Teoría de los tres pedales

La encargada de una tienda de ropa en Barcelona ordena mascarillas en el mostrador.
La encargada de una tienda de ropa en Barcelona ordena mascarillas en el mostrador.EFE

No sabemos exactamente la dureza y duración de la recesión. Influirán factores imprevisibles. Pero empieza a dibujarse una convergencia de criterios sobre cómo afrontar su segunda fase, la del posconfinamiento; y la tercera, la de la recuperación. Ambas a caballo entre este segundo semestre de 2020 y algún momento de 2022.

Convendría adoptar la teoría de los tres pedales, y fraguar desde ya acuerdos concretos en cada uno. Para despejar la ruta ante propios (derrotistas) y extraños (los mercados que deben financiar el esfuerzo).

Los dos primeros pedales son el acelerador y el freno: ya son bastantes quienes siguen a los organismos independientes, encabezados por el Banco de España, en reclamar su juego combinado.

El acelerador consiste en que “la respuesta fiscal a esta crisis debe ser expansiva”, insiste su informe anual del martes. Hay que seguir gastando todo lo necesario, sobre todo en los dos pilares ya ensayados con éxito: la protección al empleo a través de los ERTE; y el apoyo a las empresas mediante la ampliación del plan de avales. Y con las ramificaciones necesarias.

La puesta a punto del freno consiste en que “en el medio plazo es necesario acometer reformas de calado para reducir el endeudamiento público” y sanear las cuentas para emplearlas mejor en caso de rebote. Discutamos ya el cómo, para repartirlo bien y saber de qué va. El supervisor propone igualar la media impositiva europea subiendo el IVA reducido, los especiales y sociedades: el 70% de nuestro desfase.

También alude a lo que debiera ser prioritario: la maraña de beneficios fiscales, las “numerosas exenciones, deducciones y tipos especiales” injustificados.

La Autoridad Fiscal está concluyendo su informe al respecto. Empieza a urgir. Una hipótesis de trazo grueso: bastaría que del total de esos agujeros emmental en la recaudación —muchos son muy poco equitativos—, que asciende a unos 60.000 millones, se cancelase de entrada un 10% anual.

Así, el listón del 7% del déficit para 2022 (Emergencia de nuevos desequilibrios financieros, Josep Oliver en EuropeG) se rebajaría por debajo del 3%. Volveríamos a la seriedad fiscal, de forma más suave, con alzas acotadas de impuestos, pero sobre todo revirtiendo su brutal desnaturalización.

El tercer pedal es el embrague. Facilita el arranque y modula a los otros dos. Es el ingente apoyo que España recibirá del plan de recuperación europeo. Alcanzaría los 160.000 millones entre subsidios y préstamos. El grueso se destinará a cofinanciar inversiones privadas: en los sectores más castigados, para digitalizar la economía y para hacerla más verde.

La tarea de elaborar un plan general, presentar proyectos solventes, consorciar empresas y Administraciones y ejecutar, será hercúlea: volveremos sobre ella. Pero, o se empieza ya, o esos recursos sortearán nuestro cancel y recalarán en otros.


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