pereira, Chief Sustainability Officer de SAP Latinoamérica y el Caribe. Otras herramientas de la firma son Product Footprint Management para calcular huella de carbono de los productos y en la cadena de valor.
Salesforce, especializada en soluciones de relacionamiento con los clientes, rediseñó su nube en la actual Net Zero Cloud, que permite a quienes la contratan reducir sus emisiones de carbono con funcionalidades como análisis y seguimiento de energía consumida, por ejemplo, en viajes corporativos. “A nosotros nos permitió alcanzar la neutralidad de carbono en toda la cadena de valor y un 100 por ciento de uso de energía renovable en las operaciones desde septiembre de 2021: la idea es contribuir para que todas las empresas puedan hacer lo mismo”, dice Daniel Hoe, director de Marketing de Salesforce para América latina.
Los primeros pasos
Para Carlos Abril, CEO de Atos para la región Austral Andina, el primer paso es realizar un discovery para entender el grado de madurez de los procesos, la formación del personal y la tecnología en función de los ODS. “En función de los resultados, se busca generar compromiso en la gente, incluyendo la adopción de comportamientos verdes, como disminuir el consumo de energía en el desktop y el medio de trabajo y, al mismo tiempo, se trabaja en disminuir la huella de carbono de los procesos”, dice. Y asegura que la transformación digital juega un rol clave en ese sentido, ya que incorpora conceptos como migración a la nube, reducción de la infraestructura local mediante la virtualización de servidores o soporte en la compra de equipos eficientes en términos de emisión. Como ejemplo, cita un cliente que por reducir de cinco racks en un centro de datos propio a un rack en la nube logró bajar las emisiones de 134.000 toneladas anuales a solo 16.500, al tiempo que el consumo energético disminuyó de 752.000 kilowatts cada doce meses a apenas 50.000.
En la infraestructura, montada a lo largo de muchos años y erigidas en tiempos donde lo verde no era tan relevante, surgen numerosas oportunidades. “Con un centro de datos definido por software reduce la cantidad de hardware, estira la vida útil del equipamiento de red, achica los centros de datos y disminuye el consumo de energía”, dice Octavio Duré, director de Soluciones de Ingeniería para el sur de Latinoamérica de VMware. Según un reporte global de la compañía de 2020, los clientes de vSphere evitaron la emisión de 1200 millones de toneladas de carbono durante el año anterior. El aporte que cada compañía logra se puede evaluar con la herramienta vRealize Operations.
“Seguimos la filosofía Mottainai, un antiguo concepto japonés que engloba un profundo sentimiento de agradecimiento por lo que brinda la naturaleza e integra conceptos como reducir, reutilizar, reciclar, reparar y repensar: bajo esta premisa, lanzamos un programa de descarte correcto de materiales y nuestras soluciones green”, cuenta Ariel Levensohn, gerente comercial para el Cono Sur de Furukawa, empresa de cableado estructurado que lanzó productos fabricados en polietileno verde, derivado de la caña de azúcar, que no solo reducen el efecto invernadero, sino que además son a prueba de fuego, libres de halógenos y cien por ciento reciclables.
A ponerle energía
Otro espacio donde se están viendo numerosas soluciones es en el control y la optimización del consumo energético. “Puede verse un crecimiento en la infraestructura de reciclaje de baterías de iones de litio en Norteamérica a medida que las compañías cuenten con financiamiento público y privado garantizados”, señala Gustavo Hilsenrad, gerente de Ventas Corporativas del fabricante de sistemas de energía Vertiv (reconocido por la marca Liebert). “Este avance eliminará uno de los últimos obstáculos para la adopción generalizada de estas baterías, que no terminarán en basureros”, agrega. Vertiv comercializa sistemas que apuestan a una utilización eficiente de recursos y un mayor uso de energías renovables, incluyendo innovaciones como las celdas de combustible.
“Tenemos como premisa ser el partner de nuestros clientes en el manejo eficiente de la energía y lanzamos una celda de media tensión que permite cambiar el uso de gas por aire puro”, dice Emiliano Ágreda, jefe de Producto de media tensión para la Argentina, Uruguay y Paraguay de Schneider Electric. La herramienta elimina el uso de SF6, considerado en el protocolo de Kioto como unos de los gases de efecto invernadero y que es utilizado en la mayoría de las instalaciones eléctricas de varios segmentos de la industria, edificios, hospitales y data centers.
Otro producto de “energía 4.0” es Wabee Smart Energy: “un dispositivo IoT que se instala en el interior del tablero eléctrico, y mediante una conexión wifi, recoge y envía datos de parámetros y consumos a la nube que son procesados y desplegados en una plataforma en la nube, que permite a usuarios o responsables del mantenimiento tomar medidas para lograr mayor eficiencia y menor impacto ambiental”, según describe Claudio Figuerola, CEO y fundador de la compañía, que también ofrece Carbon Footprint para medir en tiempo real la huella de carbono. “Dependiendo de la industria los ahorros pueden ir del 10 al 25 por ciento”, afirma Figuerola.
Empresas en acción (ambiental)
No se trata de puras teorías ni de productos que no llegan a destino. La cantidad de empresas que están apalancando estas iniciativas crece día a día. Banco Galicia implementó en 307 sucursales durante 2021 el sistema de monitoreo remoto de Honeywell para entender el consumo y la potencia y actuar ante desvíos o generar mejoras. Detecta excesos, alerta sobre artefactos ineficientes y muestra las sucursales con algún tipo de distorsión, entre otros elementos. En total permitió una mitigación de emisiones del 5,6 por ciento. “En un contexto actual mundial donde la sustentabilidad es fundamental la tecnología juega un rol primordial para el cumplimiento del objetivo”, dijo Jorge Fernández, gerente de Infraestructura de Sucursales de la entidad.
La empresa de finanzas digitales Naranja X, en tanto, instaló en junio de 2021 un parque solar en el techo del edificio corporativo en Córdoba de 116 paneles fotovoltaicos que se monitorea desde un sitio web para evaluar el funcionamiento del sistema, analizar el rendimiento en la generación de energía o anticipar fallas. “En un año, redujimos la emisión en 53 toneladas de carbono”, explica Nicolás Chibán, líder de Servicios Generales en Naranja X.
San Miguel, empresa productora y comercializadora de cítricos, armó un plan de acción a diez años para reducir la huella de carbono a partir del uso de fuentes renovables (más del 60 por ciento de su consumo energético), la conservación de más de 8000 hectáreas de bosque nativo que actúan como sumidero y la estandarización de sus gases de efecto invernadero. “Diseñamos una solución basada en internet de las cosas para automatizar la planta, monitorear online el consumo energético y tomar decisiones inmediatas para optimizarlo”, cuenta Federico Viola, gerente global de Tecnología de la empresa.
La multinacional de alimentos y bebidas de origen brasileño Marfrig se adhirió a Conecta: una plataforma de trazabilidad basada en blockchain que ayuda a verificar la presencia de deforestación y otros incumplimientos socioambientales en la cadena productiva, cruzando información sobre fincas y rebaños.
Durante décadas escuchamos hablar de las tecnologías del futuro. Hoy se están poniendo de relevancia aquellas que nos van a garantizar que ese futuro exista.
El texto original de esta nota fue publicado en el número 341 de la revista Apertura
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