¿Plantas en casa? Sí, y más aún después de vivir varios meses encerrados en ellas. Desde el fin del confinamiento, el número de clientes que se acercan al vivero ha crecido un 40%, según la Asociación Española de Centros de Jardinería. Tener ejemplares vegetales en el hogar conlleva toda una serie de acciones y prácticas que, también, generan huella ambiental y residuos: la elección del tiesto, el consumo de agua, el reciclaje de elementos como las regaderas, los botes de fertilizante o las hojas muertas… Cinco usuarios describen sus experiencias con el cuidado de las plantas y su empeño por hacer sostenibles las facetas de esta tarea cotidiana.
El primer usuario es Fernando Nuño, estudiante de 25 años de Biología, que desde su cuenta de Instagram @_plantagramer comparte sus conocimientos de cuidado vegetal. Tiene más de una veintena de macetas en casa, algunas con su propia historia: es el caso de su crassula ovata, una planta de las denominadas suculentas, que consiguió al trasplantar un esqueje de la planta de su portal. “Es de las más fáciles de cuidar, muy recomendable para principiantes”, comenta. El segundo es Mario Escalona, periodista de 35 años, meticuloso con la botánica doméstica. Compra siguiendo un criterio sencillo: “Me baso en que me guste”, señala. Posee crotones, dracenas, cóleos y potos, entre otras.
Los madrileños Belén Álvarez y Fernando Rodríguez, una pareja de médicos de 28 años que vive en el centro de Madrid, son los siguientes. Compraron plantas hace un año, cuando estrenaron casa. “Queríamos lograr una sensación hogareña”, explican. Tienen cactus en la zona del baño; olivos, bojs y jazmines, en el balcón; y cultivan especies alimenticias: hierbabuena, perejil, cilantro, menta, fresas o albahaca. La quinta es Lara Casabona, arquitecta zaragozana de 33 años. Desde que se independizó, ha ido comprando de manera espontánea en floristerías. “Tengo principalmente plantas de porte grande, son las que me gustan”, afirma.
En esta primera etapa, la compra de las plantas, también es posible ser más ecológico. Santiago González, presidente de la Asociación Española de Centros de Jardinería, explica que ya no solo cuentan la estética y la calidez. Hay cada vez más conciencia en consumidores y fabricantes. “Muchas macetas se producen con más del 70% de materiales reciclados”, ejemplifica. Una parte de esta materia renacida proviene de los envases de plástico, botellas, briks y latas que los ciudadanos depositan en el contenedor amarillo. En la actualidad, además, existe una gran gama de productos ecológicos: tiestos fabricados con pulpas vegetales derivadas del trigo, platos biodegradables, regaderas metálicas… “De hecho, los puntos de venta exigen cada vez más productos ecológicos y sostenibles que no provengan de químicas abusivas”, apostilla el experto.
Tarde o temprano hay que trasplantar: la maceta se queda pequeña, necesita crecer sin apreturas. En esta fase el ingenio sirve para consumir menos. El futuro biólogo Fernando Nuño es creativo con elementos que tiene a mano. No necesita invertir un euro en nuevos recipientes. Se las apaña con “macetas” improvisadas: “Tengo muchas de mis plantas en envases de yogur griego de 500g y en tápers viejos. Solo hay que hacer agujeros para que drenen el agua y poco más”, detalla. Cuando estas “macetas” no dan más de sí, Nuño las tira al cubo amarillo. “Reciclo todo lo que uso a la hora de cuidar una planta”, subraya.
Por su parte, la arquitecta Lara Casabona es austera en el uso de herramientas para el trasplante, una manera de no comprar más útiles de la cuenta. Simplemente se sirve de sus manos para esta operación. “Tengo algunas plantas que han germinado de plantas de otros amigos”, explica. Precisamente, ese tiesto que se queda pequeño es el que el periodista Mario Escalona reutiliza para sorprender a sus amigos. “Justo acabo de trasplantar y tengo un esqueje de un poto, que se lo regalaré a un colega”, explica.
Nuño comparte en sus perfiles sociales el amor por la ‘jardinoterapia’. En su afán por ser sostenible, mide el riego porque cree que es mejor quedarse corto de agua que pasarse. “Mi truco está en regar todas las macetas a la vez en la ducha. Cojo mi botella de plástico y dejo que se escurran bien antes de volver a colocarlas en el plato”, detalla.
Javier Clemente, ambientólogo, experto en gestión sostenible de residuos y educador ambiental, tiene varios consejos para verter lo justo y ahorrar agua. En lugar de comprar una regadera, anima a utilizar botellas de plástico de uno o dos litros. “Solo hay que perforar unos agujeros en el tapón. Así riegas de una forma más controlada y le das una segunda vida al residuo”, afirma. Para no despilfarrar una sola gota, propone usar una bandeja o la parte inferior de una botella como plato bajo el tiesto.
Un recurso más avanzado es el sistema de riego por capilaridad, que dosifica el agua y no requiere vigilancia: “Se necesitan cordones de zapatillas viejas. Los instalamos debajo de una maceta y los colocamos en contacto con el agua. Cortamos la mitad de una botella de plástico, la llenamos de agua y ponemos encima la planta. Así el agua ascenderá y regará las raíces”.
Nuño afirma que la gran mayoría de las plantas que tenemos en nuestros hogares no requieren muchos productos o abonos añadidos. “Las plantas de casa suelen ser pequeñas, aguantan bien con sus propios sustratos. Si se las quiere fertilizar, el humus de lombriz o el compost son opciones más benignas que los fertilizantes líquidos, mucho más contaminantes y artificiales”, comenta.
Clemente se declara partidario de hacer uso de los residuos orgánicos: “Solo necesitamos una compostera y mezclar capas húmedas como el césped o restos de ensalada con hojas secas. Es una opción perfecta para cerrar el ciclo de vida de nuestra materia orgánica”.
El ambientólogo está convencido de que todos los elementos para cuidar de nuestras plantas están entre las paredes de nuestra casa. En su canal de Youtube y perfil de Instagram @todos_somos_reciclaje, este ecoinfluencer no pone límites a su imaginación a la hora de reutilizar. Para él casi todo sirve. Desde un pulverizador rescatado de un producto de limpieza que ya se agotó, hasta abono fabricado en forma de compostaje, hay mucho que se puede aprovechar. Solo debemos aprender cómo llevar a cabo esta tarea.